Magnífica la idea de cerrar cada edición del Otoño Barroco con una de las cantatas del Oratorio de Navidad y algunos conciertos de Johann Sebastian Bach. Y aún más lo es el contar para ello con los jóvenes talentos a los que la AAOBS ha ido premiando con becas de estudios y con un coro formado ad hoc y preparado por Cristina Bayón. El resultado final va más allá de las cuestiones puramente musicales, porque hay que valorar el valor de la iniciativa de una asociación capaz de montar conciertos de esta calidad. Tome nota quien corresponda.

Con un estupendo Murillo al violín (brillantes sus ornamentos), unos magníficos Riquelme e Illán, una espléndida González (claridad y precisión) y un Cuadrado algo más nervioso e impreciso que otras veces, los conciertos, con tempos muy movidos y acentuados, dieron paso a una cantata con un empastado coro, dos solistas de gran relieve (sobre todo un Hernández de bellísimo timbre lleno de lirismo) y un Alcaide que tardó en templar la trompeta. Banzo dirigió con brio y carga rítmica.