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Valentí Puig | Escritor

"Sin culpa no hay civilización"

Valentí Puig.

Valentí Puig. / Montse Garriga

Definido como "uno de los autores más intelectualmente sólidos y lúcidamente críticos de las letras catalanas", Valentí Puig (Palma, 1949) es un intelectual conservador con una prolífica obra, innumerables colaboraciones en medios escritos y premios de renombre como el Josep Pla. Arremete sin contemplaciones contra el independentismo que reventando la locomotora económica de España. Publica Dioses de época (Destino), una crónica del cambio de costumbres y un retrato afilado de la política y la cultura entre 1993 y 2006. "Si te acercas al poder, acabas mal", afirma el autor balear.

–¿Los buenos escritores de derechas gastan mucho mejor buen humor que los buenos escritores de izquierdas?

–Opongámonos a ser etiquetados. No me siento de derechas de toda la vida. Soy conservador. Es anteponer la libertad sin ir por ahí rompiendo cristales.

–Don Valentín Pico, ¿cuándo decidió rebautizarse para adaptar su nombre al idioma del opresor?

–En casa siempre me llamaron Valentí. Y así firmo, como Valentí Puig, desde mi primer artículo, en los años setenta. Con tanta Vanessa y tanto Jonathan no me parece mal seguir como te llamaban tus padres.

–Ganó el Premio Josep Pla con una semblanza de Josep Pla escrita en catalán... ¿cómo se puede ser tan españolazo?

–Pla es eso, una forma de mirar y de reconocerse, en Cataluña y en toda España.

–Andoni Ortuzar, presidente del PNV, dijo que en la Eurocopa él apoyaba a Escocia e Inglaterra. ¿Con qué selección debe identificarse quien desee "hacer país" en Cataluña?

–De fútbol no sé nada. Pero seguro que todos los seguidores del Barça no son nacionalistas y que en Cataluña hay forofos del Real Madrid.

–¿Tocó fondo Barcelona con la collera Torra-Colau en el poder o todo es susceptible de empeorar?

–Siempre puede empeorar. Quizás hasta el máximo deterioro no se podrá rehacer algo. La cuestión, claro, es que para el independentismo el máximo es la perdición de los demás y para Colau la okupación general.

–Indultos, concordia y paz y amor. ¿Pedro Mahatma Sánchez deja arreglado el entuerto catalán en cuatro o cinco años, como prevé Zapatero?

–Al contrario. Si se sigue cediendo, habrá vencido el procés. En eso estamos ahora, en un segundo procés.

–¿Le alquilaría una habitación baratita a Puigdemont para cuando el hombre vuelva del exilio?

–Su hábitat es una cabaña de pastor pirenaico. Otra opción es el sistema penitenciario.

–Acaba de reivindicar el papel de la Corona en el desarrollo de la Barcelona moderna. Oiga, eso es hoy en día más contracultural y más punk que pasearse en bolas por el escenario del Liceo.

–El primer apoyo que tuvieron las dos exposiciones universales y los Juegos Olímpicos fue la Corona.

–¿Hay medicina para los problemas de muchos españoles en sentir un vínculo afectivo con la idea de España?

–Es que España es un gran delta, de la Institución Libre de Enseñanza al carlismo, del catolicismo y los masones, de Cisneros a Ortega, de Joan Maragall a Rosalía, de la Ilustración y las catedrales, de las Cortes de Cádiz a 1978.

–¿Cómo casan ahora, en una época tan descreída, el catolicismo y la política?

–Se olvida que el cristianismo fundó la idea del bien común.

–¿Qué ganaría su tierra, Baleares, si gobernara Rafael Nadal en vez de Francina Armengol?

–Mucho. Nadal es persona de gran sentido común y ha hecho más por Mallorca que la mayoría de políticos advenedizos.

"La corrección política va para largo; de hecho, Pedro Sánchez es una percha ultracorrecta"

–Encumbra el moderantismo. Malos tiempos para los no radicales, los señalados como equidistantes.

–Mire, defiendo el moderantismo en todo. Sólo sería radical en la reforma educativa. La equidistancia es otra cosa, un acomodo.

–Paladín de la ideología conservadora, ¿qué opina de populistas de la derecha como Bannon, Abascal, Salvini y Orban?

–No creo que encarnen a Satanás. Están en los extremos del juego político. De todos modos, yo todavía soy del bipartidismo de la Transición. Moderémonos.

–¿Ve a la vieja Europa con el gotero en la UCI y con su cerebro cerca del encefalograma plano?

–Se pretendió prescindir de los Estado-nación pero el supranacionalismo europeísta no cuaja. Al contrario, cuesta aunar las voluntades de los socios europeos. Aun así, vale la pena intentarlo cada día.

–Con la tradición de políticos mujeriegos y golfos del Reino Unido, Francia e Italia, ¿no son los nuestros unos beatos y sosainas?

–Todos hacen lo que pueden. Prefiero un político de inteligencia práctica a un ángel sin sentido de la realidad. Sin culpa no hay civilización.

–¿Por qué hay que admirar al pensador conservador sir Roger Scruton, fallecido en 2020?

–Creía en reformar y no revolucionar, en la gran continuidad, en la belleza como orden.

–Estamos continuamente pasando exámenes de moralidad. ¿Adónde nos conduce el adoctrinamiento de la izquierda puritana? ¿Hay vuelta atrás?

–La corrección política va para largo. De hecho, Pedro Sánchez es una percha ultracorrecta.

–En Dioses de época desarrolla su mirada personal de 1993 a 2006 sobre las incertidumbres del cambio de siglo. El resumen de lo que va del XXI es...

–Nuevas costumbres espantosas, portentos tecnológicos, África china, desmemoria.

–En Ratas en el jardín recuerda su juventud disoluta. ¿A los adolescentes les falta más piel y les sobra cibersexo?

–Espere un poco y veremos el sexo robótico a todas horas.

–Los que no somos muy disfrutones con los placeres gastronómicos, ¿seríamos vilipendiados en una comilona ficticia por Luján, Perucho, Cunqueiro, Peyró y usted?

–El festín de Lúculo, como proponía Camba. Añadamos a la lista el paladar de Xavier Domingo.

–Su mujer, Montse Garriga, es fotógrafa. ¿Lo ha sacado alguna vez feo o haciendo morisquetas?

–No que yo sepa. Somos un matrimonio ancien règim, casados dos veces. La primera por lo civil y, veinte años después, por la iglesia.

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