La piscina de saltos de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, donde el agua se volvió verde esta semana por un fallo en el sistema de filtración, tuvo que ser cerrada hoy a las sesiones de entrenamiento, después de que los deportistas reportaran malos olores. El portavoz del comité organizador, Mario Andrada, confirmó el cierre del recinto durante varias horas para resolver el problema.
El saltador alemán Stephan Feck subió en su cuenta de Facebook una foto donde se lo ve cerca de la piscina tapándose la nariz con la frase: "El momento en que quieres entrenarte un poco y la piscina está cerrada." Entre el lunes y el martes el agua azul de la piscina se volvió verde y también cambió un poco la tonalidad de la de waterpolo, que está a su lado, aunque ahí continúan las actividades con normalidad.
Desde que se detectó el problema se estuvieron haciendo trabajos para resolverlo, pero el agua siguió verde. Los jugadores de waterpolo se quejaron el miércoles de que les ardían los ojos, probablemente por el cloro. "Descubrimos que la química no es una ciencia exacta. Algunas cosas, como pueden ver, tomaron más tiempo del que esperábamos", afirmó Andrada en una rueda de prensa. La Federación Internacional de Natación (FINA) informó que lo ocurrido había sido que los tanques de agua se quedaron sin ciertos químicos de tratamiento, lo que provocó que el nivel de pH (acidez) estuviera fuera de los parámetros normales.
Sin embargo, se descartaron riesgos para la salud de los competidores y dos de las pruebas de saltos -la plataforma sincronizada femenina de diez metros y el trampolín sincronizado de tres metros- se disputaron en el agua verde sin problemas. En las competencias de saltos de Río participarán todavía también en las pruebas individuales los mexicanos Rommel Pacheco, Diego Rodrigo, Paola Espinosa, Alejandra Orozco, Iván García y Germán Sánchez.
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