Moreno & Torner | Crítica

Sueños americanos en danza

Alborada Moreno e Ignacio Torner en el Espacio Turina

Alborada Moreno e Ignacio Torner en el Espacio Turina / P.J.V.

Un americano en París de Gershwin, que abría programa, y El Salón México de Copland, que lo cerraba, son sendos poemas sinfónicos, pero ambos están atravesados por el espíritu de la danza, que soportan en sí mismos Souvenirs de Barber, que es un ballet, y West Side Story de Bernstein. Atractivo programa, obviamente en transcripciones para la formación (en el caso de la obra de Gershwin el arreglo es del propio compositor y en el caso de Copland de su colega Bernstein), representada en la matinal del domingo por este dúo de pianistas sevillanos que se consolida con el paso de los años.

Arranque un tanto metronómico de la obra de Gershwin: París no bullía en los teclados. Los dos intérpretes parecían especialmente preocupados por clarificar la densidad textural y a la pieza le costó coger vuelo, que empezó a tomar aire con la aparición del blues para reafirmarse en la reexposición del tema del arranque. Tampoco el fraseo resultó especialmente distinguido en el comienzo de la obra de Barber, un vals demasiado adusto, aunque intenso, sí. Brillante el crescendo en accelerando de la Escocesa y muy efectivo el contraste entre el elegante Pas de deux, con dinámicas muy matizadas, y el ligero, luminoso Two-Step.

Mucha más flexibilidad en las danzas de West Side Story, desde sus compases iniciales, con un Prólogo (pitos mediante) rítmicamente incisivo. La obra está repleta de cambios rítmicos, de melodías, de transiciones, de detalles, en los que Moreno y Torner mostraron la seriedad de su trabajo, pues todo funcionó a la perfección. Además el dúo halló en algunos momentos una especial inspiración: así en el mambo del gimnasio (al que sólo faltó pronunciar la palabra, como en la versión sinfónica) o en el momento trágico de las muertes y, sobre todo, en su transición al Final, elegíaco y consolador al tiempo, con reminiscencias de "Somewhere". Una estupenda versión que se alargó a la obra de Copland, con auténtico sabor a mariachi, y aún más allá al ragtime de William Bolcolm de la propina.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios