Las claves

Goleada secesionista en la batalla de la comunicación

  • Plan. Los independentistas sabían que necesitaban el apoyo internacional para la independencia y la ayuda de los medios foráneos para generar el clima necesario para sumar adeptos a la causa

Goleada secesionista en la batalla de la comunicación

Goleada secesionista en la batalla de la comunicación

Millones de españoles se indignaron el miércoles con las imágenes de Barcelona: los huelguistas que paralizaron autopistas y la estación de Sants utilizaron a niños para alcanzar su objetivo. Además, colocaron a adolescentes en las vías del tren para impedir su salida o llegada. El propio Gobierno envió esas imágenes a varios medios, con apenas una línea de texto, por si acaso no habían tenido acceso a ellas.

Al fin. Hasta entonces, los únicos vídeos y fotografías que llegaban a las redacciones eran enviados por personas que trabajaban en la Generalitat o algunos de los partidos y movimientos independentistas. Con una diferencia significativa respecto a las recibidas el día de la huelga: la mentira y la verdad. El 1 de octubre, las imágenes más impactantes no se correspondían con cargas policiales contras quienes pretendían participar en el referéndum ilegal, sino que eran de tiempos pasados, situaciones que no tenían nada que ver con el deseo de votar... y con los Mossos como agresores. Fake news, noticias falsas, terminología muy de actualidad desde que Trump es presidente de EEUU.

Noticias falsas que fueron profusamente emitidas por algunos de los medios más influyentes del mundo y que sirvieron a gobernantes de varios países para denunciar la violencia de la Policía contra ciudadanos indefensos que sólo pretendían votar. Esas fotos fueron distribuidas por los movimientos independentistas. Como la falsedad de que el 1-O las cargas habían provocado 900 heridos. Habían sido cuatro, dos de ellos leves. O como el dato (falso) de que a una mujer un agente le había roto los cuatro dedos de la mano y le había tocado los pechos. Tuvo una leve lesión muscular en un dedo y un vídeo demostró que mintió.

Puigdemont y su equipo, con la ayuda inestimable de los partidos independentistas, y de la ANC y Òmnium, desde el primer momento entendieron que necesitaban el apoyo internacional para lograr la independencia, y a su vez la ayuda de los medios de comunicación internacionales para generar el clima necesario, político, económico y social, para sumar adeptos.

personajes atípicos

Decidió Puigdemont crear una Conselleria de Relaciones Exteriores para "vender" el independentismo en el exterior e integró a tres relevantes comunicadores: la periodista Pilar Rahola, con columna destacada en La Vanguardia -el periódico de referencia del centroderecha catalán- y tertuliana en varios medios, así como Josep Antich, ex director de ese diario, y al editor y experto en estrategia de comunicación Oriol Soler.

Éste se empeñó en captar personajes mediáticos internacionales y logró que desde su encierro en la embajada de Ecuador en Londres Julian Assange se convirtiera en un destacado defensor de la causa independentista y, desde Moscú, lo hiciera el ex agente de la CIA y la NSA Edward Snowden, acusado de hacer públicos documentos secretos que ponían en riesgo la seguridad de EEUU. El independentismo encontró una peculiar portavoz más, la actriz Pamela Anderson, que al parecer mantiene una estrecha relación con Assange.

El conseller del ramo, Raúl Romeva, no se ocupó de abrir cauces de diálogo con personalidades de los gobiernos de otros países, su interés era otro: los periodistas. Puigdemont lo fue durante años y conocía muy bien el poder de la comunicación, así que Romeva, al frente de Diplocat y su famosa red de embajadas, se centró en establecer relaciones con articulistas, televisiones y emisoras extranjeras para exponer su punto de vista sobre la situación de Cataluña, con el sesgo que le interesaba.

Alfombra roja

El Gobierno no advirtió el peligro o no midió sus consecuencias. Mientras Romeva viajaba por el mundo y mantenía contactos con directores de medios, La Moncloa y los ministros ponían trabas a los corresponsales. Lo habitual era remitirles al gabinete de prensa de los ministerios para facilitarles información, lo que evidentemente no tiene nada que ver con lo que deseaban los periodistas.

Romeva, en cambio, desplegaba la alfombra roja. Abría las puertas de la Generalitat a los corresponsales; se prodigaba en invitaciones para que visitaran Cataluña los directores o editores que lo desearan, y les ofrecía lo que más desea un periodista: encuentros con las personalidades por las que estuvieran interesados. Facilitar el número de su móvil formaba parte del guión y, en sus constantes viajes, siempre incluía un almuerzo o cena con los periodistas más influyentes. Organizaba foros sobre Cataluña y no había periodista que no fuera tratado como una figura de relevancia internacional.

A nadie extraña por tanto que, convocada la consulta ilegal, ésta provocara tanto eco en los medios extranjeros. Mientras, el Ejecutivo seguía sin advertir que la batalla de la comunicación la estaba ganando, por goleada, un Govern que quería romper España y que no tenía el menor pudor para dar una versión completamente falseada, engañosa, mendaz, que sin embargo daban como cierta no sólo muchos catalanes sino que la aceptaban como verdadera docenas de personajes influyentes de la comunicación internacional.

Reacción tardía

Con un elemento a favor esencial para el independentismo, en este caso en España: TV3, la televisión autonómica que no ha tenido ningún pudor en ponerse al servicio del Govern de manera innoble, porque así son las maniobras para emitir programas diseñados para ofrecer la historia a conveniencia y tertulias de cuatro o cinco independentistas machacando verbalmente a quien no lo era.

Sólo cuando los medios extranjeros se posicionaron clara e inquietantemente a favor del independentismo, con argumentos como el derecho a decidir, a la libertad de expresión o a intentar liberarse del yugo de Madrid, comenzó el Gobierno de Rajoy a reaccionar. Con éxito, pues en sólo un mes logró más apoyos a la defensa de la unidad de España que en los últimos seis años, lo que demuestra que si se hubieran puesto en marcha años atrás el independentismo no habría provocado tantas simpatías en el extranjero.

Los ministros fueron más receptivos, aceptaron invitaciones para acudir a programas de televisión dentro y fuera de España y en Bruselas se desplegó un importante dispositivo de comunicación con las autoridades europeas. Desde la Secretaría de Estado de Comunicación se crearon foros con periodistas españoles y extranjeros para difundir noticias e imágenes, así como informes sobre las cuestiones legales que podían sembrar dudas respecto a su aplicación.

Demasiado tarde. Lo único que tranquiliza es que son tantos, y tan graves, los errores de los independentistas que a pesar de su eficaz política de comunicación están perdiendo peso, credibilidad y la unidad necesaria para sacar adelante cualquier proyecto.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios