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Feria del libro Conferencia sobre las relaciones entre literatura e historia

José Luis Sampedro pide que la novela refleje los cambios sociales

  • El encuentro con su público del autor de 'La sonrisa etrusca' dejó pequeña la carpa principal · Con la lucidez que le caracteriza, criticó la novela histórica por plegarse más al mercado que a la verdad vital

Una sonora ovación despidió anoche al escritor José Luis Sampedro (Barcelona, 1917) quien, a sus más de 90 años, puede presumir de despertar, como pocos, pasiones entre sus lectores. La carpa principal del recinto ferial resultó minúscula para acoger a esos cientos de admiradores que siguieron su charla Literatura e historia, ayer y hoy.

Andrés Sorel fue el encargado de presentar al autor de La ciencia y la vida. No quiso robarle tiempo y se limitó a resaltar su condición de hombre del Renacimiento que, con apenas 20 años, ya se había leído los Ensayos de Michel de Montaigne, "en una España en la que se podía contar con los dedos de la mano a quienes habían accedido a esta obra cumbre".

La charla de Sampedro, miembro desde 1990 de la Real Academia de la Lengua, ahondó en la huella de las civilizaciones pasadas y en la decadencia de la civilización actual. Sin pesimismo, desde la resistencia. "Que la humanidad no perezca ante los bárbaros que gobiernan el mundo" fue su premisa.

"Lo que tomamos de la realidad no son exactitudes, sino interpretaciones. La verdad que nos importa en nuestras vidas no es, como dice el diccionario, la conformidad de las cosas con el concepto que de ellas tiene la mente, sino la verdad vital, la que guía nuestra vida", expuso el también catedrático de Estructura Económica.

Su tesis defiende que los historiadores también interpretan la realidad y que las verdades vitales de nuestra cultura "son las ideas e inspiraciones que nos empujan o atrasan", muchas de las cuales tienen un reflejo más exacto en la literatura. Para apoyar estas ideas, recurrió a su experiencia como lector en la alegre Tánger de su infancia. Repasó los libros de Dickens, Balzac, Flaubert, Stendhal ("cuyo Rojo y negro explica mejor la Francia de la Restauración que cualquier tratado de filosofía), de Baroja, de Pérez Galdós ("que se merece un puesto en la literatura mucho más importante del que se le da oficialmente") y, sobre todo, Guerra y paz de Tolstoi, "la novela más grande de todas, lo más parecido a lo que hace Dios en su capacidad de creación", dijo maravillado.

Esos títulos, "que leí antes de que en 1936 se hundiera todo y me quedara como un inmigrante sin papeles, sin posibilidad de volver jamás a mi mundo, a aquella república de trabajadores", le animaron a reflexionar sobre la moda actual de la novela histórica. "Está dominada por la brújula del mercado, al que atiende más que a la verdad vital. Son novelas seudorreligiosas, cuyas verdades a medias se mueven entre los arcos voltaicos del poder y del dinero y que convierten en material novelable de baja estofa la eterna lucha entre el bien y el mal".

Sampedro recordó los dos títulos suyos que tienen referencias históricas (La vieja sirena y Real Sitio) y explicó que le interesó abordar ambos períodos (la Alejandría del siglo III d.C. y el Aranjuez de Carlos IV) "por el intenso cambio político que acogieron".

"Hoy asistimos a la decandencia del mundo occidental, al triunfo de los bárbaros. Y no lo digo con pesimismo porque creo que es mejor que se desmonte todo este tinglado. Como escribía Machado en su Juan de Mairena, 'Las sociedades no cambian mientras no cambian sus dioses'. Y este sistema capitalista no alcanza para todo el mundo. Estas historias son las que me gustaría leer en la novela actual", concluyó.

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