Blanca Rodríguez Ruiz, jurista y feminista

“El retroceso se está colando por la puerta de atrás”

  • "La reproducción asistida se puede convertir en una fuente de dominación"

Blanca Rodríguez Ruiz, en su despacho de la Facultad de Derecho

Blanca Rodríguez Ruiz, en su despacho de la Facultad de Derecho

Blanca Rodríguez Ruiz, profesora de Derecho Constitucional en la Universidad de Sevilla, es coautora y coordinadora del libro “Autonomía, Género y Derecho. Debates en torno al cuerpo de las mujeres”, donde se analizan las normas que atañen al cuerpo de la mujer, tanto en debates antiguos (aborto o prostitución) como en otros recientes como los vientres de alquiler o el velo islámico. En esta entrevista afirma que se vuelve a una infantilización de la mujer y que el debate se está desplazando hacia cuestiones que perjudican al colectivo femenino.

—¿Por qué dice que al feminismo le ha ido bien en el tema del aborto?

El tránsito de la ley de supuestos a la ley de plazos es una asunción de la autonomía de las mujeres embarazadas. No las infantiliza, no las vilipendia, no las ve como seres perversos ni como niñas pequeñas que no saben lo que hacen. Las mujeres saben perfectamente lo que hacen, tienen un dilema tremendo y el Estado lo que tiene que hacer es abrirles vías para solucionar ese dilema desde su autonomía.

A mí, como jurista, me interesa no solo el tratamiento jurídico de una cuestión sino los discursos que se desarrollan en torno a ella, que calan en la sociedad.

En los discursos del aborto le ha ido bien al feminismo y creo que podemos aplicarlo a otras cuestiones que tienen que ver con el cuerpo de la mujer.

Uno de los parámetros que podemos trasladar del aborto a esas cuestiones es que los discursos jurídicos tienen que ser solo eso, discursos jurídicos, no  religiosos ni de otro tipo.

“Los nuevos debates infantilizan a la mujer”

—¿A qué debates propone aplicar este discurso?

A la maternidad subrogada, al velo islámico y a la prostitución. El punto de partida tiene que ser que las mujeres somos sujetos democráticos, que no necesitamos protección como si fuéramos pobres alienadas. Lo que más me preocupa de todos estos discursos es que volvemos a la infantilización de la mujer, que habíamos superado en el aborto.

El debate sobre el velo islámico en España no ha tenido mucha presencia pero en Francia se ha planteado en términos muy infantilizadores.

— A mí me sorprende que sean los progresistas quienes defienden la maternidad subrogada

Los puntos de partida son erróneos: por un lado el derecho a ser padre o madre no existe, apelar a un derecho falso es un discurso torticero.

Por otro, es erróneo hablar de que a la mujer hay que protegerla porque no sabe lo que hace y si accede a la maternidad subrogada es porque no sabe qué es mejor para ella.

No pongo en duda que la mujer que se ofrece como madre gestante no está en buena posición socioeconómica, pero tampoco lo están las mujeres que limpian ni las temporeras.  Hay que desplazar el  foco: dentro de las opciones que tienen han escogido esta. ¿Qué puede hacer el Estado para protegerlas?

Igual que protege a los trabajadores precarios y a las personas en una situación de debilidad social. La función del Derecho es proteger a la parte débil pero no victimizándola, sino potenciando su autonomía.

“Los clientes de maternidad subrogada están empoderados”

— ¿Que inconvenientes ve a la maternidad subrogada?

Me parece una barbaridad que sea objeto de un  contrato vinculante. Creo que a la mujer gestante hay que darle mucho más poder para cambiar de opinión y quedarse con el bebé, pagando una indemnización al donante. Lo que no puede ser es ahondar en la victimización diciendo que lo hace de forma altruista, como si las mujeres estuviéramos todo el tiempo soñando con gestar para otros y solo con eso nos sintiéramos satisfechas porque hacemos un bien a los demás.

Imagínese un escenario distinto en el que la gestación subrogada se viera como algo difícil de conseguir, proporcionado por muy pocas mujeres, donde las mujeres tuviesen absoluto control para quedarse con la criatura y que el Estado les facilitase plazos para pagar una indemnización si lo hacen. E imagínese que el padre tuviera que dar pruebas fehacientes de ser una persona excepcional y solo en circunstancias muy determinadas pudiera acceder a la maternidad subrogada. En el debate actual no se está hablando de poner condiciones a los comitentes, que ahora son los que están empoderados. El debate está completamente desplazado.

— ¿Qué condiciones se deberían poner a los padres que encargan una gestación por subrogación?

Se les podría hacer un examen exhaustivo, igual que para la adopción. Ahora todas las tintas están cargadas sobre la mujer gestante, todo quita autonomía a la mujer.

—-¿Es partidaria de prohibir la maternidad subrogada?

La prohibición no funciona, solo crea mercado negro. Y en una democracia prohibir es complicado: se puede prohibir por el bien general, pero prohibir “por tu propio bien” es paternalista y no funciona en democracia.

Se prohíbe y las personas se van a otros países. La Unión Europea debería dar una solución conjunta que partiera de no retroceder en el terreno que las mujeres hemos ganado en autonomía.

A mí la maternidad subrogada me parece un horror pero está ahí y prohibirla no va a servir. A nivel europeo deberíamos tener un debate de cómo canalizamos el tema para que sea un triunfo para las mujeres habida cuenta que somos las capaces de gestar y eso juega a nuestro favor. Y con el Estado protegiendo a las dos partes y sobre todo a la más débil, que es la mujer que gesta.

—¿El permiso de paternidad va a contribuir a la igualdad?

Yo tengo muchas esperanzas puestas en él, aún sabiendo que no es la varita mágica. No es solo una reforma cosmética, creo que puede apuntar en la buena dirección porque supone cambios estructurales en la relaciones entre hombres y mujeres y eso ya es un paso importante. Pero vamos a ver cómo se implementa, si  se logran cambiar las dinámicas del mercado de trabajo y la relación entre el mercado de trabajo y lo doméstico. Solamente el permiso de paternidad, si no hay cambios educativos, no va a conseguirlo.

— ¿La situación de la mujer ha sido el cambio más revolucionario de los últimos tiempos?.

En un curso de verano que tuvimos hace unas semanas en la Universidad Pablo de Olavide en Carmona se decía que las mujeres estamos cansadas de ser pioneras en cada generación. Movimientos de mujeres ha habido en todos los periodos de la historia desde el Renacimiento pero se silencian.

Lo nuevo ahora no es tanto la reivindicación como la amplitud social del movimiento. El feminismo es la revolución más estructural, que más va a la raíces, cambia las relaciones sociales por completo, cuestiona nuestro modo de producción, lo cuestiona todo, por eso el sistema es tan reticente.

“El patriarcado se desplaza a unos terrenos donde nos pilla desprevenidas”

— ¿Como es el balance?

En la historia reciente, todos los avances legislativos o jurídicos del feminismo se han visto acompañados de grandes retrocesos culturales y creo que es de nuevo el caso. Cuando las mujeres conseguimos extensamente el voto en los años 50, entonces surgió, qué casualidad, la cultura de que lo único que queríamos era ser amas de casa y  hacer bizcochos todo el día.

En estos temas del cuerpo, se está metiendo el retroceso por la puerta de atrás. Si no articulamos bien la reproducción asistida y la gestación subrogada, en lugar de ser una posibilidad para que las mujeres controlemos nuestra capacidad reproductiva, se puede convertir en una fuente de dominación.

El poder ni se crea ni se destruye, se desplaza. Y el patriarcado se está desplazando hacia otros terrenos en los que nos está pillando desprevenidas.

— ¿Hacia qué terrenos?

Biomédicos, de cierta complejidad técnica o científica, y se están planteando en unos términos que no nos dan a nosotras el control de la situación. Nos están cayendo encima cuestiones complejas planteadas en términos que nosotras no hemos determinado ni nos favorecen. Y la única respuesta que somos capaces de articular es  “no lo queremos, prohibido”.

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