Adiós al último negocio del calzado de la familia Burgos
La Caja Negra
Cierra el comercio Calzados Catedral de la calle Cerrajería, donde se han vendido los últimos zapatos de la marca PIBE, fundada por Pilar Belinchón en la Sevilla de 1947
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La ciudad está en continuo cambio. Como los seres vivos. Muda de piel, crece, se transforma, adquiere nuevos valores, destroza incomprensiblemente otros, se renueva. En el proceso pierde o mantiene eso que se da en llamar el alma. Hay ciudades como Sevilla que, efectivamente, pueden presumir de alma. A veces es imposible retener algunas de las características que hacen única a una ciudad, como lo son las personas. El comercio es una prueba de la evolución, el reflejo de una sociedad, el termómetro de las necesidades de cada momento, la prueba también de los grandes cambios (la gentrificación del centro), la evolución demográfica (baja natalidad en la sociedad actual) o el alto precio de la vivienda combinado con una oferta escasa de pisos donde fundar un hogar o simplemente residir como estudiante (el turismo es el negocio al alza).
En la calle Regina se anuncia el cierre de la cuchillería tras 95 años de apertura. En verano perdimos otro negocio centenario: las tiendas de repuestos Labor, que tenía sus orígenes en 1924. Siempre se presentaba como la empresa más antigua del “gremio de las dos ruedas”. Muy conocido era el establecimiento que hasta hace pocos meses tenía abierto en la calle Reyes Católicos, entre otros.
El último persianazo a un negocio local, reconocible por miles de sevillanos, es la zapatería PIBE de Calzados Catedral en la calle Cerrajería. Era el último comercio vinculado a la familia Burgos. Doña Pilar Belinchón Olivares, nacida en Cuenca en 1911, llegó a Sevilla en su juventud, se hizo devota de la Virgen de la Antigua y de la Virgen de los Reyes y, fruto de su carácter emprendedor, abrió la primera zapatería de Sevilla exclusivamente infantil el Miércoles de Ceniza de 1947. El gran negocio fue el de la Avenida, frente a la puerta de la Asunción de la Catedral. Un comercio donde se han calzado varias generaciones de sevillanos. Abrió tiendas en Cerrajería, también en el centro, y en las calles Asunción y Luis Montoto. Hace un año cerró el negocio matriz de la Avenida, en el imaginario colectivo de muchas familias sevillanas que han adquirido allí los zapatos escolares o los de momentos especiales, sobre todo esas mañana de sábados en los que se aprovechaba para comprar el calzado de los más pequeños de la casa. PIBE (acrónimo de la identidad de su fundadora) ha servido casi 80 años a una clientela fiel. Los calzados escolares con cierre de velcro, los de la primera comunión con borlas, los de charol para la niña, los castellanos que sirven para monaguillo y paje en Semana Santa, los de flamenca.... Recordamos a doña Pilar Belinchón sentada en la caja al frente del negocio con toda diligencia como ya es difícil ver a los dueños de los negocios. Pendiente de que nadie se fuera sin ser atendido en la bulla de los sábados de aquellos años ochenta y, por supuesto, de que los niños no se fueran sin la pelota de regalo que traían los calzados de la marca Gorila.
Con el cierre de este negocio de Cerrajería nos despedimos de una marca de prestigio, reconocida y muy valorada. Fina Burgos, hija menor de doña Pilar, cuidó de las tiendas de PIBE. Y Pilar, la hija mayor, fundó su propia marca de calzado femenino con expansión internacional. Las dos fueron seguidoras de la vocación emprendedora de su madre con éxito incontestable, cada una en su parcela.
Hoy la sociedad es muy distinta a la de aquellos años cincuenta. El comercio on line y el crecimiento de la ciudad en las grandes áreas de población tan alejadas de la sombra de la Giralda influyen sustancialmente en el cambio de los negocios del centro de la ciudad y de los barrios próximos, caso de Los Remedios y Nervión.
De PIBE queda el recuerdo en miles de sevillanos y en los artículos que con frecuencia escribió de su madre el escritor Antonio Burgos, fallecido hace dos años. En muchas ocasiones evocó la figura de doña Pilar, el estilo personal a la hora de atender a la clientela y el amor que profesó a la ciudad y sus tradicionales demostrando una locable capacidad de arraigo.
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