Clinton cuelga las botas (de momento)

Relevo en eeuu

Kerry asume hoy la Secretaría de Estado y Hillary pasa a un segundo plano, pero muchas voces la ven como la próxima candidata demócrata a la Presidencia. Ha logrado suavizar su perfil político.

Lucía Leal (Efe)

Washington, 01 de febrero 2013 - 09:41

Cuando Hillary Clinton abandone hoy el Departamento de Estado, dejará atrás cuatro años de frenética diplomacia, pero también la etapa más despreocupada de su vida personal, en la que se ha permitido bailar de madrugada, organizar una boda de película o protagonizar un exitoso blog. Sometida al escrutinio mediático durante sus más de tres décadas de vida política, Clinton ha aparecido más relajada que nunca, resguardada en la distancia de las luchas de poder.

Conocida por desafiar los dictados de la moda con sus trajes de chaqueta cuando era primera dama, al llegar a la diplomacia ha llevado ese estilo a un nuevo nivel, dejando crecer su melena para recogerla en enormes coleteros de raso y prescindiendo en muchas ocasiones del maquillaje. "No viajo con una estilista, o con alguien que me ayude (con el pelo) y no soy muy competente (en ese campo). Lo he admitido durante años, y debería ser obvio para todos", dijo a la cadena ABC en diciembre.

En otra entrevista en mayo, Clinton confesaba sentirse "muy aliviada" por estar en una etapa de su vida en la que podía peinarse como le apeteciera, y no preocuparse tanto por la imagen, algo que en su opinión "no merece tanto tiempo y atención". Incluso ha sabido llevar bien las gruesas gafas de pasta que necesita para corregir la visión doble que le provocó su conmoción cerebral en diciembre, y que, según algunos medios, han potenciado su "aura de diplomática".

La franqueza en cuanto a sus gustos, el buen humor y sobre todo, el alejamiento de cualquier debate político han permitido que Clinton supere la imagen de mujer fría y calculadora que arrastró en su dura carrera contra Barack Obama en las primarias de 2008 y también durante su vida como primera dama. Lo demostró cuando participó en el blog Texts from Hillary, un exitoso espacio que utilizaba una foto de Clinton mirando a su Blackberry con gafas de sol para imaginar, en clave de humor, los mensajes de texto que podría enviar a políticos e incluso actores.

Más desenfadada aún se mostró al final de la VI Cumbre de las Américas en Cartagena (Colombia) en abril, cuando se dejó ver bailando salsa y bebiendo cerveza de madrugada en un bar cubano.

Mientras manejaba crisis mundiales, Clinton ha tenido tiempo de ayudar a organizar la boda de su hija Chelsea, que EEUU vivió en 2010 casi como un enlace monárquico, y de pedir insistentemente a la pareja que la hagan abuela. También ha superado la muerte de su madre en 2011 y ha sufrido hasta conseguir saldar la deuda de hasta 25 millones de dólares que dejó su frustrada campaña presidencial, para la que llegó incluso a subastar una cita con su marido, Bill Clinton.

Su relación con el ex presidente se ha mantenido lejos de los flashes, pese a conocerse que pasan la mayor parte del tiempo en viviendas separadas. "Ha sido una experiencia increíble hasta ahora", dijo Hillary acerca de su matrimonio en un viaje a Haití en octubre, poco después de su 37 aniversario de boda.

Clinton planea "recuperar el sueño perdido durante unos 20 años" cuando abandone su cargo, pese a que, en sus giras por el mundo, era capaz de dormir hasta 16 horas seguidas en el avión. "A veces duermo incluso durante el despegue y el aterrizaje", reconoció en 2011 a la revista Harper's Bazaar.

Tres días a la semana, a las seis de la mañana, un entrenador personal llegaba a su casa para "torturarla" con ejercicios, y en sus escapadas de fin de semana a Nueva York solía hacer yoga.

También ha tratado de mantenerse en forma nadando, pero Clinton no ha podido evitar su pasión por desayunar "burritos" cuando otros tomaban cereales integrales.

En una entrevista reciente, Bill Clinton bromeó con que su mujer "vivirá hasta los 110" años y podría tener "tres maridos más" aparte de él. Sus recientes problemas de salud pueden convencer a muchos de lo contrario, pero Clinton parece decidida a armarse del casco de fútbol americano que le ha regalado el personal del Departamento de Estado para emprender una nueva etapa que se plantea como "un libro en blanco" y en la que muchos ven un futuro en la Casa Blanca.

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