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La duquesa de Cambridge no tenía ningún compromiso institucional este lunes en su agenda oficial, sólo se había anunciado la presencia de su marido, el príncipe Guillermo, pero a última hora Catalina ha sorprendido asistiendo a la celebración del Día Anzac de las Fuerzas Armadas en la Abadía de Westminster junto a su esposo. Y lo ha hecho de nuevo derrochando sofisticación y causando sensación con su elección estilística.
Catalina ha recuperado para la ocasión a su diseñador de cabecera, Alexander McQueen. El abrigo-vestido blanco que ha lucido este lunes es una pieza del modisto inglés, y la princesa ya lo llevó en el bautizo de su hija, la princesa Carlota. Se van a cumplir siete años de aquel estreno, pues lo lució el 5 de julio de 2015, en la Iglesia St. Mary Magdalene de Sandringham para el primer sacramento de su única hija.
La prenda sigue la línea de confección favorita de la duquesa, y la que más le favorece. El abrigo marca su figura, posee amplias solapas bajo el cuello y tiene largo midi. Catalina ha roto el color nupcial de su estilismo con algunos complementos en negro, como su clutch de ante, firmado por Jenny Packham, y sus zapatos de salón oscuros de Gianvito Rossi.
Aunque la elegancia la ha demostrado fundamentalmente con sus accesorios: unos pendientes y un tocado nuevo. La mujer de Guillermo de Inglaterra ha apostado por unas joyas muy especiales que pertenecían al joyero personal de Lady Di, y que se puso en numerosas ocasones. Fueron un regalo del príncipe Carlos a Diana a principios de los 80, cuando aún no eran marido y mujer, pero ya estaban comprometidos. Se los conoce como los pendientes Collingwood, y están creados con pequeños diamantes con una perla colgante en forma de lágrima.
Aunque la auténtica estrella de su outfit ha sido su nueva diadema. Se trata de un halo Calypso de la firma inglesa y artesanal Jane Taylor. El tocado está confeccionado en tweed británico de color blanco, en una tonalidad muy acorde a la de su abrigo. La diadema luce un lazo de seda negro por detrás, que rodea su cabeza, pero dejando a la vista su cabello, y recuerda a los sombreros de tipo pill box o casquete que la mítica Jackie Kennedy puso de moda en los años 50 y que en la actualidad defiende con gran acierto Máxima de Holanda y, ahora, también Catalina.
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