Aviso a mandarines
El Fiscal
Dejen que los nazarenos se revistan en días de lluvia si quieren cumplir con su obligación
Traslados exprés
Como torrijas

Ahora que se otea de lejos el Viernes de Dolores, cuando muchos ni han bajado la túnica del altillo o se han preguntado dónde está el capirote, es cuando hay que dejar clarita una cosa a las juntas de gobierno. En caso de lluvia, no anuncien horas antes que se suspende la estación de penitencia y que, por lo tanto, no se debe acudir al templo revestido de nazareno. Habrán arrojado en tal caso el día más hermoso del año, el cumplimiento del precepto más bello de las reglas y, en general, la Semana Santa particular de cada uno a la hoguera de las teorías consumistas y de la zona de confort en clave morada. Dejen que cada nazareno tenga el derecho a cumplir con el rito, respeten que cada cual se presente ante sus titulares revestido con el hábito para rezar el Credo o la Salve y no rompan con la tradición de numerosas familias de anudarse el cíngulo, ajustarse el esparto y alisarse la caída del antifaz. No piensen como directores de un hotel resort. Revestirse de nazareno no es una incomodidad que haya que evitar. No sean protagonistas por un minuto, no pasen a la historia por un corte en la radio, dejen que cumplamos con nuestra obligación.
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