La caja negra
  • Metidos en una pandemia que ha dejado a Sevilla sin sus motores económicos, la ciudad tiene puestas las esperanzas en un verano en el que, gracias a la vacunas, se puedan recuperar gran parte de la normalidad perdida

Las doce uvas de Sevilla

El alcalde, Juan Espadas, fotografía la ciudad desde las cubiertas de la Catedral El alcalde, Juan Espadas, fotografía la ciudad desde las cubiertas de la Catedral

El alcalde, Juan Espadas, fotografía la ciudad desde las cubiertas de la Catedral / Juan Carlos Muñoz (Sevilla)

La ciudad, con los índices de paro amortiguados por los Ertes, termina el año con el barniz de melancolía que adquirió en marzo y con la vista puesta en una deseada recuperación para el verano.

1- El arranque más incierto

Sevilla tiene en 2021 un desafío al que jamás se había enfrentado. Sobrevivir sin su principal fuente de ingresos: el turismo. Todo lo que era sólido se nos rompió en marzo. Y no sólo no hemos levantado cabeza, sino que hemos ido a peor. La burbuja de la hostelería se rompió en un contexto de crisis mundial. Terminamos un año sin fiestas mayores y comenzamos otro que tampoco las tendrá, con el consiguiente coste económico y emocional. Las esperanzas están puestas en el verano. Mientras tanto, la ciudad ha de tragarse esta primera uva con la misma melancolía que nos embadurna desde primavera, cuando conocimos la España cerrada, respiramos en verano y quedamos sumidos durante meses en una ciudad triste. El modelo de ciudad que habíamos conocido con el boom del turismo, provocado en buena medida por el auge de las líneas aéreas de bajo coste, ha quedado dinamitado sin que se intuya el tipo de sociedad que resultará tras la pandemia.

2- ¿Aprenderemos la lección?

Nuestro esquema de vida como ciudad era muy frágil. Algo de eso supimos cuando nuestra principal fiesta, la Semana Santa, quedó para siempre amenazada por los sucesos de 2000. Las autoridades tuvieron que ponerse a trabajar durante dos décadas para salvaguardar la Madrugada, que no deja de ser una de las marcas de la ciudad más conocidas en el extranjero. Hubo que poner razón donde sólo había sentimientos. Y eso nos costó veinte años, hasta que se aplicó tecnología alemana para vigilar las calles. Ahora tocará trabajar mucho para salvar no una marca, sino toda una ciudad. Hincar codos más, pregonar menos. Buscar desde ya alternativas a la Sevilla de postal, tener asideros distintos al sector servicios, generar opciones de riqueza en sectores nuevos después de que hubiéramos logrado atraer turismo hasta en agosto, lo nunca imaginado ni siquiera en los años posteriores a la Expo. Ahora nos topamos con unos estadios de fútbol vacíos. Y con que los toros ni existen. ¿Sabrá la ciudad sacar alguna conclusión del desastre del que todavía no hemos salido? Estábamos debatiendo sobre los efectos del exceso de turismo (al igual que ocurría en Barcelona, no nos flagelemos más de la cuenta) cuando directamente se nos cayó el turismo.

3- El auge del teletrabajo 

Hasta los miembros del patronato del Real Alcázar se reúnen por videoconferencia. Ha nacido una nueva forma de hacer televisión (con muchas conexiones vía skype) y de relacionarse. Los encuentros cara a cara se han reducido hasta el punto de que es raro que un restaurante se llene. Ahora sabemos de la decoración de los salones de las casas, los lomos de los libros y hasta de algunas etiquetas de champú. Se han retrasado los congresos de los partidos políticos y las elecciones en las hermandades. De seguir esto así, habrá que seguir apostando por los encuentros telemáticos. Aunque muchos dirigentes no se expresan igual cuando no saben quiénes están oyendo sus palabras.

4- El alcalde

En 2021 tendremos que salir de dudas. ¿Juan Espadas se queda en el Ayuntamiento o da el salto a la aventura autonómica para disputarle el cargo a Juan Manuel Moreno? Espadas tiene claro que ocho de años de alcalde son suficientes. Se trata de un cargo agotador, con una exposición diaria ante los vecinos que genera una presión que no siempre es fácil de asimilar. Al alcalde le encantaría ser candidato a la Junta de Andalucía. Sus colaboradores más próximos están trabajando ya para el objetivo: tanto en las agrupaciones de los pueblos como en las redes sociales. El propio alcalde hace tiempo que juega al papel de político vertebrador de la región con esos acuerdos estratégicos con Málaga y Córdoba. Se prepara para ser visto como un político con perspectiva autonómica y no como el mero alcalde de una capital tantas veces mirada con recelo por algunas provincias hermanas. Distinto es que primero tiene que producirse la salida de Susana Díaz de la secretaría general del PSOE, y después ser aceptado por los militantes de toda Andalucía como el nuevo aspirante a San Telmo. Hay sevillanos que han sido presidentes de la Junta (Borbolla, Griñán y Susana), pero no procedían de la Alcaldía.

El alcalde Espadas y el presidente Moreno se saludan en un acto público El alcalde Espadas y el presidente Moreno se saludan en un acto público

El alcalde Espadas y el presidente Moreno se saludan en un acto público / M. G. (Sevilla)

5- Más sobre Espadas

En mayo de 2021 ya se habrá consumido la mitad de su segundo mandato. Cumplirá un total de seis años como alcalde. No hay grandes logros materiales ni tampoco sonoros fracasos. La pandemia tendrá una gran ventaja: nadie podrá exigir proyectos faraónicos. No es el momento de inversiones importantes. Acaso de que los servicios municipales funcionen (transporte, tráfico y limpieza) y que no haya meteduras de pata. Espadas gusta lo suficiente en la ciudad, pero es él quien dijo que no querría estar más de ocho años. Si vuelve a ser candidato a la Alcaldía es porque Susana le ha cerrado el paso. Y porque en el partido siempre le podrán recordar que la de Sevilla es la Alcaldía más importante de los socialistas en toda España. No controlan Madrid, Barcelona ni Valencia. 

6- La oposición

Beltrán Pérez es el portavoz del PP que trabaja con el objetivo de ser de nuevo candidato. En su contra juega la cantidad de años que lleva en la política municipal. Entró como concejal en 2003. Y a su favor su carácter perseverante y que en el PP andaluz (controlado por Málaga) no existe mucho interés en apuestas revolucionarias en Sevilla. Cuando se controla San Telmo, es casi conveniente que la Alcaldía de la capital andaluza sea detentada por el otro partido. Por eso el PP andaluz no hará mucho por la causa. Ni frío, ni calor. Pérez está convencido de que los sevillanos premiarán su perseverancia, su apuesta por haberse quedado en el puesto aún habiendo obtenido sólo ocho concejales. Incluso trabaja con la esperanza de ser reconocido como la única oposición tras el acuerdo de Ciudadanos con Espadas y la (de momento) inconsistencia de VOX. Pérez quiere ser alcalde de Sevilla. Y tener ese objetivo claro ya es un logro en un partido donde no sobran aspirantes.

Beltrán Pérez, líder de la oposición en el Ayuntamiento Beltrán Pérez, líder de la oposición en el Ayuntamiento

Beltrán Pérez, líder de la oposición en el Ayuntamiento / Antonio Pizarro (Sevilla)

7- La apuesta naranja

Álvaro Pimentel, portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento, proporciona equilibrio institucional a Espadas con el acuerdo que facilita la aprobación de los presupuestos. La directriz de Arrimadas es la de virar hacia el PSOE manteniendo el gobierno autonómico con el PP. Ciudadanos se la juega todo al papel de bisagra. No será Pimentel quien se meta en líos y desobedezca a la nueva cúpula. Hay que entender que su papel es difícil, pues en su partido existen diferentes facciones. Ciudadanos no para de perder afiliados y recuerda cada día más al extinto PA.

8- La izquierda radical 

Si la derecha en España está hecha unos zorros, la izquierda andaluza y la sevillana sufren una división evidente de consecuencias inciertas. En el Ayuntamiento andan alternándose la portavocía entre Susana Serrano y Daniel Rojas. Eso siempre dificulta el ejercicio de una oposición firme y con un criterio unificado. Para Espadas, un alcalde de perfil moderado, supone toda una ventaja, máxime si cuenta con el apoyo garantizado de Ciudadanos. Esta izquierda corre el riesgo ahora mismo de caer a un número de concejales irrelevante como ya le ocurrió a Izquierda Unida. A los problemas de convivencia se suma que el elector tendrá que distinguir entre Podemos, anticapitalistas, Izquierda Unida, comunistas, ecologistas... Todo un gazpacho de siglas que tampoco ayuda a la definición de una marca.

El alcalde Espadas en un acto público. El alcalde Espadas en un acto público.

El alcalde Espadas en un acto público. / Juan Carlos Vázquez (Sevilla)

9- Vox, una marca nacional 

El partido de la derecha pura y dura se mantiene en Sevilla a costa de su marca nacional, que ya es bastante. Sus concejales ni saben (lógico al principio) ni pareciera que quisieran aprender. Se meten en cualquier charco con un lenguaje desabrido a veces, caen en todas las trampas provocadoras de la izquierda y exhiben una sorprendente falta de pulso y constancia, quizás al no haberse curtido previamente en la política de base. Entran con la bayoneta de las redes sociales a responder a cualquier crítico. La llegada al principal cargo del partido de Javier Cortés podría poner cordura y un criterio más serio y firme ante tanta bisoñez.

10- Infraestructuras

Podemos citar los grandes proyectos pendientes, por aquello de que la obra pública es de por sí un buen motor económico. Pero arrancará 2021 y la pandemia seguirá apretando, con unas vacunas de las que está por ver su resultado. Pero sí, la ciudad seguirá esperando la ampliación del tranvía, más líneas de Metro, la conexión ferroviaria entre Santa Justa y el aeropuerto, los túneles de la SE-40 u otra solución que nos quieran vender como sustitutivo de bajo coste. Seguiremos repitiendo una cantinela de infraestructuras que no llegan, como si la ciudad siguiera pagando el protagonismo que tuvo en 1992. Con España estirando los Ertes, Sevilla puede seguir esperando la hora de contar con infraestructuras básicas para su desarrollo como gran urbe europea.

Los palcos de la Plaza de San Francisco que quedaron montados a la mitad. Los palcos de la Plaza de San Francisco que quedaron montados a la mitad.

Los palcos de la Plaza de San Francisco que quedaron montados a la mitad. / Juan Carlos Vázquez (Sevilla)

11- Un año sin cofradías

Un día nos levantamos, miramos al cielo, estaba la calle vacía y era Domingo de Ramos. Como en una película de ciencia ficción que nunca pensamos que se convertiría en realidad. Mantener la llama no es organizar sucedáneos, cachitos de Pregón o presentar carteles con mascarilla. No es preparar altares futuros. Es tratar de inculcar la Semana Santa a niños que no la ven. Y tener claro que esta fiesta los cuenta por siglos. Si sólo son dos años de suspensión, quedarán en la historia como una anécdota. El mundo se paró, cambió, se transformó. ¿Cómo no iba a hacerlo la Semana Santa? No hubo Sanfermines, ni Carnavales, ni Rocío, ni tantas romerías de pueblo. Y, al menos en el primer semestre, tampoco tendremos grandes concentraciones de público. Sí es seguro que conoceremos al nuevo arzobispo de Sevilla, sobre todo desde que Asenjo haya rogado a la Santa Sede que acelere la designación de su sucesor.

12- Reinventarse

El turismo tendrá que aprender de esta fortísima caída. No podrá seguir sin una suerte de caja de seguridad, un salvavidas para estos casos. Cuando el agua se va, se nota quién estaba desnudo. Y en este caso se ha notado mucho. Ahora muchos establecimientos del centro cuidan mejor al público local. Saben que nada es eterno. Y lo que es peor: no sabemos cuándo retornará el turismo internacional que poblaba las colas del Alcázar y la Catedral. La pandemia ha sido a la hostelería lo que el Cabify al Taxi. Un mayor esmero, nuevas ofertas competitivas y el servicio a domicilio son tres de las apuestas que ya desarrollan quienes se lo han podido permitir, quienes siguen vivos después de tantos persianazos.