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María de los Ángeles Infante

"Mi madre se arrodilló ante su tío para implorar por la vida de mi padre"

  • La hija de Blas Infante recuerda el día que se llevaron a su padre. "Me dijo: 'coge unos dulces y una botella de anís y vas por la casa convidando".

-¿Qué recuerda de su padre?

-Yo iba a cumplir 6 años cuando se lo llevaron. Era el día de mi santo, el 2 de agosto, y fui a verlo a su despacho. Me dijo: "Coge unos dulces y una botella de anís y vas por la casa convidando".

-¿Había mucha gente en su casa ese día?

-Nuestra casa de Coria siempre estaba llena de obreros: albañiles, pintores, escayolistas... Era como un poblado. ¡Nunca terminaban de construirla!

-¿Y eso por qué?

-Mi padre era consciente de que el día que no trabajaban, esos hombres no comían. De modo que ordenaba deshacer lo hecho, aduciendo que no le gustaba. Como el velo de Penélope.

-¿Y su madre que decía?

-Decía: "Blas, a este paso nos quedamos sin dinero". La casa costó tanto que en el pueblo la bautizaron como Oro y plata. ¡Hubo que hipotecarla! Esa generosidad define el alma de mi padre.

-¿Por qué se fueron al campo?

-Estando él de notario en Coria, mi hermano Blas cogió una pulmonía y se quedó muy débil. Querían una casa en un cerro para que respirara aire puro.

-¿Qué más recuerda del día de la detención?

-El uniforme de los falangistas: la camisa azul y el gorro con borla. Rodearon la casa y lo sacaron por una cancelita, hacia el mediodía.

-¿Qué ocurrió entonces?

-Pude ver que mi padre les hablaba al salir. Luego mi madre nos contó que les dijo: "Con mis escritos privados haced lo que os parezca, pero el protocolo notarial ni tocarlo".

-¿Y le obedecieron?

-Le dijeron: "¡Ya vendrá otro notario!".

-¿Cómo reaccionó su madre?

-Le dijo al jefe del pelotón, el sargento Crespo, que ella era sobrina del gobernador civil, Pedro Parias. Y Crespo le respondió: "Si es así, muévase todo lo que pueda, porque traigo órdenes muy graves."

-¿Qué órdenes eran?

-Había orden de aplicarle a mi padre la ley de fuga, para que no llegara a Sevilla con vida. Pero Crespo no la obedeció: se portó muy bien, se jugó la vida.

-¿Lo llevó directo a Sevilla?

-Antes fueron al Ayuntamiento de Coria, desde donde mi padre llamó a su amigo Ángel Camacho. Mi madre, mientras, se fue a ver a Jaime Coll, teniente coronel de ingenieros, que la acompañó a Sevilla.

-¿Y…?

-Mi madre fue a ver a su tío. ¡Se arrodilló delante de su tío! Era hermano de mi abuela y tenía mucho trato con ella, porque pasaba temporadas en su casa. Mi madre era de las predilectas de la familia.

-Pero su tío no la ayudó.

-El general Queipo cuenta en sus memorias que los primeros que se pusieron a su disposición en Sevilla fueron Pedro Parias y sus hijos. Eso explica algunas cosas.

-¿Quién ordenó fusilar a su padre?

-Yo no lo sé. Un picador de toros de Coria, Almohadilla, estaba en el cine Jáuregui la noche que lo nombraron junto a otros, para llevárselo, y nos contó cómo fue aquel momento.

-Debieron ser días muy duros.

-Fueron días horribles. Queipo publicó un bando en esas fechas advirtiendo que no sólo serían pasados por las armas los prisioneros de guerra, sino todos aquéllos que intercedieran por ellos.

-¿Cómo reconstruyeron el fusilamiento?

-De forma casi milagrosa. Nuestro amigo don Juan Álvarez Osorio coincidió, un día que estaba comprando en una granja en Camas, con un hombre que fue testigo de cómo lo fusilaron.

-¿Quién era ese hombre?

-Un guardia cívico que acompañó al grupo hasta la [antigua] carretera de Carmona. Contó que mi padre murió gritando "Viva Andalucía Libre". Y una vez en el suelo, ya casi muerto, lo volvió a gritar.

-¿Cómo supieron que donde está enterrado?

-Supimos que está en el cementerio de San Fernando por el sepulturero Rafael, que cuidaba las tumbas de mis abuelos. Le dijo a mi madre: "Yo vi como lo echaban a la fosa común".

-Pero no tienen constancia documental.

-Hice mis gestiones. Pero no consta que fuera enterrado el 11 de agosto. En el archivo del cementerio no figuran más que unas pocas defunciones en blanco, sin nombre alguno.

-¿Qué molestaba tanto de su padre?

-Que defendía la reforma agraria. Había familias andaluzas que poseían términos municipales enteros. Soñaba con que cada campesino andaluz tuviera su parcela.

-Entonces había mucha hambre.

-Eso influyó mucho en mi padre. En aquellos años los jornaleros se amontonaban en las plazas. Llegaba el manijero y decía: "Vas a trabajar tú, tú y tú", a los menos conflictivos. El resto volvía a su casa sin pan.

-¿Y qué destacaría de su figura?

-Por encima de todo era un hombre bueno. Recuerdo que mi hermana Luisa y yo oímos una vez que mi madre le decía: "¿Quieres dejar ya Andalucía y Andalucía, que vas a traer una tragedia a esta casa?"

-¿Pero por qué el nacionalismo?

-Su nacionalismo no era separatista. En el Ideal andaluz afirma que entre el pugilato de las regiones de España debe sobresalir la que más haga por el común de España.

-Pero le acusaron de separatista.

-Sí, pero en El complot de Tablada dice claramente que Andalucía nunca podrá separarse de España, porque es la esencia de España.

Testigo privilegiada

La segunda de los cuatro hijos de Blas Infante ha cumplido 80 años el 4 de agosto. Para ella es una fecha cargada de simbolismo, porque se enmarca entre el día en que los falangistas detuvieron a su padre, el 2 de agosto de 1936, y la madrugada del 10 al 11 de agosto, cuando lo fusilaron. Aunque ella era aún una niña, guarda un fiel recuerdo de los últimos días felices vividos en la casa familiar que el notario e ideólogo del andalucismo construyó en Coria del Río (Sevilla) y nunca ha escatimado esfuerzos, desde los albores de la Transición, cuando se la ha requerido para honrar la memoria de su padre. Ahora trabaja en la organización del decimocuarto Congreso sobre el Andalucismo Histórico, que se celebrará en Sevilla en septiembre y que coincide con el 125 aniversario del nacimiento del Padre de la Patria Andaluza.

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