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Blas Gil de Extremera | Catedrático de Medicina Interna e investigador

“Mozart escribió sus obras más festivas en momentos de profunda tristeza”

Blas Gil de Extremera, durante la entrevista.

Blas Gil de Extremera, durante la entrevista. / Antonio L Juárez

Blas Gil Extremera (Campillo de Arenas, Jaén), es catedrático de Medicina Interna de la Universidad de Granada e investigador que ha escrito sobre enfermedades que padecieron muchos personajes ilustres. Próximamente, presentará su última obra dedicada a las enfermedades y el proceso de creación de un genio de la música como Mozart. Gil Extremera es académico de número en la Real Academia de Medicina de Granada y Médico Andaluz del Año (2009). Además, como dijo Vargas Llosa sobre él, “es un espíritu inquieto devorado por la curiosidad, amante y excelente conocedor de la buena música, lector de literatura e historia y abierto a todas las solicitaciones de la cultura”.

–Hay muchas biografías sobre Mozart pero usted ha querido relacionar su historial médico con la creación. ¿No es así?

–Efectivamente, he tratado en la medida de lo posible relacionar enfermedad y creación. Este es un asunto al que le vengo prestando especial atención en los últimos años.

–¿Qué enfermedades tuvo Mozart o qué dolencias padeció?

–De niño Mozart padeció escarlatina a los seis años, fiebre reumática a los siete, viruela a los once, y de manera fundamental la patología que acabo con su vida: enfermedad renal terminal. Las enfermedades de Mozart constituyen un importante enigma histórico-médico que ha despertado numerosas controversias.

–Además, en una época en la que aún no existía la penicilina

–Efectivamente, en los siglos XVIII y XIX la mortalidad de la población general era muy elevada especialmente por enfermedades infecciosas. No existían vacunas, tampoco fármacos eficaces y los conocimientos médicos eran muy precarios. Esta circunstancia cambió radicalmente a partir de 1945 con el descubrimiento de la penicilina por Alexander Fleming.

–¿Qué documentación ha empleado a la hora de hacer el análisis clínico del compositor?

–Desafortunadamente la documentación médica sobre Mozart es muy precaria. Tampoco existían en el siglo XVIII las pruebas diagnósticas actuales (analítica, radiología, pruebas de imagen). Me he basado en los testimonios escritos de las personas cercanas a Mozart (especialmente familiares y amigos), teniendo en cuenta que estas carecían de conocimientos médicos y en deducciones propias sobre posibles diagnósticos de las enfermedades padecidas por el genio.

–¿Tuvieron mucho que ver esas dolencias en su proceso creativo?

–Estas dolencias para Mozart pasaban a un segundo plano. Su única preocupación era componer música. No siempre hubo una relación directa entre el estado de ánimo y la obra musical. Por ejemplo, algunas obras festivas las escribió en momentos de profunda tristeza.

–¿Por qué cree usted que murió tan joven? ¿Cuál es su diagnóstico?

–Son varias las razones que explican la precoz mortalidad de Mozart. En primer lugar, limitada capacidad diagnóstica y terapéutica de la medicina de entonces. Además, había una elevada incidencia de enfermedades infecciosas (viruela, tuberculosis, sífilis, tifus, entre otras) para los que no se disponía de tratamiento alguno. En tercer lugar, Mozart llevaba una vida de intensa actividad profesional, intelectual y social. Luego estaba la incomprensión de los poderes políticos, artísticos y sociales, que trataban a los artistas como lacayos, especialmente del público vienes hacia el genio de Salzburgo. Y, por último, no hay que olvidar que el compositor tuvo que sufrir muchas dificultades económicas.

–¿Queda mucho por saberse de Mozart?

–En el momento actual, de un genio tan grande como Mozart, no todo está dicho; por ejemplo algunas de sus obras permanecen todavía extraviadas u olvidadas y cabe pensar que algún día puedan descubrirse.

–¿Por qué su pasión por este músico?

–Mi pasión por Mozart surgió espontáneamente en mi infancia, cuando al ver una película en el desaparecido cine Príncipe de Granada, pude oír como banda sonora un fragmento musical de una belleza indescriptible que desde entonces no lo he olvidado. La música de Mozart es belleza, sentimiento, armonía, capaz de ofrecer todas las emociones humanas, tensiones y contradicciones. Así mismo, es entusiasmo y tristeza, alegría y depresión, tragedia y alborada. Ejemplo genuino es el Quinteto para cuerda, que expresa la dolorosa resignación del último Mozart, la tristeza de un alma que ha vislumbrado su final.

–Usted también ha escrito otro libro sobre enfermedades que han padecido grandes personajes de la historia. Dígame de algún caso de un personaje al que le haya influido en sus decisiones una determinada enfermedad.

–Bueno, hay muchos casos. Por ejemplo, George Friedich Haëndel sufrió un ictus cerebral el 12 de abril de 1737. Atendido por el doctor Jenkins, concluyó que nunca había visto a nadie curarse de una apoplejía. Sin embargo, Haëndel se curó y en agradecimiento a Dios por este milagro, escribió una de las obras cumbres de la música: El Mesías. El director granadino José Tamayo, consagró su vida al teatro. Padeció un trastorno neurológico caracterizado por contracciones musculares prolongadas que originaban posturas mantenidas y movimientos anormales. Padecimiento conocido como distonía primaria del adulto, que origina entre otros trastornos espasmos de las cuerdas vocales que provoca un habla entrecortada con altibajos, dificultad en el lenguaje y correcta dicción. Pese a ello, Tamayo realizó una obra extraordinaria especialmente, con la puesta en escena de páginas eternas del teatro español.

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