Pueden no gustarle nada ni Vox ni Abascal, pero su nuevo discurso de reconciliación nacional apela a todos.

Pedro Sánchez se dispone a desperdiciar el comodín de Franco ya para siempre.

La sentencia será discutible jurídicamente, pero lo que la antecede, rodea y sucede es un síntoma político.

El mote de la 'veleta naranja' que al principio era gracioso, empieza a ser demasiado cruel de tan atinado.

El patriotismo ocasional del presidente Sánchez puede durar menos que un caramelo en la puerta de un colegio.

Para luchar contra Franco, mi consejo es que dejen de mirar al pasado y se centren en el presente y el futuro.

Rivera ha logrado lo que Pablo Iglesias lleva cinco meses tratando de conseguir sin ningún éxito.

El pulso de Sánchez con Iglesias es a cara de perro, los dos con la intención de que resulte letal para el otro.

Hay existencias tan altas que hasta la misma muerte les pasa por debajo.

Los movimientos de Sánchez parecen muy frívolos, pero no debemos olvidar que detrás está Iván Redondo.