España

El último servicio de la ministra

  • María Jesús Montero centra la atención en el Parlamento antes de tomar posesión como ministra de Hacienda del nuevo Ejecutivo socialista

María Jesús Montero.

María Jesús Montero. / José Ángel García

Atendiendo al orden del día, la tarde en el Parlamento se presentaba ayer tranquila, pero no todos los días una ministra ayuda a aprobar leyes en la Cámara andaluza. María Jesús Montero es tan habitual en los patios de las Cinco Llagas como las altas palmeras -indultadas de la poda recientemente- y el busto de Blas Infante, pero esta veterana de los gobiernos de la Junta cogió anoche un AVE a Madrid para encargarse de otro tipo de presupuestos, los generales del Estado. Antes de irse, la ministra de Hacienda tenía que votar un par propuestas legislativas en un Parlamento que prestaba más atención a las noticias que venían de la capital que al debate de la tribuna.

Mientras que su nuevo jefe le contaba a Felipe VI quiénes eran los elegidos para su gabinete, Montero llegaba a su escaño, rehuyendo de la prensa. "Luego os busco", prometía camino de su despacho. La política sevillana fue una de las primeras confirmaciones del Ejecutivo socialista, pero no quiso hablar hasta que Sánchez dio su rueda de prensa. "Le tengo un gran aprecio", decía José Antonio Miranda por los pasillos. El portavoz de Hacienda del PP tuvo muy buenas palabras para su habitual contrincante, pero reconoció que piensa recordarle pronto que ahora es ella la encargada de abrir el melón de la financiación autonómica. "El miércoles pasado me dijo que no había que esperar ni un día más", apostilló.

Sus adversarias en el debate presupuestario se acercaron a felicitar a la ministra de Hacienda

Un par de horas después, con el nombramiento ya oficial, Montero hizo una mueca y se limitó a reírse cuando le preguntaron por el Consejo de Política Fiscal y Financiera. "Los problemas de Andalucía son los míos. Y las alegrías también", garantizó la nueva ministra de Hacienda, antes de agradecer la confianza del presidente y también la de Susana Díaz por el trabajo realizado "en los momentos difíciles". En sus primeras declaraciones tras la comparecencia de Sánchez, se comprometió a "mejorar la vida de las personas" y lanzó un guiño a la Bruselas. "Hay que ser sensibles", dijo Montero, que ha sido respetuosa con los objetivos de déficit marcados desde la UE en su recorrido como consejera de Hacienda. Pero también ha sido beligerante con su predecesor.

María Jesús Montero siempre ha reconocido que se entiende bien con Cristóbal Montoro, pero le ocurre lo mismo con muchos de sus adversarios. Quedó claro ayer, dentro del plenario. El portavoz de IU, Antonio Maíllo, fue de los primeros en acercarse al escaño de la ministra para felicitarla. Después se acercaron Juanma Moreno y José Antonio Castro, otro veterano del Parlamento. Casi corriendo, desde sus bancadas se sumaron al corrillo Inmaculada Nieto y Elena Cortés, de IU, y Carmen Lizárraga de Podemos. Con las dos últimas Montero ha protagonizado duros choques en los debates presupuestarios de los últimos tres años, pero también son las responsables del reciente acuerdo de financiación que la nueva ministra debe desarrollar ahora en Madrid.

La algarabía tomaba el plenario mientras, en la tribuna, el heredero de Montero, Antonio Ramírez de Arellano, defendía la reforma de la ley de cooperativas. El presidente, Juan Pablo Durán, pidió silencio, por lo que las cuatro mujeres se apresuraron, colándose entre los escaños socialistas para salir por una puerta lateral del salón de plenos. "Yo vendré los fines de semana, pero es imposible venir más que Zoido". Las cuatro se rieron, mientras el senador socialista José Caballos observaba la escena. Es lógica la complicidad después de horas de debate y negociación. Tras 14 años negociando a izquierda y derecha en los despachos de la Junta, Montero tendrá que afanarse para sacar los presupuestos más difíciles a los que se ha enfrentado. Lo hará, como ayer, rodeada de mujeres en ese "Gobierno feminista" reunido por Pedro Sánchez. "Llamadme cuando vengáis a Madrid", les ha dicho Montero a sus ya ex adversarias, que seguían riéndose mientras la todavía consejera se iba a su despacho a ver por la tele cómo la hacían ministra.

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