Catedrático de Histología Humana

Ana María Moreno: “Los ceramistas no daban importancia a lo que hacían”

Ana María Moreno, catedrática en Histología Humana, en el taller Rocío Triana.

Ana María Moreno, catedrática en Histología Humana, en el taller Rocío Triana. / Juan Carlos Muñoz

Ana María Moreno (Sevilla, 1959) creció al lado de una fábrica de cerámica y vivió toda su vida rodeada de artistas. Sin embargo, en su casa siempre le insistieron en la importancia de desarrollar su carrera profesional en el mundo de la ciencia. Ahora, esta catedrática de Histología Humana ha decidido unir sus dos pasiones y trabaja para darle valor científico a aquello que ha heredado. Sus esfuerzos le han llevado a escribir un libro sobre su padre, Guillermo Moreno y la cerámica de Triana, y le han merecido el reconocimiento de Trianera del Año, otorgado por el Ayuntamiento de Sevilla.

–Es usted profesora de Medicina.

–Sí, soy catedrática de Histología Humana de la Facultad de Medicina.

–¿Por qué decidió adentrarse en el mundo de la cerámica?

–Va conmigo desde que era pequeña. Mi padre ha pintado desde que yo tengo uso de razón en mi casa. Allí montó su taller. Para mí, pintar cerámica era lo más natural. Ha sido con la madurez, que he visto que había que estudiar el proceso cerámico, quería darle una base científica. Soy científica y me planteé que por qué no se escribía sobre cerámica, que por qué las recetas de los ceramistas no estaban por escrito. Me he hecho un montón de preguntas y he empezado a contestarlas.

–Usted, además, relaciona su profesión con el dibujo.

–Ramón y Cajal es mi maestro. Lo que me llamaba la atención era el estudio microscópico de los tejidos, los colores. Resulta que mi mundo se ha cerrado porque he terminado en el mundo neurohistológico y lo he complementado con toda esa pasión cerámica. Mi mundo es el color, la forma, la belleza, del cuerpo humano, de la cerámica. Todo se ha unido.

–Y comienza a catalogar piezas cerámicas.

–La catalogación empezó a realizarla Antonio Entrena en Retablo Cerámico y atrajo a otras personas que pertenecen a la Asociación Pisano, historiadores del arte, que son farmacéuticos o son alfareros… Ha aglutinado a una serie de personas cuyo afán es catalogar las piezas cerámicas, proteger las piezas cerámicas, saber quiénes son los autores y conocer su historia.

–¿Por qué no se hacía ese trabajo con la cerámica?

–Los ceramistas, los alfareros, son personas muy sencillas, muy humildes. Tanto que, por ejemplo, en la Fábrica de Montalván (una conocida fábrica de cerámica en Sevilla), se firmaban grandes retablos con el nombre de la fábrica y, sin embargo, el ceramista no firmaba su retablo o su cuadro. Me he dado cuenta de que era gente sencilla que no le daba importancia a lo que hacía.

–Hay artistas anónimos.

–Las mujeres ceramistas, que tanta cuerda seca han hecho, que han hecho las fuentes de la rana, son todas de mujeres magníficas que no tienen nombre ni apellido. Siempre ha pensado que había que ponerle nombre a un mundo maravilloso que ha habido y que hay.

–¿Se valora realmente el trabajo artesanal?

–No está valorado, no está cuidado. Esta es una de las funciones de la Asociación Pisano, contamos con historiadores que nos permiten conocer desde un punto de vista académico la historia de la cerámica, la importancia de cada época, los matices, las formas de realizarla, cómo evoluciona.

–Han trabajado en Cádiz, en Huelva, en Portugal...

–En todo el mundo. Hay numerosos edificios en el continente americano, he catalogado hasta piezas en Australia. La cerámica está por todo el mundo.

–Su objetivos es convertir la cerámica de Triana en un Bien de Interés Cultural.

–Buscamos informar, catalogar y defender. Eso ha llevado a que pensemos que es necesario darle un marco jurídico a todo lo que es la actividad como ceramista. Hemos visto que es necesario inscribirla en el catálogo de patrimonio cultural e histórico de Andalucía. Hay antecedentes como la alfarería de Jaén, que ya es un BIC. Esto va a permitir una salvaguarda de esa actividad profesional. Es como ponerle un sello de calidad.

–Parece que no se considera un arte.

–Estamos acostumbrados, es nuestro entorno cotidiano, pero eso no quita que sea una maravilla. Ya es hora de que defendamos nuestra cerámica. La de Triana tiene un sello particular, por eso tiene que ser un BIC. Los colores, el barro, el Guadalquivir conlleva un barro especial, un óxido especial, una técnica que lleva 10 siglos de historia. Hubo grandes fábricas, grandes talleres, grandes dibujantes.

–No es igual que la se hace de forma industrial.

–Hay que separar lo que es la cerámica industrial de la cerámica artística. Nosotros abogamos por la calidad y abogamos por nuestro arte. Seguimos abogando por la cerámica artística. Si hay una cerámica industrial en el levante, nosotros no tenemos por qué abandonar nuestro sello artesano.

–¿Hay otros polos de ceramistas en Andalucía?

–Claro que sí, combinada con la buena alfarería que se realiza en Andalucía. Hay buenos centros alfareros en Lebrija o en Jaén que terminan sus piezas decoradas con los esmaltes propios de la pintura cerámica. Hay un gran abanico de técnicas de decoración, pero todo es nuestro, todo es andaluz.

–Eso es marca Andalucía.

–Uno va por España y puede ver cerámica andaluza por todas partes y vas a Portugal y también. Y no le hemos dado el sitio, el valor histórico que tiene.

–¿Cuántas obras tienen catalogadas?

–Es una maravilla. Queremos que se puedan hacer Trabajos de Fin de Carrera, Trabajos de Fin de Máster, trabajos de investigación serios sobre la cerámica. Estamos revisando la ficha y volviendo a catalogar, vamos por las 3.500 fichas y creo que estamos en un 20% de lo que tenemos guardado.

–¿De cuántos artistas estamos hablando?

–Tenemos un trabajo de investigación ímprobo. Estamos dando nombre y apellido a muchos artistas anónimos y estamos dando valor a muchos talleres que hubieran quedado en el anonimato. Es una gran enciclopedia de la cerámica. Es nuestra obligación.

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