Vía pública

La chabola real

  • La Puerta Real es el ejemplo perfecto de las consecuencias que provoca el urbanismo duro. De aparcamiento en superficie desordenado a horripilante terraza de veladores

La Puerta Real invadida de veladores

La Puerta Real invadida de veladores / Juan Carlos Vázquez (Sevilla)

EL comisionado del Polígono Sur afirma que los solares vacío suponen un riesgo al ser lugares para la concentración de suciedad y de problemas de inseguridad. En el centro de la ciudad los espacios vacíos no tienen una suerte mejor. En realidad, en el casco antiguo los espacios vacíos, lo que se dice vacíos, no existen. Siempre hay un Ayuntamiento que permite que se afeen, como ocurre con la Plaza de Pilatos, o que se conviertan en lugares chabolizados. Así ocurre cada día con la Puerta Real, que hasta no hace muchos años era un estacionamiento de vehículos y que ha terminado siendo la terraza privilegiada de un bar, pero no una terraza ordenada, con estilo y propia de los Campos Elíseos. Tururú. En Sevilla se ven terrazas y... aduares. Para todo hay categorías. La pobre Puerta Real es contaminada cada día por veladores y sillas de una horripilante variedad de colores. Lo mismo ocurre con los asientos. Los bancos públicos se confunden con el mobiliario del bar. Hasta las papeleras parecen del bar y no del Ayuntamiento. El bar es dueño y señor de este espacio público sin que nadie controle los criterios estéticos que, por ejemplo, Urbanismo quiere imponer ahora (“¡Por allí resopla!) en la Plaza del Salvador.

Zona central de la Puerta Real Zona central de la Puerta Real

Zona central de la Puerta Real / Juan Carlos Vázquez (Sevilla)

El alcalde de Sevilla, García de Vinuesa, tendría hoy difícil encontrar la piedra llorosa con tanta cochambre de por medio. Hoy en lugar de un alcalde serían muchos los sevillanos dispuestos a llorar por los espacios públicos maltratados, por la falta de acierto a la hora de concebir un urbanismo que verdaderamente permita el disfrute del ciudadano y no genere espacios duros que, a la larga, terminan siendo el terreno perfecto para los veladores con sombrillas. Qué mala suerte tiene la Puerta Real, convertida en una Alameda chica. Faltan dos minutos para que salga el tonto diciendo que la Puerta Real es hoy un espacio para la convivencia y no un lugar para el aparcamiento indiscriminado de vehículos. Como cuando nos recuerdan que la Plaza de la Encarnación era un descampado por donde campaban las ratas. Por eso no debemos decir ni mú de las Setas. Toma del frasco... 

Veladores de diferentes colores y alturas en la Puerta Real Veladores de diferentes colores y alturas en la Puerta Real

Veladores de diferentes colores y alturas en la Puerta Real / Juan Carlos Vázquez (Sevilla)

Como si ahora no hubiera roedores por la ciudad del tamaño del badajo de la campana de San Cristóbal, que se puede admirar en la Giralda. Como si no pudiera concebirse un urbanismo con plazas con vegetación para dar sombra, fuentes y albero para reducir los grados de temperatura. Árboles, muchos árboles, que ocupen los espacios vacíos que en el Polígono Sur son foco de tantos problemas y que en el centro también lo son. La Puerta Real es una chabola en el corazón del centro, un sitio donde llorar hoy, pero no sobre una piedra como aquel alcalde angustiado, sino sentados en un velador de mal gusto.

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