Los bolsillos argentinos, un vivo ejemplo de resiliencia

El peso se ha devaluado un 22% tras las primarias, lo que se suma a la mala situación económica del país, con una inflación interanual del 113,6%

Los consumidores muchas veces se llevan la sorpresa de que el precio de la etiqueta no es el que le piden en la caja.
Los consumidores muchas veces se llevan la sorpresa de que el precio de la etiqueta no es el que le piden en la caja. / EFE
C. M. Moreno (Efe)

19 de agosto 2023 - 21:35

Precios sin marcar, alimentos que suben de un día para otro, salarios que no permiten llegar a fin de mes. Ese es el día a día de los argentinos, que sumaron a la terrible situación económica que viven desde hace tiempo la devaluación del 22% del tipo de cambio oficial establecido por el Gobierno tras las elecciones primarias.

Los bolsillos golpeados de los argentinos, afectados por un 113,6% de inflación interanual –un 60,2% en 2023 y con previsiones de que en agosto, con el impacto de la devaluación, supere el 10%–, deben inventar cada vez más fórmulas para llegar a fin de mes.

Quienes tienen una posición acomodada aprovechan ofertas o cobros adicionales para hacer acopio de provisiones –por ejemplo, compran carne y la congelan, sabiendo que será más cara meses después–. También hay un hiperconsumo en ocio o compra de bienes duraderos ante el escaso valor que tiene la moneda local, aunque la gran mayoría de la población se ve obligada a racionar sus gastos.

“La gente que viene compraba un kilo de churrascos, (ahora) compra dos churrasquitos. Gente que venía, si quería llevar cuatro milanesas se llevan dos y la cortan a la mitad para sacar cuatro y es difícil. Ahora, no solamente la carne, también el cerdo, el pollo y todo así”, explica Yohan David.

Este carnicero colombiano vive en Argentina desde hace 10 años y recuerda que, cuando llegó, podía enviar remesas a su país. “Ahora, sí necesito que me manden plata desde Colombia. Es un cambio de extremo a extremo”, agrega.

Algo similar señala Claudia Duré, empleada en una panadería en la que, por el aumento de los insumos necesarios para la elaboración del pan, debieron “alzar los precios a una cantidad muy elevada”. Quienes “antes llevaban un kilo de pan, ahora están llevando medio o un cuarto, depende para lo que les alcance la plata”.

Esta trabajadora paraguaya, que llegó hace 13 años, asegura que “por primera vez” vive una situación así, reconoce que “cada vez es más difícil como empleados mantenerse con esta suba”.

Es una frase cada vez más repetida: los salarios no alcanzan. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censo (Indec), el costo de la canasta básica alimentaria aumentó en julio un 7,1%, con una variación interanual del 125,7% y un incremento del 66,2% acumulado en 2023, todos valores por encima de la inflación general.

En Argentina, el salario mínimo ascendió en agosto a 112.500 pesos (396 euros). Un grupo familiar compuesto por dos adultos y dos menores necesitó percibir ingresos por valor de 111.642 pesos (294 euros) para no caer en la indigencia, según el Indec.

Tras las primarias, en las que Javier Milei –quien propugna la dolarización de la economía, un fuerte recorte en el gasto público y la privatización de sectores como salud o educación– fue el candidato más votado, el Ejecutivo renegoció con las empresas de consumo masivo los llamados “precios justos” hasta concluir un aumento fijo del 5% mensual para 90 días.

También concretó un acuerdo con las petroleras para que el incremento registrado esta semana del 12,5% en el combustible sea el último hasta el 31 de octubre.

Hasta ahora, entre las imágenes cotidianas de los supermercados estaban las de los operarios remarcando constantemente precios, la de las góndolas vacías por falta de stock en algunos productos o la de compradores sorprendidos en la caja porque el valor final era diferente al de la etiqueta.

En el sector de los medicamentos, según explica Luis Sándel, gerente de una farmacia, hay “un sistema de actualización inmediato” que los trabajadores no pueden corregir y cita como ejemplo a un cliente al que cobró un producto por 22.000 pesos (58 euros) “y cuando llegó a la tarde eran 27.000 (71)”.

“El medicamento aumenta prácticamente en relación al dólar blue, el no oficial”, asevera este gerente, quien resalta la dificultad añadida de que en su sector “prácticamente un 80% de los productos tienen insumos importados”.

La restricción de importaciones, uno de los efectos del bajo nivel de reservas internacionales de Argentina, afecta también a análisis clínicos, cirugías y tratamientos de odontología, entre otros.

Así las cosas, en esta situación de clara incertidumbre tratan de sobrevivir los bolsillos argentinos, un vivo ejemplo de resiliencia.

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