Miguel de Toro: "A Orban no lo he visto aún por la piscina"

Waterpolista

El waterpolista Miguel de Toro.
El waterpolista Miguel de Toro. / Sevilla FC

BOYA RIMA CON... JOYA. Boya, su puesto como waterpolista, rima con... joya. Miguel de Toro (Tomares, Sevilla, 1993) celebró ayer por todo lo alto su cumpleaños tras proclamarse campeón de Europa de clubes con el Ferencvaros y conquistar el oro con España en el Mundial de Singapur. Su mujer, Cseni, a quien conoció en Barcelona, es húngara y su hijo, Dante, mitad español y mitad magiar. Se graduará en breve en Economía.

Pregunta.–Oro en Singapur, su quinta medalla mundialista.

Respuesta.–Quién me iba a decir hace 15 años que mi vida deportiva me daría tantísimas alegrías.

P.–El waterpolo está dentro la Federación Española de Natación. ¿Cuántas licencias hay? Los resultados son espectaculares...

R.–No sé, bastantes menos que en natación. Llevamos muchísimos años al pie del cañón. En la base se está trabajando genial y eso, sumado a la labor de los seleccionadores, antes David Martín y ahora Jordi Valls, ayuda a que seamos el deporte que más medallas brinda a España.

P.–Junto a la sincronizada.

R.–Sí, también ellas. Las categorías inferiores de waterpolo consiguen medallas cada año. Estamos en nuestra cumbre.

P.–La piscina se ha acortado, la posesión y las exclusiones se han reducido, hay portero-jugador y VAR. A ustedes no les afectan los cambios en el reglamento.

R.–Nos han venido bien, somos un equipo dinámico, tácticamente muy trabajado y con buenos nadadores. En mi posición, boya, sufrimos más al haber más tiempo de lucha en los dos metros.

P.–Nos acordamos del waterpolo cada 4 años, en los Juegos, y ustedes han subido al podio en Europeos y Mundiales desde 2018 pero en Tokio y en París no. ¡Qué malaje!

R.–Fue un palo gordo, sobre todo en París. En cuartos no tuvimos el día con Croacia, que al final se llevó la plata. No perdimos contra cualquiera.

P.–¿Quién tiene más títulos en el siglo XX su amado Sevilla FC o usted?

R.–Creo que todavía hoy mi amado Sevilla FC, pero empezamos a acercarnos...

P.–¿Cuántas rimas al día escucha siendo boya?

R.–¡Pufff! Ni imagina. Diariamente tenemos cachondeíto, no sólo con mi posición; yo soy el primero que le busco las cosquillas a todos.

P.–Siempre he creído que boya es el peor trabajo del mundo junto a portero de balonmano y artificiero. ¿Lo corrobora?

R.–Sí, aunque el VAR nos está protegiendo bastante, antes era un auténtico suplicio:un tirón de aquí, un golpe por allá.

P.–Había incluso rumores de que antaño alguno llevaba agujas bajo el agua...

R.–Agujas no, pero te dan unos golpes y unos agarrones nada agradables en ciertas partes.

P.–Lo que recomiendan los médicos de beber dos litros de agua al día, lo traga usted en dos cuartos, ¿no?

R.–Jugando de boya con un tío encima casi todo el rato, el nivel de la piscina baja después del partido con todo lo que trago...

P.–Adiós a Felipe Perrone con 39 años y 13 Mundiales. ¿Qué tal líder ha sido el capitán?

R.–Una figura impresionante en el waterpolo, no sólo en la selección y en el Barceloneta, sino para cualquier niño que hace 15 años soñaba con ser Perrone, como Álvaro Granados, Alberto Munárriz, yo mismo... Echaremos de menos su liderazgo y cómo nos apoyado como si fuéramos sus hermanos pequeños.

P.–¿La generación de Estiarte marcó el camino?

R.–Por supuesto, enseñó a España qué es el waterpolo. Muchos no estaríamos aquí si no fuera por ellos.

P.–¿Lo conoce? Parece un señor especialito.

R.–Lo conozco pero no lo he tratado. El waterpolo español le debe mucho.

P.–Esta generación es menos canalla...

R.–Eran otros tiempos. El cachondeo y los entrenamientos iban de la mano. Se usaban métodos diferentes a hoy. Estamos más controlados, sí.

P.–De Toro y español.

R.–No puede ser más español, estoy muy orgulloso.

P.–Juega en el Ferencvaros, será de los pocos inmigrantes que le va bien en la Hungría de Orban.

R.–He encontrado un refugio magnífico. Es el mejor club del mundo, con muchos medios, y nos tienen entre algodones.

P.–Pero Orban no va a verlos a la pileta.

R.–A Orban aún no lo he visto por la piscina, no.

P.–El idioma se las trae.

R.–Es de los más puñeteros del mundo, pero tiene sus truquitos y, además, mi mujer es de allí y mi hijo medio húngaro.

P.–Su mujer tendría el corazón dividido en la final del Mundial.

R.–Sí, finge que iba conmigo, pero sus raíces son sus raíces y más como son los húngaros con el deporte.

P.–Revéleme un secreto. ¿Dónde guardan los porteros el taburete para parecer que están de pie sobre el agua?

R.–Ni yo entiendo cómo pueden aguantar tantísimo con los brazos arriba, es admirable. Unai Aguirre ha cuajado una temporada fantástica y seguro que ha ayudado el fichaje en la selección de Milos Scepanovic, un entrenador de porteros.

P.–¿Tiran más de piernas o de abdominales?

R.–Piernas. Cuando un tío te está fintando durante cinco segundos, aguantas arriba a base de piernas hasta que no puedas más.

P.–Mide 2,03 y yo, 1,96. Perdone la pamplina: ¿cómo se las apaña en los aviones?

R.–Esta pregunta sí es interesante... Buscamos un lugar con asiento libre en el medio o en emergencias; si no, en los vuelos de más de dos horas llego con las rodillas fatal y me duele la espalda dos días.

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