-Un amigo dice que vio al monstruo del lago Ness y otro que conoció a un diputado español liberal. ¿Cuál es más mentiroso?
-El primero. Hay liberales; es una especie rara, pero no en extinción. Rajoy mandó echarlos del PP. Ciudadanos se reivindica como liberal-progresista, la indefinición. Liberal se confunde con un tipo de centro equidistante entre dos posiciones.
-El dedazo de Aznar trajo a Rajoy y las primarias del PSOE, a Pedro Sánchez. ¿Cómo no deberíamos elegir a los líderes políticos?
-Ninguno garantiza que el liderazgo sea bueno. Defendí las primarias en el PP para acabar con el blindaje y una cúpula muy cerrada en la que no corría el aire; dicho esto, no son el bálsamo de Fierabrás. La prueba es Zapatero, producto de un sistema mucho más abierto que el del PP, que fue una catástrofe. Sánchez apela a las bases frente a la estructura del partido y está causando un destrozo.
-No tiene mucha afinidad con el presidente Rajoy.
-En lo personal siempre he tenido una relación cordial porque es muy agradable. Durante un tiempo comíamos todos los lunes cuando yo estaba en Génova. Tenemos diferencias políticas.
-¿Lo considera mediocre, con poca altura como hombre de Estado, tibio?
-Le gusta poco la política, la confrontación, el debate, sobre todo en momentos de alta tensión. Rajoy es más de gestión, de administración, y que si hay que ir se va, pero ir por ir. Si hay que ir a una pelea, va, se sube a la tribuna y hace unos discursos parlamentarios fabulosos, pero en los argumentos y en la dialéctica confía más bien poco y eso lo lleva a adoptar una actitud de pasividad.
-Aunque resistiendo...
-Ahí es insuperable, pero en la vida no todo es resistir. En política hay que avanzar posiciones, conquistar.
-¿Por quién pasa el futuro del Partido Popular?
-Rajoy se ha asegurado de que el debate quede cercenado; el de las caras no me interesa, sí el de las ideas. Es un partido grande, aunque no de 700.000 militantes, con personas con talento, valentía y visión moderna.
-¿Aznar va a volver a la primera línea política?
-Ni idea. Renunció a la Presidencia de honor y a partir de ahí es un nuevo-viejo actor de la política.
-¿Ve a alguien capaz de resolver el lío del PSOE?
-Admiro a Javier Fernández, una de las personas más racionales que ha irrumpido en estos tiempos. Le reprocho que haga un discurso moderno, no dé el paso él y tengamos que contentarnos con Pedro Sánchez, Susana Díaz y Patxi López; ninguno es una opción atractiva.
-Si antes degenerando se llegaba de banderillero a gobernador civil, como dijo Belmonte, ¿qué hay que hacer para que un ministro de Hacienda del PP se convierta en socialdemócrata?
-¡Nada porque lo son todos! ¡Vienen de fábrica! La socialdemocracia triunfa en el PP como en otros sitios. Veo pocos defensores de bajar impuestos y de una gran reforma impositiva.
-Usted es un látigo contra las fuerzas secesionistas catalanas, ¿no les favorece tanto ruido mediático?
-Un gran error del Estado ha sido pensar que tu silencio y tu pasividad van a garantizar su silencio y su pasividad. El nacionalismo tiene una capacidad de movilización y de hacer ruido propias. La obligación de los demócratas es contraponer argumentos poderosos a ese ruido. Eso es política.
-Hay mucho hartazgo...
-Hay que luchar contra ese cansancio porque parte de su estrategia es ganarnos por desistimiento. Cuando se constituyó Libres e Iguales uno de sus objetivos fue decirles a los españoles "no os canséis".
-Tras la sentencia de Nóos, ¿somos Libres e Iguales los españoles?
-Desde 1978. Es la gran hazaña española, pasar pacíficamente de la dictadura a la democracia. Es algo que muy pocos valoran. Hay cierta tendencia a tirar piedras sobre nuestro tejado, decir que somos un país fracasado, que la Transición fue un horror, que la Constitución es pésima, que somos una democracia de cuarta y nada es cierto. Aquí se juzga al yerno del ex Rey y cuñado del actual Rey, se le puede condenar y no pasa nada.
-¿No es contradictorio que con la sociedad mejor formada de la historia viva Trump en la Casa Blanca?
-La apelación a los sentimientos, al miedo, al odio al diferente... destruyó el siglo XX y causó millones de muertes. La irracionalidad es una fuerza muy destructiva. El desafío es derrotarla. Y también prolifera en sociedades avanzadas. El principal factor movilizador del votante de Trump, de Le Pen, delBrexit, de los antiespañolistas, de Podemos, está en pulsiones irracionales, sentimentales, las vísceras.
-¿Obama se ha vendido mejor de lo que ha sido?
-Probablemente sí.
-¿Dónde nos lleva el Brexit?
-A la división y a la destrucción de la UE.
-Si se cambia el pendón de Juana de Arco por la camiseta del Che Guevara, ¿sería capaz de distinguir a Marine Le Pen de Pablo Iglesias?
-Tienen mucho en común. El populismo brota por la izquierda o por la derecha, su objetivo es igual: la destrucción del sistema de democracia liberal. Trump, Le Pen, Iglesias, Puigdemont, Farage... predican el odio. Son el mismo submundo.
-¿La UE se juega su futuro en las urnas francesas y alemanas?
-Si vence Le Pen, sí. En Alemania parece que ganará el Partido Socialista. Las elecciones galas pueden significar el final de lo que construimos en el siglo XX.
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