"Kennedy y Kruschev salvan al mundo de la III Guerra Mundial"
Salvador Rus Rufino. Catedrático de Historia del Pensamiento Político
El sevillano es catedrático de Historia del Pensamiento y Movimientos Sociales en la Universidad de León y autor del libro 'John Fitzgerald Kennedy. Discursos (1960-1963)'. Lo presenta el día 13 en Madrid y el 18 en Sevilla.
-Nace en 1960, el año que eligen a JFK...
-Por eso no recuerdo nada. En una serie de televisión norteamericana, Mad Men, decían que tras la muerte de Kennedy hay dos reacciones diferentes: las mujeres lloran con una mezcla de amargor, sorpresa y mucha pena; los hombres no lloran y tienen una cara de preocupación hacia el futuro. Ellos perdían al amigo que les hubiera gustado tener; ellas, al marido con el que siempre soñaron.
-¿Tiene Kennedy el carisma de Gandhi?
-O de Martin Luther King. En el imaginario norteamericano, Kennedy sustituye a Lincoln. Hay paralelismos muy interesantes, aparte de que la secretaria de Lincoln se apellidara Kennedy y la de Kennedy se llamase Lincoln. Los dos luchan por extender los derechos civiles. Son intensamente discutidos, contestados, atacados. Dos personas grandes que hacen grande a la política, algo que se echa en falta ahora.
-A Lincoln le dedicó Gore Vidal una novela monumental, Spielberg una película. ¿Y a Kennedy?
-La clave es la distancia. El ciclo Lincoln está cerrado, ya existen los derechos de las minorías. El ciclo de Kennedy sigue abierto cincuenta años después. Estados Unidos sigue siendo discutido como líder mundial. Durante la presidencia de Kennedy se produce la invasión de bahía de Cochinos, la crisis de los misiles, empieza la carrera espacial con los soviéticos, se construye el muro de Berlín y empieza la escalada militar que dará lugar a la guerra de Vietnam. Cuando el ciclo vital y político de una persona se cierra, es muy fácil hacer una película, escribir una novela. Cuando está abierto en la retina, en la memoria, es muy difícil hacer literatura en el sentido más amplio.
-¿Por eso elige el ensayo?
-Es un análisis de su presidencia, que duró mil días, y demostró al mundo que en mil días se pueden hacer muchísimas cosas.
-¿Qué lo hace atractivo?
-Convierte a su oyente en cómplice, al ciudadano en protagonista de la historia.
-¿Ganaría a Fidel Castro en un duelo de discursos?
-Todavía viven dos personas con las que coincidió Kennedy, Isabel II de Inglaterra y Fidel Castro. Kennedy es el revés de Castro.
-Habla de las mujeres. Marilyn Monroe murió un año antes...
-No me he dedicado a estudiarlo ni me ha preocupado. Parece que hubo una cierta relación entre ellos.
-En noviembre de ese año, unos días antes, muere Cernuda...
-No creo que Kennedy conociera a Cernuda, pero siguió al pie de la letra el legado poético de La realidad y el deseo. Una de las partes de ese libro se titula Desolación de la Quimera. Kennedy no propone nunca quimeras sino proyectos realizables y posibles. Sabe que las utopías son una forma de asegurar el fracaso.
-Kennedy nace en 1917, la revolución rusa. ¿Qué debemos a la doble K, a su relación con Kruschev?
-Esa doble K fue muy fructífera y salvó al mundo de una tercera guerra mundial. Cuando Kennedy tiene que tomar la decisión dificilísima de pararle los pies a Rusia, de cortarle las uñas al oso, como decía un analista, lo hace por su propia convicción y por el grado de entendimiento y negociación con Kruschev, impensable con Stalin.
-¿Dónde se forma Kennedy?
-Su abuelo era muy conocido en Boston, fracasó en sus intentos por ser senador y gobernador de Massachussetts. Su padre colaboró con Roosevelt y fue embajador en Inglaterra. Él se formó en Harvard, donde adquirió nociones de economía y relaciones internacionales.
-¿Qué significó el asesinato de su hermano Robert cinco años después?
-De eso sí me acuerdo. Fue un asesinato que el mundo entero vio en directo. Robert era un pilar básico en la carrera de su hermano. Era la sombra de John, y por volver al tono poético de Cernuda, cuando la sombra tiene luz propia le siegan la vida.
-Como la Roma de César.
-Dice Antonio Garrigues Walker que lo de morir en la cama en los Kennedy es una excepción.
-¿Qué le lleva a Kennedy?
-Se ha publicado muchísimo sobre su muerte, muy poco sobre sus ideas.
-¿Quería contraponer el Kennedy que calla (a la fuerza) con el que habla?
-La leyenda nos ciega, nos tapa al personaje real.
-¿Está España en sus discursos?
-Tenía mucha amistad con el embajador de España en Estados Unidos, Antonio Garrigues Díaz-Cañabate, que no tenía que pedir permiso para ir a la Casa Blanca. En uno de sus actos solemnes, Kennedy le dice que se siente como un torero cuando va a salir a la plaza. Durante la Guerra Civil, Joe, el mayor de los Kennedy, estuvo en Madrid, en la casa de los Garrigues.
-En 1963 también muere Juan XXIII...
-Se retiran de la política Adenauer y Winston Churchill. Kennedy es el primer presidente católico de los Estados Unidos, el primero nacido en el siglo XX. Pertenece a la generación que venció a los totalitarismos en Europa y el Pacífico.
-¿Tiene morbo la elección de Wert para presentarlo?
-No he elegido al ministro, sino al sociólogo y experto en comunicación política.
-¿Algún Kennedy actual?
-Con un carisma parecido, Tony Blair. Joven, cercano.
-¿Y Obama?
-Todo el mundo pensaba que era el nuevo Kennedy. Se ha quedado en la retina del espectador, Kennedy llegaba al corazón.
-¿Y De Blasio, el nuevo alcalde de Nueva York?
-Hay que ser cautos. Estamos ansiosos de líderes mundiales con grandes ideas. Hemos reducido la política a algo tan inmediato, de juzgado, que cuando alguien tiene un rasgo de magnanimidad y grandeza llama mucho la atención.
-¿Qué discursos españoles estudiaría?
-Los de Azaña, por supuesto. Los de Cánovas y Sagasta, que sacan al país del atolladero. Los políticos de la transición, que apreciaríamos más si no fuéramos tan pesimistas y cainitas.
-¿Quién tenía más de Kennedy, Suárez o Felipe?
-Yo creo que Suárez, aunque le tocó vivir una época en la que no pudo brillar como brilló en un momento dado Felipe González.
-¿Era Kennedy lector?
-Un gran lector. Se aburría en las películas. Y eso que su padre tenía negocios de cine. Y de importación de whisky irlandés.
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