Uno de los acusados de matar al Tapón alardeó por teléfono de que lo había "cazado como a una liebre"
La investigación se centró desde el principio en el Yaki y sus hermanos por las rencillas que mantenían las familias derivadas del romance de sus hijos
"Ante la ley gitana, sólo conozco la ley del Prado", espetó el presidente del tribunal a la mujer de uno de los sospechosos
La muerte del Tapón, "cacería" o "enfrentamiento entre familias"
Uno de los acusados del crimen de José C. B., conocido como el Tapón, alardeó por teléfono de que había disparado a la víctima, a la que había "cazado como a una liebre". Así lo explicó este jueves la jefa del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional en Sevilla, durante su declaración en la segunda sesión del juicio que se celebra en la Audiencia de Sevilla contra José Antonio N. N., alias el Yaki, y sus hermanos Manuel José y José Lucas. Los tres acusados se enfrentan, cada uno de ellos, a una pena de veinte años de prisión por un delito de asesinato y dos años y tres meses por tenencia ilícita de armas cortas y largas.
En las intervenciones telefónicas sobre los tres hermanos, Manuel José dijo también que le había "metido en la nuca" y que el Tapón "quedó muerto, muerto, yo lo vi perfecto". En otra charla, defendió la eficacia de su "cacharra", supuestamente una pistola del calibre 45, de la que dijo, "mira si no falla, que lo ha matado del tirón". La mujer de este acusado, que también declaró este jueves, defendió sin embargo la inocencia de su marido, del que dijo que es "una buena persona, pero es un poco bocachanclas, un poco fanfarrón y cuando está con la familia es como si fuera más gitano que nadie", de ahí que utilizara esas expresiones por teléfono.
Esta testigo declaró protegida con una mampara "por miedo" a la familia de la víctima y aseguró que se han tenido que marchar de su casa "por la ley gitana", es decir, por temor a que los familiares del Tapón se cobren venganza matando a cualquiera de los miembros de las familias de los acusados. Al no haber familiares de la víctima en la sala en la que se celebra el juicio, el presidente del tribunal inquirió a la testigo por qué declaraba protegida con una mampara, a lo que ésta insistió en que era por miedo a la "ley gitana". El magistrado respondió que él sólo conocía "la ley del Prado", en referencia al lugar en el que se ubica el Palacio de Justicia de Sevilla.
La jefa de la investigación explicó que la familia del Yaki y la del Tapón estaban enfrentadas por el romance que mantenían la hija de la víctima con el hijo de uno de los acusados. Los novios se habían fugado y las familias no estaban de acuerdo, por lo que el Tapón fue a pedir explicaciones a su consuegro. Esto fue lo primero que supo el Grupo de Homicidios por boca de la propia mujer del herido, que sirvió para identificar a los sospechosos desde el primer momento.
Los hechos ocurrieron sobre las 12:15 de la mañana del 19 de noviembre de 2022 en la calle Torrelaguna, en el barrio de Torreblanca. El Tapón fue tiroteado cuando iba al volante de su coche a la altura de la casa de los padres de los acusados. Según el testimonio de la investigadora, los acusados dispararon utilizando como mínimo dos escopetas, aunque también pudo emplearse una pistola. Abrieron fuego al menos seis veces, de las que al menos cuatro impactaron contra el vehículo. El coche del Tapón, un Peugeot de color negro, tenía dos disparos en la zona trasera derecha y otros dos en la puerta del copiloto, que fueron los que alcanzaron a la víctima en el pecho, tórax y brazo derecho principalmente.
La víctima, de 40 años, quedó inconsciente, aunque con vida, y fue trasladada al Hospital Virgen del Rocío, donde terminaría falleciendo meses después. Desde un momento inicial de la investigación, los agentes del Grupo de Homicidios tenían identificados al Yaki y sus hermanos como presuntos autores del crimen, pues unos vecinos de una casa cercana habían explicado a los primeros agentes que acudieron que habían oído una decena de detonaciones y habían escuchado a los tres hermanos salir corriendo instantes después.
En la casa de la calle Torrelaguna desde la que se hicieron los disparos, la Policía encontró varios cartuchos de escopeta percutidos y sin percutir, así como un cargador de pistola y varios indicios de la huida apresurada de los sospechosos, como un teléfono móvil y una cartera. Sólo quedaban en la casa tres perros en la planta alta. Uno de esos perros sería objeto de una conversación entre uno de los acusados, Manuel José, y su esposa, lamentándose de que había ido a casa de sus padres para recoger el perro y por eso se había visto implicado en el tiroteo.
La jefa del Grupo de Homicidios detalló que los acusados estuvieron varios meses fugados, hasta su detención en el mes de marzo del año siguiente. En ese periodo tomaron muchas precauciones y cambiaron de ubicación varias veces, estando en distintas ubicaciones de Sevilla (Olivares y Carmona), Málaga, Granada e incluso Portugal. En ese tiempo cambiaron constantentemente de líneas telefónicas para comunicarse, lo que hacían utilizando "palabras claves" o hablaban en caló, segun apuntó otro de los investigadores.
Una vez detenidos, dos de los acusados se acogieron a su derecho a no declarar en comisaría. Quien sí lo hizo fue el Yaki, que manifestó que el Tapón y él tuvieron un primer enfrentamiento verbal porque no estaban de acuerdo con la relación de los hijos de ambos, comenzó una discusión en la que el Tapón le agredió y luego le amenazó con que lo mataría. "El detenido tenía miedo, se preparó en su domicilio con las armas y al poco tiempo vio cómo venía la víctima con el coche, dijo que éste empezó a disparar primero y él desde la azotea tiró con una pistola, que se encasquilló, bajó al patio y cogió la escopeta, que cargó y disparó. Aseguró que estaba fuera de sí y harto de las humillaciones que le producía la víctima", señaló la policía que dirigió la investigación.
Los agentes, sin embargo, no encontraron ninguna evidencia de que el Tapón disparara desde el coche, donde tampoco se encontró ningún arma. Sí se hallaron junto al freno de mano dos tacos de plástico de una escopeta, pero éstos pudieron llegar allí proyectados desde fuera o incluso pudieron ser movidos por los servicios sanitarios cuando efectuaron los primeros auxilios.
Durante la sesión de este jueves declararon principalmente agentes de la Policía Nacional. Los primeros en hacerlo fueron los patrulleros de uniforme y de paisano que llegaron al lugar y garantizaron el perímetro de seguridad sobre el coche del Tapón. Ya en ese primer momento, una mujer se acercó a los policías diciendo que había visto quiénes habían sido los autores, pero que no quería hablar allí por miedo.
También compareció el agente de la Policía Científica que hizo la primera inspección ocular de la escena del crimen, básicamente el reportaje fotográfico, la recogida de vestigios balísticos y su posterior traslado a la Jefatura para su análisis por parte de los especialistas en Balística, que declararán en próximas sesiones. Este funcionario encontró tres tacos de plástico compatibles con la munición de armas largas, dos de ellos colocados verticalmente en la zona del freno de mano del coche y uno a la entrada de la vivienda. También había dos discos de fieltro empleados en este tipo de munición, uno en la zona izquierda del turismo, en el lado del copiloto, y dos fragmentos aplastados de lo que pudieran ser perdigones en la zona trasera del coche, así como un resto de revestimiento de bala deformado en la calzada.
Uno de los abogados de la defensa protagonizó varios encontronazos con el magistrado que preside el tribunal, sobre todo a raíz del interrogatorio a uno de los agentes del Grupo de Homicidios. El letrado afeó al policía que sólo tomaran la parte de las conversaciones que les interesaba para sacar sus conclusiones de culpabilidad, a lo que el agente respondió que su trabajo consiste en buscar pruebas. El juez cortó al abogado y le preguntó si sabía cuál era el trabajo de la Policía, añadiendo que le da igual "si la Policía lo hizo bien o mal, que no es lo que se está juzgando aquí".
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