La puerta abierta

Qué imagen más hermosa la de la puerta abierta de una casa de hermandad que deja ver los enseres dispuestos en una vitrina, la luz, la vida, el ajetreo. Es como pasar por delante de un templo y que te salude una brisa de incienso, momentos de una cuaresma que no aparece en ninguna agenda del día. Son pequeñas y agradables sorpresas que salen a tu encuentro en estos días de espera del gozo, marcados por las borrascas pero también por muchos naranjos en flor. Son señales del tiempo que ha de venir. Las puertas abiertas son todo un símbolo de la ciudad que abandona poco a poco el período ordinario y se prepara para entrar en el bullicio de una Semana Santa que siempre se aguarda con ilusión aunque todo el año esté cargado de procesiones. Hay estampas que son verdaderos carteles sin necesidad de autores, ni de polémicas, ni siquiera de público. Instantes que te sorprenden casi como un nazareno que acude veloz al templo y te genera más júbilo que la propia cofradía. Puerta abierta, bordados, orfebrería... El tesoro está en cuanto se ve y en cuanto se espera.