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Lorenzo Silva | Escritor

"Buena parte de la historia de la Guardia Civil sigue en una zona de penumbras"

  • El autor vuelve con otra novela de la saga de Bevilacqua y Chamorro, que esta vez deberán resolver un crimen en el Camino de Santiago con ramificaciones en el Procès catalán

  • "En ambientes nacionalistas la Guardia Civil no es muy popular porque ha sido tremendamente efectiva en la defensa del Estado de derecho contra los aliados de esas dos ideologías que decidieron quebrantarlo"

Lorenzo Silva posa con su libro en el Camino de Santiago.

Lorenzo Silva posa con su libro en el Camino de Santiago. / Carlos Ruiz

-Bevilacqua ha resuelto crímenes por media España pero nunca había visitado Galicia. ¿Por qué ahora en La llama de Focea?

-Hacía tiempo que le estaba dando vueltas. Antes o después una trama tenía que suceder en Galicia, entre otras cosas porque es una región que conozco, donde he tenido ocasión de trabajar, tengo buenos amigos y muchos lectores. Tenía una gran responsabilidad y cuanto más lo retrasaba más iba aumentando. Digamos que trataba de encontrar cómo meter a Vila en Galicia. Aunque las novelas no pretendan reflejar una realidad sociológica, ni antropológica, ni cultural, deseaba que no hubiera clichés y que la trama fuera interesante. Cuando di con la clave del Camino de Santiago, de la Galicia interior en vez de la costera de los narcos y tal, pues me dije: va a ser aquí, en la Galicia más espectacular.

-¿Había recorrido el Camino de Santiago antes de esta novela?

-No, de hecho no lo he hecho entero. Espero tener la oportunidad algún día de disponer de un mes para hacerlo. Es algo que siempre me ha fascinado.

-Por desgracia el crimen que aparece en su novela tiene mucho de real. Es terrible que una peregrina sufra un crimen así. ¿Alguna vez los hombres dejaremos de matar a las mujeres?

-Al final es un ejemplo más del riesgo que corre quien es vulnerable, quien está expuesta a alguien más fuerte. Lamentablemente la condición humana conduce una y otra vez a que los más fuertes abusen de los más débiles, lo vemos a escala individual pero también colectiva. Tristemente lo que cuento en la novela no es una ficción sacada de la nada, no he intentado ficcionar nada, pero sí que me ha parecido interesante a través de la ficción mostrar un poco ese horror de los vulnerables cayendo en manos de quienes se aprovechan de su indefensión. También he querido contar la dificultad que tiene una investigación del asesinato de una persona que muere muy lejos de su entorno habitual, que estaba moviéndose, que tiene relaciones que van y vienen a lo largo del Camino... es algo que ya pasó en el caso real, de hecho la investigación duró varios meses.

-En El mal de Corcira nos explicó ese pasado del que tan poco le gusta hablar a Vila sobre los años de plomo en el País Vasco. En esta última novela se detiene en el Procès catalán en el que la Guardia Civil tuvo un papel fundamental. ¿Como abogado temió que se fracturara el Estado de Derecho?

-Digamos que lo intentaron fracturar, con mucha claridad, aprobando con absoluta ignorancia y desprecio de los procedimientos establecidos unas normas que prácticamente derogaban todo el ordenamiento jurídico, y que además eran aberrantes. Hay un cuento de Kafka que se llama Sobre la cuestión de los leyes en que habla de un pueblo cuyas leyes son secretas. Esa realidad kafkiana en cierto modo fue la que intentaron instaurar los dirigentes del procès, aprobando leyes de presión que eran secretas y que ni siquiera estaban compartidas por la ciudadanía. Lo que pasa que se encontraron con que el Estado de derecho español es más sólido de lo que ellos pensaban. Entre otras cosas porque tiene unas estructuras que son legítimas, democráticas, racionales y dignas, frente a otros sistemas jurídicos que hay por ahí que no tienen nada de eso, y porque además cuenta con una cobertura a escala supranacional en la Unión Europea y unos instrumentos, a través de jueces, de la administración de justicia y de los cuerpos de seguridad del Estado, Policía, Guardia Civil y hasta Mossos, que aunque el día del referéndum flojearon un poco, acabaron sirviendo al Estado de derecho, que demostró ser más robusto que quienes pretendían derribarlo.

-Además Putin no está ahora para gastar dinero desestabilizando gobiernos occidentales.

-Bueno, es barato eh... Putin lleva mucho tiempo financiando movimientos antisistemas en toda Europa, de izquierda o de derecha, eso le da igual. Y así vemos que entre quienes apoyan a Putin hay personas que se tildan de progresistas y también quienes dicen ser tradicionalistas. Luego él ha invertido en recursos, y posiblemente no le han salido muy caros. No está arruinado, ha ingresado 300.000 millones de euros vendiendo materias primas energéticas este año. Fíjate si tiene dinero para seguir comprando voluntades.

-¿Por qué hizo a los protagonistas de su saga guardias civiles?

-Por un cúmulo de razones, en principio porque el primer crimen que se me ocurrió sucedía en una zona rural de Mallorca, y esa historia tenía un investigador natural, que era un guardia civil. Pero al margen de esta circunstancia, después pensé que hay muchas más razones. La primera y fundamental es que llevan investigando crímenes en España desde 1844, que se dice pronto. Y la segunda razón, de índole literaria o creativa, fue constatar que eran personajes prácticamente inéditos, vírgenes en la ficción policial española. Que en el año 1995, que fue cuando escribí la primera novela, se me ofreciera la posibilidad de acercarme a los miembros de una institución que en aquel momento ya tenía siglo y medio como si fueran personajes nuevos, me pareció un privilegio que había que aprovechar. No dejé de ver los riesgos, ni los prejuicios negativos que mucha gente tenía hacia los guardias civiles, pero eso que a lo mejor podía haber sido una razón disuasoria para otro, para mí fue un incentivo añadido, tiene mucho más riesgo, es más emocionante.

-¿Y se sigue teniendo en España una imagen distorsionada del guardia civil, como si todos debieran ser fachas, con tricornio calado, bigote y la mano larga?

-Creo que ha cambiado la cosa, sobre todo porque se conoce mejor la historia de la Guardia Civil, incluyendo la contemporánea. Es bastante más complicada que ese guardia civil con bigote, aunque eso todavía no se conoce mucho porque en temas de memoria y de historia andamos un poco flojitos por aquí, sobre todo porque cada uno cuenta la historia que le interesa y muchos de los hechos quedan en zona de penumbra. Y buena parte de la historia del cuerpo sigue en esa zona oscura, supongo que porque no le interesa a nadie, nadie tiene interés en reivindicar por ejemplo el papel de la Guardia Civil en defensa de las dos repúblicas, ni los republicanos ni los que desde otras ideologías defienden a la Guardia Civil. Ahora se conoce mejor su trabajo presente, hay algún lugar donde puede tener alguna impopularidad reciente, imagino que en cualquier ambiente nacionalista, tanto vinculado al independentismo catalán como a la izquierda abertzale, donde la Guardia Civil no es muy popular, porque ha sido tremendamente efectiva en la defensa del Estado de derecho contra los aliados de esas dos ideologías que decidieron quebrantarlo. Al margen de eso hace tiempo que el CIS no pregunta por la valoración del cuerpo, pero la última vez que lo hizo era la institución más valorada del Estado. Incluso la última vez que preguntó sobre ella el Centro de Estudios de Cataluña, el CIS catalán, la Guardia Civil aprobaba y era bastante más valorada que el Gobierno de la Generalitat, que suspendía.

-En Lejos del corazón situó la acción en la provincia de Cádiz, concretamente en el Campo de Gibraltar, donde el narcotráfico cada vez muestra una cara más dura. ¿Teme que pueda alcanzar niveles parecidos a los que se dan en países como México?

-México es un país con un Estado de derecho mucho menos robusto que el español y sobre todo con una arquitectura mucho menos fuerte. Es tan poco sólida que ni siquiera se confía en los cuerpos policiales. No quiere decir que en España no se intente captar a sus miembros, a veces exitosamente, como ha ocurrido incluso en el Campo de Gibraltar, pero digamos que son captaciones individuales, no puede captarse al conjunto de la institución, como pasa en otros lugares. Creo que es difícil, de hecho el narco del Estrecho se creció mucho hace cuatro años y se encontró con una respuesta por parte del Estado bastante contundente. Aunque no lo ha conseguido arrancar de la zona, porque ese fenómeno es difícil de erradicar por todo el dinero que mueve y por otros condicionantes, sí que han tenido que bajar el perfil. Los grandes narcos gaditanos de hace cinco años están huidos o en la cárcel.

-¿Qué tendrá la sangre para que atraiga a tantos lectores en todo el mundo? Como comisario de Getafe Negro, uno de los principales festivales de novela negra del país ¿qué tal ve la salud del género?

-Soy comisario honorífico desde esta edición, Getafe Negro tiene una magnífica directora que es Maica Rivera, yo me he quedado un poco apoyando pero la responsabilidad no la llevo yo. La he tenido durante 14 años y he podido ver la evolución del género desde una posición más o menos marginal de cara a la consideración que recibía por parte de la academia, ahora a un cambio dramático, porque el género negro se ha convertido en una especie de buque insignia de las editoriales, en términos de ventas, lectores, apuestas de los editores, y queda un poco de camino por recorrer ante la academia. Sobre mi trabajo se ha hecho alguna tesis doctoral pero esas mismas personas me han reconocido que les ha costado convencer al ambiente académico de que una obra policial podía ser objeto de investigación académica. En estos días se publicaba una lista con los mejores 100 libros españoles del siglo XXI y una cosa bastante discutible es que no aparece ni una sola novela policíaca. ¿No se ha hecho nada entonces o qué? El señor que más sabía de literatura de España hasta que se murió, que era Ricardo Senabre, catedrático de la Universidad de Salamanca, una vez en una reseña que hizo de una novela mía, dijo que ya era hora de decir que en sus mejores momentos, Raymond Chandler rayaba a más altura literaria que Hemingway, que tiene el Nobel de literatura. Chandler era un grandísimo escritor. Y no lo digo yo.

-¿Qué suele leer Lorenzo Silva?

-Soy ecléctico, caótico. Leo de todo. Procuro leer a mis contemporáneos, no creo en esa pose del hombre maduro que sólo lee clásicos de fuera y de dentro, pero también leo novela policíaca reciente y clásicos. En los últimos tiempos, aparte de lo que tengo que leer para lo que escribo y que tengo que investigar, me gusta alternar, y me gusta volver a los clásicos y ver lo que se hace en el presente. No te voy a ocultar que con los clásicos uno se lleva menos decepciones, pero es muy gratificante cuando te encuentras algo que no conocías y que tiene verdadero valor. Ahora estoy leyendo una novela de Ales Adamovich, un escritor bielorruso, un libro de los 70, que es la base de la película Masacre. Este hombre, que es un partisano, escribe una novela sobre una aldea bielorrusa que se llama Khatyn, que da nombre al libro, donde hubo una matanza de la población civil por parte de las SS alemana. Un poco lo que está haciendo Putin ahora. Como vieron que no le podían ganar la guerra a los partisanos los nazis masacraban a la población civil que supuestamente los apoyaba. Me está pareciendo magnífico.

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