La dura Albania de Marston cierra la lista de 'cazadores' del Oso
El iraní Asghar Farhadi y el húngaro Béla Tarr encabezan las quinielas de aspirantes al galardón mayor de la Berlinale
El filme The Forgiveness of Blood, del estadounidense Joshua Marston, cerró hoy el desfile de aspirantes al Oso de Oro de la Berlinale, con las quinielas apuntando al iraní Ashgar Farhadi, como gran favorito a cazar la pieza, con permiso del húngaro Béla Tarr.
Las duras leyes internas de la Albania rural, filmadas por el realizador neoyorquino que en 2004 ganó el premio Alfred Bauer con su debut -María, llena eres de gracias-, es el entorno en que se desarrolla este drama de sangre y venganza, desatado tras una contienda vecinal por un camino. "No me interesa hacer un retrato de violencia en sí misma, sino de lo que ésta esconde", explicó el realizador, de regreso en el festival que le catapultó a él y a la actriz de su primer filme, la colombiana Catalina Sandino-Moreno, a primera línea internacional.
También esta vez se apuntala Marston en dos rostros adolescentes, Tristan Halilaj y Sindi Lacej, los dos hermanos a los que les viene encima la tarea de sacar a su familia adelante, cuando el padre huye para escapar tanto a la justicia rural como a la oficial. Rudina, la muchacha, deja aparcados sus estudios para salir a vender pan, en una carreta tirada por un caballo, único sustento familiar; Nick, su hermano, busca una salida desde la situación de arresto domiciliario que se le impone, de acuerdo a la ley albana y mientras el padre no haya zanjado su deuda. Corresponderá a los muchachos y a su madre resolver la situación a que el mundo de los hombres adultos, anquilosados en unas reglas inquebrantables, parecen destinarlos.
Marston se llevó con su film la segunda gran ovación del festival -tras la de Farhadi-, en una Berlinale algo fatigada ya tras un desfile de 16 candidatas muy poblada de nombres jóvenes y en la que figuran como favoritos a cazar el Oso los dos únicos veteranos a concurso -el iraní, más el húngaro-. Las quinielas de los premios del festival son múltiples y, como todo el mundo sabe, el jurado es el órgano soberano al que compete repartir los triunfos de acuerdo a unos criterios que no tienen por qué coincidir con los del público o la crítica.
En la directora y actriz italiana Isabella Rossellini, como presidenta del jurado, recae principalmente la responsabilidad y, como siempre dice el director del festival, Dieter Kosslick, todos los concursantes pueden llevarse el Oro, inclusive aquellos que fueron abucheados o cosecharon las peores críticas. El claro favorito es Farhadi, con su magnífica Jodaeiye Nader az Simin (Nader and Simin. A Separation en su título inglés), un filme que coloca al espectador en el Teherán de hoy, habitado por seres de carne y hueso, con todas sus diferencias y cercanías a los ciudadanos occidentales. Sería el Oso fácil, contra el que no rechistaría nadie, pero que difícilmente se quitaría del todo la etiqueta de premio políticamente correcto, como mensaje de solidaridad a su compatriota Jafar Panahi, miembro "ausente" del jurado por cumplir una condena por conspiración en su país.
La condición de claro favorito no quita que a Rossellini y su gremio se les pueda ocurrir apostar por opciones complejas, como por ejemplo el filme de Tarr, A Torinoi Ló (The Turin Horse), exponente de cine difícil que algunos adoran y otros repudian. Tanto la revista de la Berlinale, Screen, como distintos rankings en la prensa de la Berlinale sitúan a ese dúo en cabeza de las preferencias de los críticos, seguidos de títulos como Schlafkrankheit, un excelente film alemán que discurre en Africa.
El filme de Marston no entra en esas cábalas, puesto que se proyectó hoy, pero la ovación con que se le recibió lo coloca cuando menos en posición de presunta sorpresa de última hora.
Entre los dos filmes latinoamericanos a competición, El premio, de la argentino-mexicana Paula Markovitch, y Un mundo maravilloso, del argentino Rodrigo Moreno, se da a la primera como muy probable ganadora de algún galardón, salvo sorpresas.
Otros candidatos que suenan en las quinielas, en este caso a Oso de Plata de interpretación, están desde Ralph Fiennes, por su impactante Coriolanus, a la tropa de magníficos actores de Margin Call, encabezados por Kevin Spacey, o el joven ruso Anton Shagin, protagonista del filme sobre la catástrofe de Chernobyl.
Las apuestas acerca de las actrices son más confusas. Ahí está el dúo protagonista de la israelí Odem, la misma Lacej del filme de Marston o, por qué no, a la alemana Lena Lauzemis, por su papel de Gudrun Ensslin, la novia del fundador de la Fracción del Ejército Rojo (RAF), Andreas Baader.
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