Giraldillo de Honor a Portabella, una doble resistencia

Festival de Cine de Sevilla

A sus 90 años, uno de los valores más sólidos de nuestro cine de vanguardia recibe un justo reconocimiento del SEFF

El cineasta y político catalán Pere Portabella (Figueras, 1927).
El cineasta y político catalán Pere Portabella (Figueras, 1927). / D. S.
Manuel J. Lombardo

06 de noviembre 2019 - 02:00

Santos Zunzunegui se ha referido a la extraterritorialidad de Pere Portabella (Figueras, Gerona, 1929) en su doble faceta como productor independiente (Films 59) de un puñado de títulos esenciales de nuestro cine (El

cochecito, de Ferreri, Viridiana, de Buñuel, Los golfos, de Saura, o Tren de sombras, de Guerin), situados en los márgenes de la oficialidad en distintas etapas y contextos de nuestra historia, y en su inquebrantable voluntad como autor para aproximarse al cine expandido como territorio de permeabilidad y diálogo con otras disciplinas artísticas (la música, la poesía y la pintura) o como objeto político de intervención sobre la realidad, como lo demuestra su díptico Informe General (1976 y 2016), fundamental para entender la Transición y los acontecimientos que se derivaron del 15-M.

Portabella es reivindicado hoy como uno de nuestros cineastas más singulares e importantes. Prestigiosos críticos, museos e instituciones artísticas de primer nivel (MOMA, Pompidou, Kassel, Macba) reconocen, celebran y estudian su relevancia y modernidad desde un país sin apenas tradición experimental, menos aún si esa búsqueda formal también va unida, como es su caso, a una vocación política.

La edición internacional de la integral de su filmografía (Intermedio) venía a reivindicar en 2013 ese necesario corpus de unidad, coherencia y visibilidad que la obra de Portabella merece. Y el Giraldillo de

Honor que le otorga ahora este SEFF le hace justicia a la persona justo cuando acaba de cumplir 90 años y

ciertas heridas históricas aún siguen supurando.

Recuperando la máxima godardiana de “hacer filmes políticos políticamente”, buscando nuevas formas para nuevas ideas, lejos de la ficción y los modelos industriales, a través del collage o el ensayo fílmico, la trayectoria de Portabella traduce, como nos recordaba Rubén Hernández, “una posición de resistencia a través de la cual se puede pensar el contexto histórico, filosófico y cinematográfico que hace de ellas un referente imprescindible en las políticas contemporáneas de la narración fílmica”.

Tras ser apartado de la profesión tras el escándalo Viridiana en Cannes’61, Portabella iniciará a finales

de los sesenta una fructífera relación creativa y conceptual con el poeta Joan Brossa y el compositor Carles Santos en varios cortos y en los largos Nocturno 29 (1968), cruce entre Antonioni, Buñuel y la relectura

de la estética publicitaria, Vampir-cuadecuc (1970), un experimental y vampírico making of del Drácula de

Jess Franco, y Umbracle (1972), collage de imágenes y sonidos emancipados para una reflexión meta cinematográfica sobre la censura, el cine militante y la estética underground.

Tras una serie de cortos (1969-1973) en torno a Joan Miró y su proceso creativo, la política ocupará su tiempo durante la Transición, de la que participa activamente, primero como uno de los redactores

de la Constitución y luego como senador y miembro del parlamento catalán por el PSUC.

Fruto del espíritu de aquellos días son El Sopar (1974), crónica de la reunión clandestina de cinco ex presos políticos, y el primer Informe General… (1976), gran fresco experimental que trasciende los límites del documental para hablar de un país cambiante cuestionando aquel espectáculo y a sus actores políticos y sociales.

Pasarán trece años hasta Puente de Varsovia (1989), filmación de músicas y arquitecturas y reflexión sobre el cine y la cultura en la Barcelona preolímpica, título al que seguiría otro largo periodo de inactividad. En

El silencio antes de Bach (2007), la música se materializa en cuadros en movimiento que oscilan entre la abstracción y la ficción, entre el documento y la metáfora.

Mudanza (2008) prolongaba un mismo camino conceptual para proponerse como un epílogo, mostrando el proceso de desmantelamiento y empaquetado ritual de muebles, cuadros y objetos en la casa natal de Federico García Lorca, una alegoría sobre el vacío que va imponiendo un sentido y en el que podemos palpar el paso del tiempo, la memoria viva de un espacio cargado de significado simbólico para la Historia de España.

Ciclo Pere Portabella, clásicos modernos

El Giraldillo de Honor a Portabella viene acompañado de un pequeño ciclo con algunas de sus películas como productor y director, todas en flamantes versiones restauradas presentadas por primera vez al público.

Entre las primeras, El cochecito (1960), de Marco Ferreri, la mítica Viridiana (1960), de Luis Buñuel, y Los

Golfos (1959), de Carlos Saura. Entre sus propias obras, podrán verse Vampir Cuadecuc (1970), El Sopar (1974), con una entrevista añadida en 2018, y El silencio antes de Bach (2007).

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