–¿Cómo definiría un antropólogo la Semana Santa?
–Yo diría que es un hecho social total, un fenómeno donde se reflejan múltiples dimensiones: desde la religiosa a elementos de identidad de tipo familiar, de barrio, de grupo social, de pueblo... y personal. No por casualidad mucha gente que emigró en los años 50 y 60 vuelve a sus pueblos ahora.
–Un fenómeno que trasciende de la religión.
–Sí, incluso tiene una variante política, que explica por qué es importante para gente de diferente ideología.
–Y habrá otra económica.
–Sin duda. Desde mediados del siglo XIX, el comercio local siempre ha tenido mucha importancia en la reactivación de la fiesta. Son los días del año en los que la gente del lugar solemos gastar más dinero y hacer turismo.
–Otros salen estos días a la calle para ver arte.
–Es otra vertiente, la estética. Es lo que algunos llaman arte efímero, que no es sólo el patrimonio artístico, sino el contexto. En estos días se celebra el principio de la primavera. Algunos celebran la resurrección de la vida con minúsculas y otros con mayúsculas, todo es compatible.
–Y muy complejo.
–Es difícil de entender para quienes no tienen las claves y también para quienes creen tenerlas y sólo poseen una.
–¿Esto explicaría por qué gente que no practica la religión católica se involucra?
–Claro, la vertiente religiosa no es la única. Desde ortodoxias y fundamentalismos laicistas no se entiende cómo gente que no comulga con el conservadurismo puede vivir estos días intensamente.
–¿Y qué reflejan las cofradías? Todas no son iguales.
–A veces se invierte la situación real. En las grandes ciudades, las cofradías de gente con nivel medio-alto visten de manera muy austera, de negro, con cinturones de esparto, con tronos y pasos sin flores ni música... Y, tradicionalmente, las cofradías de los barrios más populares y sectores más desfavorecidos suelen tener capas, capirotes de terciopelo, velas rizadas, bandas de música... Quienes no actúan de protagonistas en la sociedad real, lo hacen estos días.
–¿Las cofradías también han evolucionado?
–En los años 50 y 60 la mayoría eran círculos minoritarios, cerrados, donde los cargos de autoridad se heredaban. En los 70 eso cambió.
–¿Se democratizaron?
–Sí, aunque algunos lo ven como negativo porque divide fuerzas. Y también el cambio se debió al protagonismo a la juventud. Cuando entraron los jóvenes asumieron la función de ser hombres de trono o costaleros. En Málaga eso hizo que se quedara más vacío el cuerpo de nazarenos y entraron las mujeres.
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