La ventana
Luis Carlos Peris
Vísperas de mucho...
El ministro de Defensa y jefe del Ejército egipcio, general Abdel Fatah al Sisi, aseguró ayer que las Fuerzas Armadas respetan la voluntad del pueblo y no ansían el poder, pero advirtió a los islamistas de que no se doblegarán ante la violencia.
"No permaneceremos impasibles ante la destrucción del país y las amenazas contra la población", dijo Al Sisi en un discurso ante mandos de las fuerzas de seguridad, en sus primeras declaraciones desde el desalojo de las acampadas de los islamistas el pasado miércoles y la ola posterior de disturbios, que ha dejado cerca de 800 muertos.
El jefe de las Fuerzas Armadas pidió a los seguidores del depuesto presidente Mohamed Mursi que reflexionen, refiriéndose a aquellos que "se imaginan que la violencia hará arrodillarse al Estado y a los egipcios".
También señaló que no permitirá que se transmita a los medios de comunicación occidentales una imagen "errónea de que hay una lucha entre el pueblo", así como que se utilice el islam para "amedrentar a la población".
Al Sisi afirmó que "el pueblo tiene su voluntad libre para elegir a quien desea" y que el Ejército y la Policía respetarán la elección popular de las próximas autoridades.
"El honor de proteger la voluntad del pueblo es un orgullo más grande que gobernar Egipto", dijo el titular de Defensa, dirigiéndose a quienes acusan a los militares de acaparar el poder en el país tras el derrocamiento de Mursi el pasado 3 de julio.
El jefe del Ejército pidió a los islamistas que revisen sus "posturas hacia la patria" y que tomen conciencia de que "la legitimidad pertenece al pueblo, que se la da y quita a quien desea". En este sentido, agregó que Mursi debería haber aceptado la celebración de un plebiscito sobre su continuación en el cargo.
La tensión se ha disparado en Egipto desde el pasado miércoles, cuando las fuerzas de seguridad desmantelaron dos acampadas de islamistas en El Cairo.
Milers de partidarios de Mursi participaron ayer en una nueva jornada de protestas, dentro del plan para seguir movilizándose durante una semana. Sin embargo, los islamistas, que ya saben que tienen delante al poderoso aparato militar y policial del Estado, también se enfrentan en su desafío a la resistencia ciudadana de los autodenominados "comités populares", que ayer impidieron el inicio de al menos dos de las nueve marchas convocadas en El Cairo. Armados con palos y barras y con la aquiescencia de las fuerzas de seguridad, estas milicias urbanas toman a diario las calles de la capital poco antes de que caiga la noche y comience el toque de queda.
Un grupo armado atacó ayer en El Cairo un convoy policial que trasladaba a una treintena de presos islamistas, pero las fuerzas de seguridad impidieron la huida de los detenidos, informó la agencia oficial egipcia Mena.
Los arrestados, simpatizantes de los Hermanos Musulmanes, eran trasladados a la cárcel de Abu Zabal, en el norte de la capital, tras una orden de detención contra ellos por los disturbios del pasado viernes en la cairota plaza de Ramsés. Los agresores, seguidores también de la Hermandad, según Mena, dispararon contra los policías e intentaron ayudar a escapar a los prisioneros cerca de Abu Zabal.
Al menos 79 personas murieron y 549 resultaron heridos en los disturbios del sábado por todo el país, según anunció ayer el Consejo de Ministros, que prometió mantener su "lucha contra el terrorismo".
El premio Nobel de la Paz egipcio Mohamed el Baradei partió ayer hacia Viena, cuatro días después de que presentara su dimisión como vicepresidente por los últimos disturbios, informó la agencia estatal.
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