Pasarela

El reencuentro de Tita con su hijo

  • Después de más de un año sin verse las caras, la baronesa Thyssen, Borja y Blanca Cuesta se toparon por las calles de Madrid y se saludaron cariñosamente

La baronesa Thyssen y su hijo Borja no mantienen una relación muy apacible ni cercana. Sus continuas idas y venidas y los encontronazos de Tita con su nuera, Blanca Cuesta, les han llevado a distanciarse, pues ya habían pasado catorce meses desde la última vez que se vieron. Una larga temporada que ha finalizado cuando la pareja y la baronesa se toparon por sorpresa por las calles de Madrid.

Carmen Cervera ya estaba cansada de mantenerse alejada y enfrentada con su hijo Borja. Sin embargo, sus intentos por acercarse a su primogénito no fueron muy exitosos y hasta el día de hoy, madre e hijo llevaban más de un año sin verse cara a cara, concretamente desde octubre de 2012, cuando Tita acudió por sorpresa a la Clínica Rúber tras el nacimiento de su tercer nieto.

Pero el destino se ha querido cruzar en el camino de la familia Thyssen. Tal y como informa un periódico de tirada nacional, Tita se encontraba esta misma semana saboreando un rico tentempié en compañía de un amigo en la cafetería Vait, situada frente al museo que lleva su nombre, cuando alzó la vista y se encontró con la persona que seguramente menos se esperaba, pero más deseaba: su hijo Borja y la mujer de este, Blanca, quienes disfrutaban en ese momento de un agradable paseo por la zona.

Sin pensarlo dos veces, la baronesa corrió al encuentro del matrimonio, haciendo caso omiso a las múltiples miradas curiosas que en ellos se posaban. Para sorpresa de algunos ciudadanos que pasaban por allí y fueron testigos improvisados del reencuentro, Borja guardó las formas y, lejos de resultar una sorpresa tosca e incómoda, resultó ser un momento afectuoso, donde madre e hijo intercambiaron una agradable charla.

Entretanto Blanca se mantuvo al margen, sin querer inmiscuirse en la conversación, hasta que fue el propio Borja el que forzó ese tan esperado saludo entre Tita y su nuera. Un encuentro pacífico que, tal y como detallaban los testigos que lo presenciaron, duró aproximadamente una hora. Una familiar imagen que muchos echaban en falta después de tanto tiempo.

Lo que allí se dijeran sólo lo conocen ellos, pero quién sabe si a raíz de este golpe del destino, madre, hijo y nuera recuperan las buenas relaciones de antaño, dejando de lado los reproches, los enfados y las malas caras como un episodio ya pasado.

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