SANIDAD
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Apariencia frágil, duro carácter

Elena salgado

Apariencia frágil, duro carácter
A. Salvador / Sevilla

08 de abril 2009 - 05:03

Bajo su aparente fragilidad, la nueva ministra de Economía esconde un carácter de hierro, forjado en gran medida durante su paso por el Ministerio de Sanidad donde tuvo que enfrentarse a alguna de las polémicas más duras de la primera legislatura de Zapatero.

A pesar de las supuestas críticas recibidas por el mundo de la economía, Elena Salgado ha realizado una gran parte de su carrera profesional en puestos técnicos del ministerio en el que ahora sustituye a Pedro Solbes. Ha trabajado en el Instituto de la Pequeña y Mediana empresa industrial y se encargó de acometer la reforma administrativa del ministerio como directora general de Gastos de Personal. En su biografía también se pueden rastrear cargos en Renfe, Hunosa o la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre e incluso la secretaría general de Comunicaciones, cargo al que accedió en 1991 hasta 1996. Durante esos años también fue presidenta del consejo de administración de Correos y Telégrafos, de Hispasat y representante del Estado en la cúpula de Telefónica.

Gallega de Orense, nacida en 1949, pudo demostrar su fortaleza de carácter en el largo contencioso que mantuvo con el PP en los tribunales. El problema surgió en 1996, año del primer triunfo popular, cuando el nuevo secretario de Estado de Cultura, Miguel Ángel Cortés, decidió destituirla del último cargo que ocupaba: la dirección general de la Fundación Teatro Lírico. Salgado recurrió su cese ante los tribunales aduciendo que se producía por razones puramente ideológicas. Su demanda fue rechazada por sucesivas instancias judiciales pese a lo cual peleó hasta el final.

Tras la victoria socialista en las elecciones de marzo de 2004 Elena Salgado fue nombrada ministra de Sanidad, puesto desde el cual desplegó una actividad sin precedentes. Entre sus actuaciones, logró que se aprobara la Ley Antitabaco que tantos ríos de tinta hizo correr; la de Reproducción Asistida por la que mantuvo una dura pugna con la jerarquía eclesiástica y la Ley del Medicamento. Al mismo tiempo presentó estrategias para combatir la obesidad, especialmente entre los niños; intentó frenar el creciente consumo de drogas y puso en marcha el plan de calidad del Sistema Nacional de Salud para reducir los errores de medicación, las infecciones hospitalarias o los efectos adversos de la anestesia. También se embarcó en campañas como la retirada de la publicidad de una hamburguesa XXL de una conocida cadena de restaurantes de comida rápida o la firma de un acuerdo con el sector de la moda para homogeneizar las tallas de ropa y evitar problemas crecientes entre las jóvenes, como la enfermedad de la anorexia.

En julio de 2007, aunque su nombre se barajó con insistencia para convertirse en la primera mujer ministra de Defensa, fue finalmente nombrada ministra de Administraciones Públicas, un cargo mucho menos mediático pero desde el que ha puesto de manifiesto sus mejores virtudes, quizá la tenacidad y la discrección, y en el que tuvo tiempo de terminar de cumplir los requisitos para implantar el nuevo documento de identidad electrónico y gestionó los acuerdos para incorporar a diferentes comunidades dentro de la Red 060, un nuevo modelo de servicio público que permitirá a los ciudadanos realizar sus gestiones administrativas de forma electrónica.

Pero la iniciativa más importante ha sido el Fondo Estatal de Inversión Local, para la mejora de calles, pueblos y ciudades, inversiones por importe de 8.000 millones de euros con los que el Gobierno confía en crear 400.000 puestos de trabajo.

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