La ciudad y los días
Carlos Colón
Montero, Sánchez y el “vecino” Ábalos
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Sin caballos, sin flamencas, casi sin farolillos, pero con muchas ganas de pasarlo bien. Miles de personas han disfrutado este domingo de una jornada festiva en el real de Los Remedios. El tiempo desapacible no ha impedido vivir un ambiente muy familiar como venía sucediendo este día hasta que en 2017 se amplió el formato de la celebración para poner fin a la preferia. En este primer año de la vuelta al origen, a lo tradicional porque así lo han votado los sevillanos en una consulta que no ha estado exenta de polémica, no se puede afirmar que la preferia haya vuelto a ser un problema. No, no se han visto las escenas de antaño de una Feria a rebosar y desbordada en las noches del fin de semana y sin unos servicios municipales activos que garantizaran la seguridad de las personas. En cualquier caso, el Ayuntamiento ya ha confirmado que la va a regular a partir del próximo año.
No ha sido el caso. El cambio de formato ha pillado a muchas personas todavía con el paso cambiado. Fríos. De hecho, todavía algunos se sorprendían al saber que la Feria comenzaba en la medianoche del martes 6 de mayo. La noche del sábado de preferia era una importante prueba de fuego y la Feria no se fue de madre. Hubo cenas y encuentros de amigos en muchas casetas, pero menos que a mediodía, cuando el ambiente alcanzó cotas más elevadas. Por la noche, la mayor parte de las lonas permanecieron cerradas y en calma.
El real de Los Remedios presentaba este domingo un aspecto muy alejado de lo que se vivirá a partir de esta noche. Los operarios municipales daban los últimos retoques, con el escenario en el que se desarrollará el espectáculo del alumbrado todavía sin desplegarse. Los puesto de información estaba clausurado y protegido con vallas. Las casetas de las grandes instituciones, como el Labradores, Pineda, el Mercantil, etcétera, estaban cerradas a la espera de la cena del pescaíto. La lluvia que cayó en la madrugada había dejado el albero muy perjudicado en bastantes zonas. Junto a la portada, se acumulaban los sacos de cloruro de calcio, ese producto que Lipasam mezcla con el albero para que se compacte y asiente para evitar que se disperse cuando sopla el viento. Y este domingo Eolo se hizo notar y mucho.
Si algo tiene la preferia es que todo se puede disfrutar con más relajación. Los días de farolillos la exposición es máxima y cada uno luce sus mejores galas. No hay que olvidar que si algo distingue a la Feria de Sevilla de otras es esa elegancia innata que se extiende desde el albero a la flor que lucen las flamencas en el pelo. Nada se deja a la improvisación en esta ciudad efímera en la que los sevillanos instalan su casa durante unos días al año. Todo está pensado. Cada uno luce lo mejor que tiene. “Esto parece hoy una feria de pueblo”, comentaba un fino observador sevillano. Que nadie se enfade e identifique esta suprema elegancia o el gusto con el que los sevillanos afrontan su Feria con una actitud clasista o cerrada. Rotundamente no.
No se ha visto este domingo a bellas flamencas ni a apuestos caballeros, ni amazonas ni coches de caballos. Las calle del real estaban tomadas literalmente por coches, camiones, excavadoras, furgonetas de reparto e incluso algún trailer. No estaban abiertas todas las casetas, pero sí la mayoría. Sobre todo las familiares, las de un módulo. Allí se han reunido las familias para dar los últimos retoques, o colgar las últimas cornucopias o cuadros. Como hicieron Carmen Bahima y Alberto Pérez Rojas, pareja de arte, en su caseta La Nuestra.
Donde se desbordaba la emoción era en la calle Antonio Bienvenida, en la caseta Los Fatiguitas, que se estrena este año con todas las de ley tras la, podríamos decir, toma de contacto del año pasado. Esta es una de las casetas que ha llegado al real tras la pérdida de la caseta del PSOE. Sus impulsores son dos amigos desde los cinco años cuando se conocieron en el colegio Portaceli, Antonio y Carlos. Así lo contaban: “Ya estamos en la Feria. El año pasado nos dieron la caseta apenas veinte días antes de la Feria, por lo que estuvimos a medio gas. Este año somos los responsables desde la primera puntilla a la última, así que muy bien. Estamos con muchas ganas”. No es para menos porque han estado 31 años esperando pacientemente hasta poder vivir este momento. La caseta la forman 33 socios y todos son amigos íntimos y familia. Una caseta muy bien avenida.
En la misma calle Antonio Bienvenida, pero un poco más cerca de la portada, los operarios colocaban los farolillos a marchas forzadas. Por la tarde, la mayoría de las calles del real lucían sus bombillas desnudas. Apenas unos tramos de Pascual Márquez o las primeras calles presentaban estos elementos tan identificativos de la Feria de Sevilla. El Ayuntamiento ha retrasado al máximo su colocación para que la lluvia no los destrozara.
Estos días de la llamada preferia también son para que los niños disfruten. Se ha podido ver hasta una cruz de mayo improvisada en la calle Chicuelo. Casi en frente, la familia Pueyo ensaya en su caseta, Albero y Son, para los días que están por venir. Las gotas que cayeron a media tarde no han dido impedimento para que la animación fuera en aumento en la Calle del Infierno. Muchos niños disfrutaban ya de los cacharritos. Las colas ya eran importantes en los puestos de gofres. Junto a la Calle del Infierno, Daniela reparte a las casetas cajas amarillas para el reciclaje de envases. Esta es una de las apuestas de Lipasam en los últimos tiempos. La separación de residuos y recogida selectiva va en aumento. También en la Feria. A poco más de 24 horas de la noche del alumbrado, los sevillanos han comenzado a tomar el real. Las ganas de vivir la Feria ya se han disparado.
Hay muchas maneras de llegar a la Feria. El que pueda permitírselo lo hace en yate, que para eso Sevilla cuenta con un puerto fluvial. Durante la Feria de 2025 habrá una destacada presencia de yates y megayates en el muelle de Las Delicias, en total, se esperan seis megayates: Abvios, Papa, Lady Moura, Ilona, Don Chris y Bandido. Ayer mismo ya pudimos ver al Lady Moura, un superyate privado de lujo, considerado uno de los más grandes y caros del mundo. Construido en 1990 por Blohm & Voss GmbH, con una longitud de 105 metros y una manga de 18.5 metros. Fue propiedad de Nasser Al-Rashid y en 2021 fue adquirido por el empresario mexicano Ricardo Salinas Pliego. Es un habitual en los puertos más cotizados del Mediterráneo y durante estos días se puede ver atracado en el Guadalquivir. Además, durante la Feria de Sevilla se espera que recalen dos cruceros en el Puerto de Sevilla. La primera escala será hoy lunes 5 de mayo, del Ocean Victory, de la compañía Alma Cruceros, con salida al día siguiente. Igualmente, el 6 de mayo, atracará en el muelle de Tablada el Star Pride, un crucero que pernoctará dos noches. El pasado viernes, recaló por primera vez en el Puerto de Sevilla el crucero de expedición Sylvia Earle, procedente de Casablanca (Marruecos) con 120 cruceristas que emprendieron camino a Cádiz en la misma noche.
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