"Los toreros son muy maniáticos porque se juegan vida y carrera en media hora"

"Prácticamente el 80% de los toreros que actúan en la Maestranza se visten en el hotel Vincci La Rábida"

Rufino Calero, durante la entrevista.
Rufino Calero, durante la entrevista.
Juan Parejo

21 de abril 2010 - 01:00

Cuando vendió la cadena Tryp, y con ella el hotel Colón de Sevilla, a Rufino Calero le entró la imperiosa necesidad de contar con un nuevo establecimiento vinculado al mundo de los toros en la ciudad. En marzo de 2003 abrió en la calle Castelar el hotel La Rábida, ya bajo el paraguas de la recién estrenada cadena Vincci, y hasta allí mudó el ambiente taurino, los toreros y los aficionados. Este madrileño enamorado de Sevilla comparte por igual sus dos pasiones: los toros y los hoteles. No en vano, también posee una ganadería de reses bravas.

-¿Cómo surge la apuesta del hotel Vincci La Rábida por el mundo de los toros?

-Surgió porque llevo los toros en las venas, afortunada o desgraciadamente, y necesitaba tener un hotel taurino. Todo empezó en el Hotel Victoria de Madrid, que era el hotel taurino por excelencia. Luego lo continué en el Colón, y cuando vendí la cadena Tryp, abrí La Rábida. Además, el entorno es muy bonito. El cóctel que damos en la terraza cuando los toreros triunfan no se paga con dinero.

-En estos años se han convertido en el hotel por excelencia de los aficionados y de los toreros.

-Sí, pero no sólo del mundo del toro. A nosotros nos cabe la satisfacción de haber alojado al equipo americano de Copa Davis cuando se enfrentaron con España en la final de Sevilla. La delegación vino meses antes a visitar Sevilla y todos y cada uno de los hoteles. Y cuál no sería nuestra sorpresa que al final, no siendo nosotros 5 estrellas sino 4, el hotel que escogieron fue La Rábida.

-¿Qué actividades relacionadas con el mundo de los toros realizan?

-Tenemos institucionalizado el premio Detalle para el recuerdo que otorga un jurado muy selecto de personalidades del mundo del toro de Sevilla. Hacemos la entrega cuando al matador le va bien. Este año se lo hemos otorgado a Morante de la Puebla, con quien pasamos un día muy bonito en su finca. También tenemos unas jornadas gastronómicas en estas fechas.

-¿Existe un turismo taurino?

-Sí, y es muy importante. En estos días de Feria la Plaza de la Maestranza se llenará y si tuviera el doble de capacidad también lo haría y no es que sean las localidades baratas.

-¿Cuántos toreros se alojan en el Vincci La Rábida?

-Prácticamente el 80%. Morante de la Puebla o El Juli, por poner sólo dos ejemplos, se visten aquí. La vinculación va más allá del día que vienen a vestirse de luces. En este hotel todavía no tengo la estadística, pero en el Hotel Victoria el 30% de la clientela de todo el año eran personas relacionadas con el mundo del toro. Aquí es similar.

-¿Qué torero no se viste en su hotel y le gustaría que lo hiciera?

-Quizás Manzanares, que tiene la costumbre de hacerlo en Los Lebreros porque su padre también lo hacía allí. Aunque no venga a vestirse aquí pasa mucho tiempo en el hotel. El año pasado se produjo un hecho insólito. En el anexo estaban toreando de salón El Juli y él. Pasan tiempo juntos cuando están en Sevilla y estuvieron en la habitación viendo los toros. Cuando viene a Sevilla de ocio suele hospedarse aquí.

-¿Son muy maniáticos los toreros?

-Muchísimo, pero yo entiendo que sean así. Viven en un mundo de ficción tremendamente duro. En media hora se juegan su carrera y su vida. Eso les hace supersticiosos.

-Cuente alguna anécdota

-Hay un torero andaluz, ya retirado, del que el otro día leí su historial y es abrumador: Ruiz Miguel. Decía la estadística que había matado en su vida unas 200 corridas de Miura, ciento y pico de Pablo Romero, un año acabó con la camada entera de Victorino... Cuando estábamos haciendo obras en el Hotel Victoria de Madrid, que se encontraba cerrado al público, vino para torear en San Isidro y nos dijo que necesitaba vestirse en su habitación. Le ofrecimos otros hoteles que teníamos en Madrid, pero insistía en que tenía que ser en la misma habitación en la que se había vestido toda la vida.

-¿Con qué torero se identifica más?

-Tengo varios, depende de la tarde, del encaste, pero hay tres o cuatro que son indiscutibles. Para mí, El Juli es uno de los mejores. Enrique Ponce es un señor, un torero con mayúsculas. Morante de la Puebla me enloquece, es distinto.

-Le voy a poner en un aprieto, ¿Morante o José Tomás?

-Voy a contestar con sinceridad: Morante. Es mucha la personalidad que tiene.

-¿De dónde viene su pasión por los toros?

-Siempre ha sido mi pasión. Mi padre me llevaba en Madrid a Las Ventas. Uno de los días más importantes de mi vida fue cuando me pude comprar una ganadería. Me sentí el más dichoso de los mortales. Era mi sueño de muchísimos años.

-Hábleme de su ganadería Río Grande.

-Tengo dos encastes. Uno, que es un poco como mi querida, y que se me perdone la expresión, que es el Santa Coloma. Es Saltillo, Albaserrada, los victorinos que se lidiaron el pasado jueves. Es un encaste que yo no se por qué ahora ha caído en desgracia y nadie lo quiere torear. Es muy duro, enrazado, pero que te hace disfrutar. Estos santacolomas tienen una gran transmisión pero, a la vez, mucho peligro. Luego, como quería seguir figurando en los carteles buenos, compré un encaste de Parladé, el famoso encaste juampedro, que en estos momentos lo tenemos el 80% de las ganaderías españolas.

-¿Qué diferencias hay entre Madrid y Sevilla?

-Sevilla es más torerista y Madrid más torista. Sevilla es diferente. Recuerdo aquella célebre obra que hizo aquel maestro que ya nos dejó, Paco Rabal, en Juncal. Cuando por las mañanas pasaba por delante de la Maestranza le decía: "Buenos días, bonita, ¿qué tal has descansado?" ¡Eso es único. No hay plaza más bonita en el mundo! Voy a muchas ferias, aunque cada día a menos, la calidad del público de Sevilla es inmensa. El otro día, por ejemplo, cuando Ferrera cogió las banderillas y la banda se arrancó con Ópera flamenca... eso es incuestionable... ¡Y no me tire más de la lengua, que no soy sevillano!

-¿Qué le diría a los antitaurinos?

-Que no tienen razón en sus planteamientos. Que esto es una Fiesta de siglos que está muy arraigada en este país y que, quieran o no, va a seguir. Eso es ineludible e incuestionable, aunque lo prohíban en Cataluña, que yo tengo mis dudas. Incluso les diría a los ecologistas la cantidad de miles y miles de hectáreas de terreno que están conservadas gracias al toro bravo y que desaparecerían. Tampoco conocen la vida del animal, cómo se le mima, cómo vive...

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