Damián Álvarez, presidente de la Audiencia de Sevilla

“Los jueces no somos héroes ni santos”

  • “La Justicia no es una fábrica de caramelos donde echas más o menos azúcar”

Damián Álvarez, en su despacho de la Audiencia de Sevilla

Damián Álvarez, en su despacho de la Audiencia de Sevilla / José Ángel García

Damián Álvarez García, presidente de la Audiencia de Sevilla desde hace 12 años, reflexiona sobre las consecuencias de la pandemia de COVID sobre la Justicia y hace balance de los 45 años como juez que cumplirá cuando se jubile el año que viene.

—¿Qué opina del frustrado intento de PSOE y Podemos para rebajar la mayoría cualificada para elegir a los vocales del Consejo General del Poder Judicial?

-La reforma hubiese sido un auténtico desafuero y un desastre, aunque siempre tuve la esperanza de que, en cuanto Europa le plantase cara, no iría a ningún sitio. Piense que un partido que consiguiese 176 votos en el Congreso se podría llevar todos los vocales judiciales, con lo cual el CGPJ se convertiría en un apéndice del gobierno de turno. A mí eso no me gusta, podría verse afectado el  dogma de la separación de poderes y la necesidad de garantizar el equilibrio entre los distintos poderes del Estado.

—¿Cómo ha evolucionado la Justicia en sus 44 años como juez?

-En los últimos años ha sufrido una cierta degradación, no es la que conocí cuando empecé. No sé si obedece a la cantidad de años que llevamos pidiendo, casi mendigando, inversiones para poder afrontar la enorme carga de trabajo que pesa sobre nosotros.

—¿Por qué no las consiguen?

-Un poder del Estado no puede funcionar con tres patas: el Consejo del Poder Judicial, el Ministerio de Justicia y las comunidades autónomas. Se podría haber arreglado hace años creando un órgano de coordinación de esos tres elementos que resolviese con prontitud y tuviese presupuesto propio.

“La pandemia ha agravado una Justicia ya mejorable”

—¿Se queda con la nueva normalidad tras la COVID o echa de menos la antigua?

-El coronavirus ha sido un desastre para España no sólo en el aspecto jurídico sino en el sanitario y económico.

Yo me quedaría con la antigua normalidad añadiéndole el teletrabajo.

—¿La Justicia soportaría un segundo confinamiento?

-Ojalá no llegue. Estaríamos un poco más preparados pero eso no quiere decir que pudiéramos soportarlo. Si el funcionamiento de la Justicia ya era mejorable, se ha visto agravado como consecuencia de la pandemia.

—¿Qué diría a un ciudadano a quien fijan su juicio por despido para el año 2024?.

-Sólo podría decirle que tiene toda la razón, que es una queja fundada pero que no puedo resolvérsela.

Yo pediría a la ciudadanía que tuviese paciencia y comprensión con nosotros porque esto no es una fábrica de caramelos donde echas más o menos azúcar para aumentar la producción. A los jueces no se nos puede pedir ni heroísmo ni santidad, ni hacer milagros ni trabajar 24 horas al día y no tener vida.

“La Justicia es el eterno farolillo rojo y furgón de cola porque no da votos”

—¿Cómo ve el futuro de las macrocausas en Sevilla?

-La Justicia española no está preparada para soportar este aluvión de macrocausas. Primero porque no hay jueces suficientes, luego porque la fase de instrucción se demora una eternidad y finalmente porque un juicio que dura tres o cuatro meses destroza cualquier sección.

La Ley de Enjuiciamiento Criminal necesita una reforma en profundidad porque estaba muy bien para hace 50 años pero para los tiempos que corren es imposible.

—¿Las carencias son nuevas?

-Siempre hemos tenido unos déficits importantes, mayores o menores. En mis discursos utilizo la frase de que la Justicia es la última Thule (la isla donde reinaba el padre de Sigrid, la novia del Capitán Trueno). Es el sitio más lejano del mundo, el furgón de cola, el farolillo rojo, la eterna Cenicienta, la continua asignatura pendiente. Invertir en Justicia es seguridad jurídica y es socialmente rentable, pero no da votos y hay mucha gente a la que no le interesa que funcionemos adecuadamente.

—¿A quién no le interesa, a la clase política?

-Sí.

“En 24 años he conocido varios anuncios de primera piedra para la Ciudad de la Justicia”

—¿Si tuviera que elegir una sola de sus demandas en las Memorias anuales, cuál elegiría?

-Que la Ciudad de la Justicia de Sevilla fuese por fin una realidad. Cuando fui vocal del CGPJ (1996-2001) ya debatíamos dónde ubicar la nueva sede judicial y después he asistido a unos cuantos anuncios de primera piedra.

También pediría que la planta judicial se adecúe a las necesidades para poder sacar la carga de trabajo en un tiempo razonable y ajustado a Derecho.

—¿Cómo le gustaría que fuera su sucesor como presidente de la Audiencia, una mujer?

-Mujer o no, alguien que sea capaz, que quiera trabajar y que esté dispuesto a asumir la carga que esto comporta. Siempre he pensado que la figura más bonita dentro de la carrera judicial es ser presidente de la Audiencia Provincial porque tiene funciones gubernativas, representativas y judiciales. Dicta resoluciones pero al mismo tiempo actúa en representación de sus compañeros y puede hacer algo por la carrera. Lo poco que se puede conseguir  produce satisfacción.

“Me agobian los procesos con niños por medio”

—¿Cuál ha sido su decisión más difícil como juez?

-Me agobian mucho los procesos de familia en los que hay niños por medio, desamparo y lucha de los padres por conseguir la custodia o las visitas.

—¿Hay padres y madres que utilizan a sus hijos en el divorcio?

-Sí, los hijos a veces se utilizan como arma arrojadiza para hacer daño a la otra parte, no pasa muchas veces pero cuando ocurre te das cuenta. A veces hay una pretensión de custodia compartida que lo que busca es ahorrarse la pensión alimenticia y algunas denuncias por violencia de género se interponen para evitar la custodia compartida. Afortunadamente son una minoría.

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