"Mi infancia es andaluza. Soy lo que soy gracias a Andalucía"

Paloma San Basilio. Cantante

Encabezó la recuperación del musical en España. Ahora publica el libro 'La niña que bailaba bajo la lluvia'.

"Mi infancia es andaluza. Soy lo que soy gracias a Andalucía"
"Mi infancia es andaluza. Soy lo que soy gracias a Andalucía"
Francisco Andrés Gallardo

09 de noviembre 2014 - 10:41

Protagonizó uno de los grandes montajes musicales en Madrid, Evita, y encabezó la recuperación del género junto a José Sacristán con El hombre de La Mancha. Paloma San Basilio, voz personal y poderosa donde las haya, sedujo con su baladas, sus boleros y sus incursiones pop, que calaron en España y en toda América, donde es una de las indiscutibles de la canción. Le gusta refugiarse en su casa de Zahara de los Atunes y bañarse en la playa de Los Alemanes. Ese es el telón de la portada de su libro La niña que bailaba bajo la lluvia.

-Acaba de publicar La niña que bailaba bajo la lluvia. ¿La esencia de Paloma San Basilio convertida en libro?

-Es esencia, son recuerdos, pero no es la típica biografía al uso. He intentado contar la vida de una niña de clase media en los años 50 y 60, la niña de una familia numerosa porque eran cuatro hermanos y una abuela. Y he volcado muchísimas reflexiones. Lo empecé a escribir tras hacer Víctor Victoria. Necesité una gran movilización interior. Me gusta escribir y empecé este libro para mí sola, sin pensar que fuera a salir al exterior.

-¿Se ha reencontrado consigo misma?

-Es un reencuentro con mis emociones, que por falta de tiempo no había hecho. Es un libro muy emotivo, con mucho sentido del humor, y sobre todo me he reencontrado con aquella niña, con los fantasmas de la adolescencia.

-¿Cómo diría que es esa niña que usted fue?

-Mi padre era profesor mercantil, un gran soñador, siempre con nuevos horizontes. No tenía pereza para moverse y nos transmitió esa ilusión por el cambio y la aventura. Nos movíamos cuando ir del Sur al Norte era una hazaña tremenda. Esos cambios de casa fueron una experiencia vital. Tras pasar la infancia en Sevilla e irnos a vivir a Galicia me gustaba bailar bajo la lluvia. Mi madre en vez de tratarme como una loca, buscaba la toalla para secarme.

-¿Se extiende ese espíritu de aventura durante toda la vida?

-Sí. En el libro incluyo relatos de mis viajes, mi experiencia y mi visión personal de esos lugares. Hablo de lo que supuso para mí descubrir el Tíbet, el templo de Abu Simbel o la Capadocia, donde encontré la capilla de San Basilio.

-¿Cuesta en verdad hablar sobre todos los recovecos de uno mismo?

-Para mí ha sido una catarsis emocional. Un viaje hacia el interior. Me desnudo mucho en estas páginas, porque están escritas con honestidad. Lo hablaba con Pablo, mi editor de Aguilar, necesitaba una narración vital que además me ha abierto una puerta.

-¿Cómo será esa novela que está escribiendo?

-La novela va a estar ambientada en el Cádiz de 1936, en el seno de una familia numerosa.

-Usted, nacida en Madrid, está marcada por Sevilla y por Cádiz.

-A Sevilla llegué cuando sólo tenía seis meses y estuve hasta los ocho años. Mi infancia es andaluza. Vivíamos en Sevilla y veraneaba en Cádiz. Soy lo que soy gracias a Andalucía, a la niñez en una tierra generosa, libre, donde la gente es como es. En Sevilla, de niña, podía bailar y cantar, lo que he sido después. Recuerdo la Semana Santa, la nevada en una azotea... Desde el balcón de mi casa en la calle Pastor y Landero veía los pasos. Me emocionaba y guardo esas imágenes.

-Lo comentaba anteriormente. ¿Fue un cambio brusco cambiar Andalucía por Galicia?

-Mi adolescencia es gallega. Una tierra diferente que llevo dentro. Mi familia estuvo en Lugo cinco años y seguíamos viajando de allí por toda España. Ese espíritu de nomadismo te hace más libre, más tolerante. Te hace mostrar lo nuevo y no agarrarte a lo viejo. Ese tipo de vida te hace huir del pasado. Y todo ese me marcó.

-Si quería viajar. No ha parado en ningún momento.

-El mayor regalo que podía tener como artista era viajar. Estar siempre andando de un lado para otro. Ha sido así mi vida. En el colegio yo siempre era la nueva de la clase. Esos cambios constantes me dieron alas.

-Su segunda casa, que es América, la ha recorrido de punta a punta. ¿Cómo fue aquella primera vez en que aterrizó en América?

-Fue con mi primer disco, en 1977. El presentador Raúl Matas quería que me conocieran en su tierra, en Chile. Y fue flechazo con toda esa gente. Yo diría que tengo la cabeza en España y el corazón en América.

-Todos los españoles (andaluces, vascos, catalanes...) deberían conocer de primera mano nuestra huella en América.

-Es un concepto miope, mezquino, pensar que sólo lo tuyo es lo mejor. Es afán por el poder y no reconocer lo que hemos aportado y hemos sido. Como país España ha sido muy fuerte e influyente. Si atomizamos nuestra cultura devaluamos nuestro pasado. Todo lo que genera odio es malo, que es lo que está produciendo esas divisiones en nuestro país.

-Siempre abundan los niños prodigio que suben y bajan como la espuma. Usted, sin embargo, comenzó en la canción cuando ya tenía 25 años ¿Es mejor así?

-Comenzar cuando tienes 25 años, cuando ya eres madre, te hace mirar todo de una manera distinta. La ventaja es que siempre he tenido una fe inquebrantable en mí. En los años 70 no había mucho acceso al mundo del espectáculo como sucede ahora en la televisión. Yo estaba en la universidad y no pensaba en dedicarme a esto. Fue todo casual.

-¿De pequeña quería ser artista?

-Desde muy pequeñita bailaba y cantaba en la caseta de feria de mi padres. Daba clases de baile, con mis zapatos de tacón. Tras el café de las visitas, salía a cantar... A mis padres les encantaba, me apoyaban, pero no querían que fuera una niña prodigio, porque no querían ser importantes a través de mí. Para que fuera artista me apoyaron después, para cuidar a mi hija Ivana.

-¿Quién le dijo entonces que usted debía cantar?

-Todo el mundo me elogiaba la voz. Y un buen día firmé un contrato. Me dieron 5.000 pesetas y entendí que ese era el camino.

-Su primera gran oportunidad fue en TVE, con Manuel Martín Ferrand.

-Un nombre además vinculado a Diario de Cádiz. Entré en el programa Siempre en domingo, pero sólo estuve dos meses. Nos relevaron los fijos de la casa para hacer Tarde para todos.

-¿Supo lo que es la fama instantánea?

-Al día siguiente de salir por primera vez en la televisión ya no podía volver a ser yo, a tener una vida normal.

-¿Cómo fue aquel fichaje tan fugaz?

-Me enteré por una amiga que hacían pruebas y buscaban a cuatro chicas. Yo era la chica para todo. Todos me ayudaron. Fernando García de la Vega me llamó para el programa Divertido siglo y aparecí hasta que pude disimular mi embarazo. Todo está en el libro.

-Una vida de libro.

-Y muchas cosas que contar.

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