Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
La Caja Negra
No sabemos si estamos llegando al Hotel Playa de Cádiz, en primera línea de la preciosa playa de la Victoria, justo a la hora de reservar mesa en la antigua marisquería Baro que tanto le gustaba a la duquesa de Alba, o a una calle del Turruñuelo donde se levantaba el corral de Leopoldo. Qué espanto sentimos al comprobar que se ha levantado otro edificio de viviendas con esa arquitectura cebra que exalta el reduccionismo simplón del blanco y el negro y juega con las mismas formas que los inmuebles de un paseo marítimo o de los camarotes de un crucero masificado. No se trata de apostar por el inmovilismo, ni por el conservacionismo irracional y sin fundamento. Se trata de que haya un criterio no destructivo, inmuebles de nueva planta no agresivos con una zona supuestamente catalogada, como son el Casco Antiguo, Triana y San Bernardo.
Pasear por el conjunto histórico de la ciudad no es ya sufrir en cada esquina. No se trata de ser víctimas de la melancolía o de sufrir el desgarro de la nostalgia. Es hacerse preguntas básicas, elementales, lógicas. ¿Para qué sirven las catalogaciones, los planes sectoriales, las declaraciones de protección y otros instrumentos si se perpetran agresiones continuamente? Quizás se asignaron niveles de protección excesivos, tal vez no había tanto que proteger, o se ha interpretado todo a la ligera y de forma permisiva cuando ha llegado la hora de la verdad. Unos corrales, pocos, se salvaron en su día con rehabilitaciones ejemplares como el del Conde de la calle Santiago, pero muchos, caso de Triana, fueron derribados por la piqueta. Ahora nos recuerdan de forma casi machacona que tenemos que dar gracias al turismo masivo porque permite salvar muchos inmuebles que de otra forma terminarían derribados por falta de uso. Qué pena, podríamos decir con la dosis correspondiente de ironía, que la Avenida de la Palmera no se haya beneficiado del turismo... Ha sido otro movimiento, el de las residencias de estudiantes, el que ha echado abajo construcciones de interés, para levantar edificios que bien podrían estar en la M-30 o en la zona de expansión urbanística de cualquier ciudad media.
La arquitecta Elena Sánchez, del estudio NEBS Arquitectura de Mairena del Aljarafe, se refería recientemente en Diario de Sevilla al fenómeno de los ‘edificios cebra’ que invaden las ciudades: “Cogen para Sevilla un proyecto hecho en el País Vasco, copian y pegan”. Hay todo un movimiento en las redes que sigue este modelo de arquitectura: “La cebra no es solo una cuestión estética. Es el síntoma de un sistema que construye sin intención, donde la arquitectura se reduce a cumplir la normativa y maximizar la rentabilidad”. Es una lástima que la cebra se haya hecho fuerte un barrio de tan marcada personalidad, con tantos valores singulares en todos los órdenes. Y todo ocurre sin que haya un movimiento de protesta o de mera reacción. Un trianero comenta con añoranza: “Para mucha gente se trata de vivir en Triana, como sea y donde sea”.
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