El arte de 'dar la chapa'

El buzoneo electoral es un arte en desuso, pero esencial en una campaña · Torrijos valora su propia gestión · El PP enseña a Rajoy y a Arenas más que a Zoido · Espadas: "Seré el alcalde"

El arte de 'dar la chapa'
El arte de 'dar la chapa'

16 de mayo 2011 - 01:00

EXISTE algo que genere más bostezos que el correo atrasado? Facturas, cartas del banco, la publicidad habitual de las compañías de telefonía móvil y, ahora, una repentina sucesión de cartas (personales, claro) de los candidatos a la Alcaldía de todos los partidos. No hay tregua. Los tenemos a diario en la televisión, en los periódicos, en la esquina y hasta en el buzón. Todo vale para acosar al frágil elector.

El buzoneo electoral es todo un clásico. En los tiempos actuales, donde todo se mueve ya por internet, a través de las redes sociales, cuando cualquier edil de pueblo cree ser capaz de emular a su propia escala el movimiento social que canalizó digitalmente Barack Obama, que uno todavía reciba una misiva de los alcaldables viene a ser un tierno milagro. Según algunos modernitos, dicha práctica es una antigualla. Los perros viejos (que en política, como en todos los oficios, siempre son necesarios) saben, sin embargo, que aún hay bastantes votantes que hacen vida independiente (nunca mejor dicho) de tanto cacharro. Mr. Ipads, en realidad, no hay tantos. De hecho, sospecho que sólo hay uno, aunque éste es otro tema. A los votantes de cierta edad, vitales en la apretada liza por la Alcaldía, hay que darles la mano, sonreírles y, evidentemente, tener el detalle de escribirles una antigua carta. En papel. Siempre en papel.

Los partidos, junto a la misiva, acostumbran a incluir su papeleta electoral y un sobre vacío. Poner las cosas más fáciles, le llaman. Abro la primera carta: Torrijos. Nuestro Júpiter tronante sale -cual columnista- con la mano en la barbilla y nos cuenta que hace cuatro años estableció "un pacto" con nosotros.

-¿Seguro? Yo, la verdad, no recuerdo nada de esto, pero en fin...

El candidato insiste. En el segundo párrafo incluye una frase en gallego: "Usted depositó, o no, su confianza en nosotros". Vamos a ver: si es que sí, pues se justifica la explicación siguiente; pero, si es que no, huelga continuar, ¿no? Pues no: el alcaldable de IU te cuenta, quieras o no quieras, que él ha cumplido con su compromiso contigo (¿?) y que tiene la intención de sellar (¿una variante del síndrome del notario?) nuevamente este acuerdo conjunto "a través de tu voto". Tantas vueltas para pedir siempre lo mismo.

Torrijos evalúa en su carta electoral su propia gestión -se aprueba, claro- y recuerda los principales ejes de su programa. Servicios sociales, un plan de choque contra el paro, un parque social de viviendas, participación, sostenibilidad.

-Muy bien, gracias, hombre.

Después rasgo la carta de Espadas (el senador). El socialista dice que mi voto "es importante" -para unos más que para otros- y que "marcará el futuro de Sevilla". Tras intentar captar la benevolencia del destinatario de su misiva electoral, entra en materia. "Mira al futuro, no al pasado". Y agrega: "Piensa en lo que hemos construido juntos, no sólo en los errores que hemos podido cometer".

-¿El pasado? Monteseirín, ¿no?

Antes de aclarar a qué se refiere asienta otra idea: "Me presento con un proyecto nuevo, con un equipo nuevo y renovadas fuerzas, dentro de las siglas de siempre, las del PSOE, que son las que siempre han dado la cara por la transformación de esta ciudad". Es una cosa muy personal, pero a mí me recuerda a aquel famoso verso de Pablo Neruda, que era comunista (esto es por si se pone nervioso el Zoido-team) pero también Premio Nobel: "Nosotros/los de entonces/ya no somos los mismos".

A continuación me explica Espadas cuáles son las ideas-fuerza (que dicen los modernitos) de su programa. "Un distrito más participativo, cercano, dialogante, eficiente, la lucha contra el desempleo, la movilización para activar los sectores productivos, el liderazgo a la hora de atraer inversiones, la búsqueda del talento, la igualdad de oportunidades y el compromiso con los barrios con menos servicios y más problemas [sin nombrarlos] y sin dar ni un solo paso atrás en las políticas sociales".

-Está muy claro, sí señor. Me pregunto: ¿con qué dinero se paga todo esto? Y me acuerdo de la anécdota verídica que contaba Sabina, que afirma que su padre, en el lecho de muerte, agonizando, antes de morir, en lugar de buscar luz, más luz, como dijo Goethe a la hora del último suspiro, hizo otra pregunta trascendente: "¿De dónde sacarán tanto dinero las diputaciones?".

Bromas aparte, Espadas es el único que, sin nombrarlo, advierte de los peligros del populismo que guía la campaña de Zoido, su gran adversario. "Confía en quienes no se conforman con el inmovilismo, quienes apuestan por construir, no por criticarlo todo. Los que queremos la Sevilla de todos y no de unos pocos a los que no les falta de nada. La soberbia y la prepotencia son malas consejeras. Uno no nace alcalde, sino que lo hacen alcalde los ciudadanos. Con humildad, si así tú lo decides, seré el alcalde que Sevilla necesita".

-¿Esto del hombre que Sevilla necesita no era cosa de Zoido?

Para salir de dudas, abro la carta del PP. ¿Dónde está Zoido? A color, folio completo, aparece Rajoy (Mariano) que me dice que "el cambio político es urgente y necesario para el empleo y la igualdad de oportunidades, para salir de la crisis y recuperar la esperanza". Le doy la vuelta a la carta. Cara B. Arriba (los periodistas lo jerarquizamos todo de arriba a bajo; de impar a par) sale Arenas hablándome de "lo que podemos hacer los andaluces para terminar con la crisis". Bajo del líder regional del PP, sin titular propio (cosa sorprendente) por fin aparece Zoido (Juan Ignacio) que me promete "eficacia, transparencia, austeridad, servicios de calidad, seguridad, limpieza y, por encima de todo, empleo". Eso sí. Me advierte: "necesito tu confianza". No sé cómo llamarían ustedes a semejante caudal de mensajes. Yo lo llamo sencillamente dar la chapa. Menuda tropa.

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