Nuevo escándalo en un juzgado

Nueva condena por desórdenes al abogado que acusó al juez Serrano

  • La emprendió a gritos en un juzgado contra la secretaria, los funcionarios y la Guardia Civil

  • El abogado, ahora preso en Aranjuez, pretendía que la Guardia Civil se cuadrase ante él

El abogado Iñigo Moreno Lara

El abogado Iñigo Moreno Lara

Iñigo Moreno Lara, el abogado que sentó en el banquillo al juez Francisco Serrano (Vox), ha sido condenado a una nueva pena de nueve meses de cárcel por desórdenes públicos y desobediencia grave a la autoridad en un juzgado. El abogado está internado en la cárcel de Aranjuez (Madrid) por condenas de maltrato a su mujer, agresión a dos policías y por injuriar a un compañero en un juicio.

La sentencia del juzgado penal 4, a la que tuvo acceso este periódico, relata que el incidente duró una hora y diez minutos. Empezó  sobre las 13:30 horas del 21 de junio de 2016, cuando Moreno Lara acudió al juzgado de Violencia sobre la Mujer 1 de Sevilla en compañía de una cliente para examinar un procedimiento.

Mientras esperaba a recibir la documentación, empezó a hacer “en voz muy alta” y utilizando palabras soeces comentarios como “hemos venido a meter a la fiscal en la cárcel” y, en referencia a la psicóloga del Punto de Encuentro Familiar, dijo: “¿A ella le gustaría que todos le vieran la pichita a su hijo?”.

Sobre las 14 horas, cuando la letrada de la administración de justicia llegó al juzgado, el  acusado se puso a vociferar y “la acusó a voz en grito de estar alterando pruebas y haciendo desaparecer los documentos referidos a las lesiones de un menor“.

Ante el escándalo que estaba provocando al no atender las indicaciones e interrumpir el trabajo, la letrada llamó a la Guardia Civil de la puerta de las instalaciones.

Moreno Lara volvió a desatender las indicaciones de la Guardia Civil de deponer su actitud y “con acusada agresividad“ se enfrentó verbalmente a los agentes, tildándolos varias veces de “fuerza represora”, alardeando de ser oficial de la Armada y pretendiendo que se pusieran firmes y obedecieran sus órdenes.

Añade la sentencia que, en un determinado momento, cogió su teléfono móvil y fingió llamar a la Policía,  diciendo “siempre a grandes voces que los agentes de la Guardia Civil le estaban pegando y le amenazaban con pegarle un tiro”, que habían roto sus papeles y que intentaban quedarse con su portafolios. A uno de ellos le decía que en realidad era una mujer porque “ya sabemos lo que tiene debajo de la bragueta”.

El juez considera demostrados los desórdenes públicos “graves”: el incidente duró hasta las 14:40 horas y los funcionarios judiciales declararon que mostraba una actitud “provocadora, desafiante, agresiva e irrespetuosa”, “avasallando con gritos y voces”, sin dejar trabajar y en una “situación muy incómoda”, “tratando de sacar de quicio a todo el mundo”.

Su defensa pidió aplicar la eximente de cumplimiento del deber asistiendo a un cliente pero el juez responde que “no podemos aceptar que le ampare en esa conducta su condición de abogado” porque la  actuación ilícita que creyera haber observado en el personal del juzgado “tiene cauces sobrados para su denuncia“ y no “la vía del griterío o la vejación, cosas a las que no autoriza profesión alguna y que están sideralmente lejos de ser las propias de un abogado“.

“Es obvio que ni el escándalo mayúsculo que originó ni sus comentarios hirientes eran precisos” para defender a su cliente ni tenía que haber faltado “a las exigencias mas elementales de urbanidad y respeto“, dice el juez.

La sentencia, que es recurrible, le impone seis meses de cárcel por un delito consumado de desórdenes públicos, con la agravante de reincidencia,  y tres meses por desobediencia grave a la autoridad.

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