El Fiscal

El escudo del Silencio que se mantiene en Pamplona desde 1998

La heráldica del Silencio en el espejo de la habitación de un estudiante.

La heráldica del Silencio en el espejo de la habitación de un estudiante. / M. G. (Pamplona)

El primitivo hermano volvió hace unos días a la ciudad donde se licenció en Periodismo, muy lejos de casa. En el Colegio Mayor Belagua (Torre II), en la habitación 208, estaba el escudo de la Hermandad del Silencio que colocó en el espejo en 1998 cuando era un jovencísimo estudiante. Esta cuaresma regresó, pidió entrar en la estancia y comprobó que allí seguían las Cinco Cruces dentro del inconfundible aro de color celeste inmaculado. Hoy igual que entonces. Podría servir para una serie de televisión, Nazarenos por el mundo. O para un artículo de boletín del tipo Nazarenos en la diáspora. Incluso para un pregón de Semana Santa, como el que pronunció Luis Rodríguez-Caso en 1988, que le cantó a las Cinco Cruces que como cinco dardos de amor llevan los nazarenos prendidos del corazón. Antonio Delgado-Roig García-Junco cumplió aquello de dejar un buen recuerdo allá por donde fuera. Y se lo han respetado. Seguro que algunos de aquellos viernes de intenso frío navarro, cuando las agujas del reloj ya pasaban de las ocho y media de la tarde, se acordó de entonar el Te adoramos, Cristo, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo del hermoso rezo del Ejercicio de las Cinco Llagas. De 1998 a 2023, un cuarto de hora en la historia de la Archicofradía, pero toda una vida. Y la historia, al fin, es la suma de muchas vidas. Y de muchos cuartos de hora. 

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