30 aniversario de la muerte de Christina Onassis

Pobre niña rica

  • Treinta años después de su fallecimiento en extrañas circunstancias, su entorno más cercano sigue defendiendo que no se suicidó, que sufrió un edema pulmonar.

Eran las diez de la mañana del 19 de noviembre de 1988 cuando Christina Onassis fue hallada sin vida en el cuarto de baño de la habitación que ocupaba desde hacía tiempo en la casa de una amiga situada a las afueras de Buenos Aires, en una zona conocida como Tortugas. Su amiga era Marina Dodero quien, al ver que no daba señales de vida, entró en el dormitorio de su invitada, creyéndola simplemente dormida, pues abusaba de los somníferos. El cuadro que vio la dejó petrificada: Christina Onassis, sentada en el borde de la bañera. Sin vida. Los medios llegaron a la conclusión de que se había suicidado. En cualquier caso, debido a las drogas que tomaba. Sin negar esto, su íntima, Marina Dodero sostiene desde hace veintinueve años que su amiga, como señaló la autopsia que realizaron a la millonaria pocas horas después, murió a causa de un edema pulmonar. Sin rastro de pastilla alguna en su cuerpo. Ni siquiera ninguna de las que solía ingerir para no engordar, que había sido siempre una de sus obsesiones. Lo mismo que su incontrolada afición a tomar refrescos de cola, a los que era adicta desde niña.El lunes pasado se cumplieron 30 años de una de las muertes más oscuras y trágicas. La vida de la única hija del multimillonario naviero griego Aristóteles Onassis (tuvo un varón, Alexander, que encontró la muerte en un accidente de avión en Atenas en 1973 y está enterrado en la isla de Scorpios), que tenía 38 años cuando falleció, estuvo presidida por una búsqueda incesante de la felicidad. Lo que cualquiera persigue en este mundo, pero en ella, al ser inmensamente rica, llamaba más la atención y la necesidad de ser querida. Se sabía poco favorecida físicamente, y que a ella se acercaban hombres para cortejarla simplemente por su dinero. Con 20 años, se casó en secreto con Joseph Bolker, un hombre divorciado y casi tres décadas mayor que ella. Se conocieron en Montecarlo en 1971 y al poco tiempo se fugaron a Las Vegas para darse el ‘sí, quiero’. Su padre la obligó a divorciarse a los siete meses. En compensación, le regaló 75 millones de dólares por su 21 cumpleaños. En menos de tres años perdió a toda su familia. Su hermano Alexander falleció en un accidente de avión en Atenas en 1973. Su madre, Athina, en 1974, dejando a su hija más dinero: otros 77 millones de dólares. Y su padre murió poco después, legándole su inmensa fortuna.A sus 25 años, Christina lo tenía todo, menos amor. Se enamoró en un sinfín de ocasiones. En una época llegó a obsesionarse con Carlos Falcó, marqués de Griñón, al que perseguía por los Montes de Toledo. “Es el único al que no le importa mi dinero”, diría de él. Esa relación no pudo ser, pero el aristócrata español siempre fue un buen amigo. Al final, Christina se casó otras tres veces, la última con el empresario francés Thierry Roussel, con quien tuvo a su única hija en 1985. La llamó Athina, en honor a su madre. Poco después de dar a luz, descubriría que su marido tenía una relación y un hijo con la modelo sueca Marianne Gaby Landhage. El hallazgo la destrozó.Sólo veinticuatro horas antes de su muerte, Christina se había comprometido en secreto con el empresario textil argentino Jorge Tchomlekdjoglou, que era hermano de su mejor amigo, ante el obispo de la iglesia ortodoxa griega de Buenos Aires. Ella estaba más feliz que nunca. Pero también tenía miedo. Presentía su final.

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