De Puerto 1 a Tánger en menos de una hora

Rafá Zouhier, condenado a diez años por los atentados del 11-M, fue expulsado del país en una operación relámpago Salió de prisión poco después de medianoche y se le envió a Marruecos en avión desde Rota

P. Ingelmo/Agencias Cádiz

17 de marzo 2014 - 01:00

El Ministerio del Interior no tenía ninguna duda: Rafá Zouhier, el marroquí condenado a diez años por ser el intermediario de los explosivos del 11-M que acabaron con la vida de 191 inocentes en los trenes de cercanías de Madrid en 2004, pasaría el tiempo estrictamente necesario en suelo español una vez que abandonara la prisión de Puerto 1. Así fue. Su deportación, llevada a cabo en la madrugada de ayer, no llevó más de una hora.

Con un plan meticulosamente diseñado y perfectamente ejecutado, en el que se exigió a los funcionarios de prisiones y policías que iban a intervenir máxima discreción, Zouhier fue expulsado sin luz y sin taquígrafos, sin algaradas y sin conexiones televisivas en directo. La decena de gráficos de medios de comunicación que se congregó en la puerta del presidio esperaba aún a las dos de la mañana cuando el ex reo, muy posiblemente, ya pisaba suelo marroquí.

Entre el viernes y el sábado se resolvió todo el papeleo que conlleva una excarcelación, de modo que a medianoche de ayer domingo, cuando se cumplía la condena de Zouhier, éste pudiera salir de la celda de Puerto 1, previo paso por la enfermería, para ser conducido en un furgón blanco -no los habituales que utiliza la Policía para los traslados- por una salida trasera hasta la carretera de Rota y, de allí, a la cercana base naval, donde esperaba un avión que le llevaría a Tánger. Así se produjo.

Un dispositivo modesto, no más de una docena de policías encapuchados, se encargó de la gestión. Todo estaba convenientemente hablado con las autoridades marroquíes, que esperaban al que, sin duda, era uno de los más molestos presidiarios del sistema penitenciario. El vuelo era privado en uno de los aviones que a veces utilizan altos cargos para realizar pequeños recorridos. Antes de las dos y media de la madrugada, los agentes que participaron en la operación ya estaban de regreso.

La sorpresa fue para el abogado del marroquí, Antonio Alberca, que el sábado se trasladó en compañía de la mujer de Zouhier, Paloma Álvarez, que se había casado con él el pasado septiembre en la prisión,a El Puerto. La intención era entrevistarse con él antes de su salida de prisión. Quería darle algunas indicaciones sobre los pasos que tenía que dar para evitar su inmediata expulsión del país. Entre esas instrucciones se encontraba pedir un habeas corpus, es decir, solicitar que fuera puesto ante un juez. Lo intentó por la mañana sin éxito, por lo que decidió comer en la cercana venta El Cepo en compañía de Paloma Álvarez. Lo volvió a intentar por la tarde y la entrevista le volvió a ser denegada recordándole que los abogados no pueden tener reuniones con sus patrocinados los fines de semana. Alberca avisó que denunciaría al jefe de servicio de prisión y así lo hizo en la mañana de ayer.

Lo que no podían saber ni él ni Álvarez era el plan que tenía la Policía con el preso. Alberca asegura que en ningún momento se le comunicó dónde se encontraba su cliente ni se le mostró la resolución por la que se aplicaba el artículo 57,2 de la ley de extranjería, que es en la que se han basado las autoridades españolas para su deportación inmediata. Según este artículo, cualquier inmigrante que haya sido condenado a más de un año de prisión y que carezca de papeles de estancia en el país puede ser expulsado en cuanto haya cumplido la pena. Zouhier no podía acreditar ni trabajo ni familia en España, pero se había casado hace unos meses con una española, lo que se pretendía alegar para conseguir, al menos, medidas cautelares.

El proceso, en cualquier caso, no ha sido el habitual, ya que en circunstancias normales él podría haber solicitado ser llevado ante un juez y contar con un mes de plazo hasta que se resolviera el caso. Interior ha considerado que en el caso de Zouhier se daban circunstancias especiales relacionadas con la alarma social y con una sensibilidad ciudadana a flor de piel, máxime cuando sólo hace unos días se había conmemorado el décimo aniversario de la salvaje matanza.

stats