Federico y Mary, el 'príncipe turbo' y la bella australiana

No siempre detrás del matrimonio de un príncipe hay una historia de cuento de hadas pero, en el caso del príncipe Federico de Dinamarca, sí. Criado por niñeras e institutrices, el heredero del trono danés veía poco a sus padres, los reyes Enrique y Margarita. Su gusto por el rock, las motos y la velocidad, le ganó el apodo de 'príncipe turbo' y también rebelde. Pero en el año 2000 se cruzó en su camino una abogada australiana llamada Mary Donaldson, que logró que sentara la cabeza y el martes celebraron su quince aniversario de casados. Con cuatro hijos y un amor inquebrantable a su esposa, Federico se ha convertido en un abnegado esposo y amante padre de familia.

La pareja se conoció en los Juegos Olímpicos de Sydney de 2000. Ella fue invitada el 16 de septiembre a una fiesta con miembros de la realeza, y decidió ir en el último momento. La ahora princesa no tenía idea de quien era Federico ni cuánto iba a cambiarle la vida conocerlo; a los pocos días, él le confesó su trabajo: ser un príncipe de carne y hueso.

Federico y Mary mantuvieron en secreto su romance durante dos años, además de a distancia, vía teléfono, mails y cartas. El primogénito de la reina Margarita visitó de incógnito varias veces a Mary, pero pronto la prensa danesa se enteró y lo hizo público. En enero de 2002 el príncipe confirmó su relación con Mary. Ella comenzó a dar clases de danés, de historia de Dinamarca y de etiqueta. Hasta abril de 2003 no fue presentada a la soberana de Dinamarca. Se comprometieron, con la autorización de la reina, el 8 de octubre de 2003. Federico le dio un anillo de compromiso con un diamante y dos rubíes.

La boda se celebró en la catedral Vor Frue Kirke de Copenhague, el 14 de mayo de 2004 y fue seguida de varias celebraciones en el palacio de Fredensborg. La foto de Federico, todo un príncipe, llorando en en el altar, dio la vuelta al mundo.

Mary llevó un vestido de novia creado por el diseñador danés Uffe Frank con un velo hecho de encaje irlandés que no le hacía demasiada justicia.

La pareja tiene ahora cuatro hijos: Christian, futuro rey de Dinamarca de ocho años, seguido de Isabella, de siete, y luego los gemelos Josephine y Vincent, de tres años. Un a familia feliz y dedicada a la corona danesa.