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Benjamín Berlanga. Director de Cooperación de Ayuda en Acción

"Estoy del lado de los jodidos, que cada vez somos más"

  • Tiene 52 años y trabaja para ayudar a los desfavorecidos desde los 25. Nació en el norte de México, en un pueblecito minero cercano a la frontera con Estados Unidos. Se marchó a la capital para estudiar Sociología y ya no regresó. Como director de Cooperación de Ayuda en Acción dependen de él 72 proyectos de desarrollo a 15 años en América Latina, además de otros 30 que la organización apoya en Asia y África. Recientemente estuvo en Andalucía, visitando la sede de su organización.

¿Cómo llegó a la cooperación? 

Viví la efervescencia de la izquierda en los años 70. Algunos nos fuimos desencantando de la política y nos fuimos a trabajar al campo, con proyectos. 

¿Qué tipo de proyectos? 

Ayudábamos a las comunidades indígenas de la Sierra Norte. En San Andrés Yahuitlalpan, con poco más de mil habitantes, viví una experiencia que me marcó para toda la vida. 

¿Qué le ocurrió? 

Una mujer de parto murió mientras la trasladábamos a un hospital. Yo iba conduciendo la camioneta. Algo así te hace pensar que el mundo no marcha bien. 

¿Se sintió impotente?  

La aldea estaba al otro lado de un río, incomunicada en épocas de crecida. Había que atravesar un puente colgante y no había autobús, ni nada parecido. Era imposible llegar a la clínica en menos de dos horas. 

¿Ha vivido muchas de esas situaciones? 

Muchas, muchas. Me muevo por nueve países de América latina, sobre todo en zonas indígenas y campesinas. He visto la fuerza de la gente que cree que las cosas tienen que ser diferentes. 

¿Recuerda a alguien en especial?

 A un cura que trabajaba con gente que clasificaba basuras. Logró que le dieran un terrenito para una guardería en el basural. Como era tan pequeño, construyó un edificio. 

¿Usted lo visitó?  

Fui a visitar la obra y el cura me subió al tercer piso. Me decía: "¡Mira no más, qué hermoso se ve para allá!" Le dije que yo sólo conseguía ver un mar de basura y cositas moviéndose. 

¿Y qué le contestó él? 

Me contestó: "No seas pendejo, hay que mirar al horizonte, siempre al horizonte". Y es verdad que ,a lo lejos, se divisaba el Popocatépetl, el volcán de México. 

¿Por qué se alejó de la izquierda? 

La izquierda perdió su  perspectiva ética cuando se hizo política. Lo único que nos queda ahora es la ética, que es asumir la responsabilidad por el otro.  No sé si le entiendo...  Cuando estábamos en la izquierda decíamos: hay que tomar el poder para cambiar el mundo. Ahora sabemos que tomar el poder no resuelve las cosas. 

¿No? 

Hay que cambiar el mundo desde ahora, desde tu cotidianidad. ¡Cuántos de nosotros no fuimos perfectos revolucionarios y, al mismo tiempo, perfectos hijos de puta con los compañeros!  De ésos hay en todas partes.  Si miras a Cuba o a los países donde triunfó otro tipo de sistema ves que se perdió el sentido ético de la relación humana. 

¿Usted cómo se define?

¿Políticamente? Estando del lado de los jodidos. El mundo se divide entre los que están en situación de jodidos y aquéllos que producen esa jodidez. Lo que ocurre es que, cada vez más, los jodidos somos la mayoría de la humanidad.  Unos lo están más que otros, ¿no cree?  Incluso los privilegiados de los países de acá son víctimas de un sistema irracional, que favorece el aislamiento existencial y produce de sujetos mínimos. 

¿Mínimos? 

Sujetos que sólo aspiran a la satisfacción infantil de sus deseos, en medio del consumo. 

¿Lo suyo es un sacerdocio?

 Ése es el riesgo: que nos veamos como los nuevos revolucionarios y que los demás nos vean como la encarnación de unos sacerdotes que vamos a salvar a la humanidad.  Pero están en la vanguardia.  Ya no hay vanguardias. Como explica el pensador irlandés John Holloway, no podemos pensar que existen vanguardias, porque la idea de la vanguardia es muy iluminista. 

¿Hay una nueva filosofía de la cooperación?

Tanto el norte como el sur deben reconocer que la relación de donación es asimétrica, entre el que tiene y el que no tiene. Esa asimetría puede dar lugar a perversiones. 

¿Qué perversiones? 

Kennet Bowlding lo define muy bien en La economía del amor y del temor. Cuando te doy, acallo mi conciencia para sentirme bien y hago de ti un pedigüeño. El poder lo tiene el que dona. 

¿Y cuál es la alternativa?

Necesitamos saber reconocer esa asimetría para poder empezar a construir otro tipo de relaciones entre el norte y el sur, de igual a igual.

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