Alberto Rodríguez ultima en Sevilla el rodaje de 'After', su cuarta película

El filme, protagonizado por Guillermo Toledo, Tristán Ulloa y Blanca Romero, se estrenará el próximo verano · La cinta retrata la confusión de los jóvenes que quieren ser "posadolescentes hasta los 40"

Toledo, Rodríguez, Romero y Ulloa, ayer, en Elefunk.
Toledo, Rodríguez, Romero y Ulloa, ayer, en Elefunk.
Francisco Camero / Sevilla

12 de agosto 2008 - 05:00

"Agotado" después de ocho semanas de rodaje "intenso y nocturno", el director sevillano Alberto Rodríguez termina estos días en la ciudad su cuarto filme, After, un trabajo con aires de retrato generacional protagonizado por Guillermo Toledo, Tristán Ulloa y Blanca Romero, un trío de treintañeros confundidos, infelices y en tránsito. La película, cuyo estreno está previsto para el próximo verano, cuenta la "huida de unos amigos que intentan recuperar la adolescencia en una noche", explica Rodríguez, que ha querido reflexionar en esta "tragicomedia" sobre los motivos por los que los jóvenes quieren ahora ser "posadolescentes hasta los 40 años".

El equipo de la película madrugó ayer para grabar en Elefunk, el conocido local musical del barrio del Arenal, que en la cinta será la parada final de los personajes en su deambular nocturno, durante el cual "aflorarán sentimientos entre ellos de los que nunca antes habían hablado", dice Guillermo Toledo. El actor madrileño coincide ahora con su buen amigo Tristán Ulloa, con el que no trabajaba desde 1996, cuando participaron en su "primera película importante", Mensaka.

"Alberto es un tipo muy interesante. Cuando me llegó el guión lo devoré. Hacía tiempo que no leía uno de un tirón. Lo que encontré allí es ese tipo de historias por el que yo, como espectador, pagaría por ver", afirma por su parte Ulloa. "Todo lo que sé sobre hacer cine lo he aprendido de él [Rodríguez]. Es muy sensible, sabe decirte las cosas para que las entiendas. Y tiene un sentido común y una coherencia muy importantes para mí", añade Blanca Romero, que debuta con After en la gran pantalla. Según Ulloa, la también modelo y cantante "tapará muchas bocas y acabará con muchos prejuicios", pues su actuación, dice el protagonista de Lucía y el sexo y Mataharis, es propia de una actriz de la que "no cabe esperar una carrera larga".

La película, coproducida por Tesla y La Zanfoña, con un presupuesto de 2,5 millones y cuyo guión está firmado por el director y Rafael Cobos, es el nuevo trabajo de Rodríguez tras el éxito de 7 vírgenes, una película que aunó el reconocimiento profesional (premios en San Sebastián y en los Goya) y el del público. En medio se quedaron dos películas "en el camino": una, por ser "excesivamente cara", explica Rodríguez; la otra, un drama carcelario que tenía incluso título (1977), porque un mes antes del comienzo del rodaje en la cárcel de Valencia, ésta fue declarada en ruinas. Fue entonces cuando el director sevillano se planteó una película "más pequeña", con un "punto de partida más humilde", lo que, de paso, hace "casi imposible la presión", afirma sobre el fenómeno 7 vírgenes. "El éxito no hace daño a nadie. Al contrario, es estupendo que reconozcan tu trabajo", dice Rodríguez, autor también de El factor Pilgrim y El traje.

"Y de todos modos -advierte- esta película no tiene nada que ver con las tras anteriores. Quizás se toca algo con 7 vírgenes, porque ambas tratan de algún modo sobre la madurez". Presentes en aquélla cinta, repiten en ésta Julio de la Rosa, ex Hombre Burbuja que firma la banda sonora, y el actor Jesús Carroza, que obtuvo el premio al actor revelación en los Goya de 2006 y se metió al público en el bolsillo interpretando al amigo del personaje que encarnaba Juan José Ballesta. Ahora está estudiando Bachillerato y trabaja con un logopeda para mejorar su dicción.

Tras el "subidón" del Goya, Carroza, que colaboró hace poco con Jesús Ponce en Déjate caer, quiere seguir "en serio" con el cine, aunque le gustaría hacer "otro tipo de papeles", "despistar". Tendrá que ser en otra película, porque en ésta asume un "papelillo corto", el de un "camello buena gente" que le vende a Julio, el personaje de Toledo, "un tío con el que cualquiera querría salir de fiesta, pero que es incapaz de compartir sus sentimientos con sus personas cercanas", dice el protagonista de Crimen ferpecto y El otro lado de la cama, que ve en el humor del filme "una vía de escape a su dureza".

El segundo vértice del triángulo en el que se sustenta esta película "áspera", según Ulloa, es Manuel, un hombre que lo tiene "prácticamente todo para ser feliz", dice, aunque "ni la casita en la urbanización, ni el coche, ni la mujer e hijo" bastan para espantar una insatisfacción "muy propia de hoy". El tercero, Ana (Romero), "una chica que sueña con un príncipe azul y que tapa sus carencias afectivas con juergas, "hasta que llega un momento en que todo es triste y patético". "Al principio me asustaba el reto... Pero también sé lo que es estar ahí, es decir, que pasan los años y la locura sigue igual y me suena de lo que trata la película", concluye.

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