'Amigo', del esperado John Sayles, decepciona en su paso por San Sebastián
'Aita', un cinta muy personal del español José María de Orbe rodada en su casa familiar, causa una gran división de opiniones
La penúltima jornada de la Sección Oficial del Festival de San Sebastián llevó ayer la decepción por la fallida Amigo, del esperado John Sayles, y una fuerte división de opiniones con la muy personal Aita, del español José María de Orbe. Unánime el rechazo a la visión de Sayles, autor de Lone star o Passion fish, de la guerra entre Estados Unidos y Filipinas de finales del siglo XIX en una película que en ningún momento coge ritmo y en la que todo parece un poco regido por la improvisación.
Decepción por tanto y grande, ya que Sayles era uno de los cineastas más esperados en la lucha por la Concha de Oro de un certamen donde ya había estado en tres ocasiones anteriores (Honeydripper, con la que consiguió el premio al mejor guión en 2007; Silver city en 2004 y Men with guns en 1997) y en todas ellas había dejado muy buen sabor de boca. No ha sido el caso de Amigo, una historia con la que Sayles pretendía dar a conocer la historia de una guerra de la que nadie ha oído hablar en su país, según explicó.
Una época que le interesa mucho al realizador estadounidense porque en aquel momento "la gente estaba muy orgullosa de ser imperialista". Y eso es "exactamente lo que la Constitución americana dice que no debemos hacer". La película se rodó en Filipinas, en inglés, tagalo y un poco de español, y sus actores no parecen creerse en ningún momento sus personajes.
Tras la presentación de la cinta, el director concedió una entrevista en la que se mostró encantado con la capital donostiarra, que conoce bien, y ni el cielo gris ni la niebla reinante le hicieron perder una enorme sonrisa. A pesar del panorama actual del cine. "Cada vez es más duro para los cineastas independientes conseguir que se exhiban sus películas, porque ya sólo quedan unos pocos distribuidores que no se centran en películas de género, de horror, comedias o cosas así", lamentó. Y a eso se añade internet, que "está llevándose más dinero porque la gente se descarga las cosas ilegalmente y ni siquiera están dispuestos a pagar un dólar cuando es posible hacerlo de forma legal".
De ahí que prime el aspecto comercial sobre al artístico, afirmó, y que sólo en algunos casos ambas facetas se den la mano. Como ejemplos, cita a Tim Burton y Pedro Almodóvar. "Nosotros no tenemos un Almodóvar norteamericano, un tipo de director con mucho éxito, muy conocido, con películas muy abiertas y personales, pero comerciales", señaló Sayles, quien reconoció además que en los comienzos de su carrera miraba más al cine europeo que ahora.
En la otra cinta de la jornada, Aita, José María de Orbe propone un singular retrato de la casa de su familia, en la localidad guipuzcoana de Astigarraga. El segundo largometraje del realizador vasco no dejó indiferente al público en su primer pase, en el que fue aplaudido y zapateado a partes iguales. Con formato más de documental que de ficción, sin guión previo, iluminación natural y rodada durante tres años, Orbe pone en pie una historia que se centra más "en los espacios, en la materia", que en unos personajes "apenas esbozados". Su objetivo era "buscar la esencia, la memoria de la casa" y desarrollar un "diálogo con las texturas de la casa". El resultado es una película de planos fijos y cuidadísimos encuadres en la que Orbe muestra los rincones del caserón a través de los cuidados de Luis, la persona que se encarga de mantenerla en pie ya que no está habitada.
Sus diálogos improvisados con el cura del pueblo, la aparición de unos jóvenes que entran en la casa a robar o el trabajo de unos arqueólogos que buscan restos de entierros en el terreno son algunos de los elementos que utiliza para hacer avanzar la narración de un filme en el que la luz, sus condiciones naturales, imponen su ritmo.
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