Crítica 'Mr. Turner'

Convención para un premoderno

Mr. Turner. Biopic, Reino Unido, 2014, 149 min. Dirección: Mike Leigh. Intérpretes: Timothy Spall, Lesley Manville.

El segundo biopic de autor de la sección oficial, también la segunda película de época de Leigh, se enfrenta a varios obstáculos en su carrera de fondo a través de los últimos años del pintor William Turner (1775-1851), precursor de una modernidad que es aquí también tema central.

El primero tiene que ver con el tono elegido por Leigh y Timothy Spall para encarnar al pintor, un trabajo en el límite de la caricatura en el que una cierta cualidad animal y gestual se impone como máscara que puede llegar a distanciar más de lo aconsejable. El segundo, con una escritura académica que, si bien no cae del todo en la tentación del pictoricismo, se mantiene en unos estándares mucho menos audaces que los de Topsy Turvy, haciendo, por tanto, más pesado el cuerpo de la película. El tercero, con el empeño enciclopédico y didáctico, que si bien parece camuflado en la primera mitad, que nos retrata al pintor en una intimidad poco complaciente, aparece ya sin remedio en el tercio final para subrayar esos aspectos de la biografía que llevaron al otrora celebrado maestro a la incomprensión una vez que su pintura, sin duda visionaria, adoptaba caminos de abstracción que desafiaban los límites del realismo imperante.

Leigh triunfa, como siempre, en el retrato de ambientes y en el paisaje de rostros, salidos de ese gran cajón de secundarios británicos; también en su esbozo de humanización del cascarrabias haciendo aflorar su alta sensibilidad estética, o en contadas secuencias en las que la rigidez deja espacio al vuelo libre, como aquella en la que Turner visita con brío la galería donde cuelgan los cuadros de sus colegas.

Con todo, y a pesar de su búsqueda de contención, el filme no puede escapar de su corsé de costume drama, de sus simplificaciones, del retrato convencional de un disidente de las convenciones.

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