Antílopez | crítica

Irreverentes y comprometidos

  • Antílopez presentó el desenfadado montaje de 'Mutar fama', su disco más reciente, en el que unen el humor irreverente y comprometido con canciones de excelente factura, ante un público que llenó por completo el Teatro Lope de Vega

José Félix López y Miguel Ángel Márquez, componentes de Antílopez

José Félix López y Miguel Ángel Márquez, componentes de Antílopez / Alberto Cañizares

Hay cantantes que cantan más que hablan y también hay cantantes que hablan más que cantan. Esta semana en Sevilla hemos tenido el haz y el envés de esta hoja musical porque en la noche del lunes en la Sala X los MFC Chicken se cascaron treinta y una canciones en una hora y cuarto y en la del jueves los de Antílopez en el Teatro Lope de Vega apenas interpretaron diez de ellas en ese mismo tiempo. El concierto de estos tuvo dos partes bien diferenciadas, siendo esta primera una mezcla de canciones con largas parrafadas que hubiesen desbaratado muchas veces el ritmo del montaje de no ser porque Miguel Ángel Márquez y José Félix López, el dúo que se presenta bajo ese nombre, tienen una lengua afilada que les permite ser tan certeros, comprometidos y agitadores como lo son las letras de sus canciones. Antílopez está compuesto por dos músicos leídos y respetuosos con el público, dos cosas que no están bien vistas hoy en día, lo que no fue óbice para agotar las localidades del teatro -esto no se llena solo, se jactaba Miguel Ángel- a pesar de que no son una banda de gran reconocimiento popular, como ellos mismos reconocieron al presentar Ser músico, una de sus canciones más antiguas: los músicos de primeras marcas son los que tienen un gran background detrás, que les otorga un prestigio que les permite ser jurado de Got Talent, coach de La Voz, o ya si la fama es mundial, ir a Masterchef Celebrities a hacer una tortilla. Nosotros lo somos de segunda marca, tercera, cuarta… oye, podéis pararnos cuando consideréis, eh; demostraron una enorme maestría tanto en la retranca como en las alusiones directas: una pandemia mundial, casi sin excepción; pero lo más angustiante era el twitter de Toni Cantó

Durante esta primera parte desarrollaron el espectáculo que lleva el mismo nombre que su más reciente disco, Mutar fama, a pesar de que solo pertenecían a él cuatro de las canciones, siendo las demás una muestra del virtuosismo musical y compositivo que llena sus cuatro discos anteriores. Canciones irreverentes y de aires muy eclécticos que fueron desde el reggae de Musa en paro busca poeta o la bachata de Sabor a malta, una de las dos canciones en las que las guitarras acústicas del dúo se vieron acompañadas por las bases que desde la mesa de mezclas les lanzó Sitín Ubreva, de los más grandes técnicos de sonido locales, hasta el flamenco fiestero -el mejor género para cantarle al amor tóxico- de Metralla, medida y viaje o el rap de Mutar fama. Si cuando se pone a ello Miguel Ángel sobresale mostrando el colmillo retorcido, José Felix lo hace con el gusto musical, desarrollado sobre las bases de la nueva trova cubana que le embriagó en su primera juventud y ahora le permite interpretar canciones como La primavera de esta noche, a solas con la sombra de Silvio Rodríguez, con una dulzura de las que maceran el corazón más duro.

Perfectamente medidos en su guion, que es como mejor salen las cosas, sobre todo cuando hay que usar mucho las palabras para llegar al público sin aburrirlo, también dejaron algún espacio a la improvisación sobre los acontecimientos más actuales, lo que les llevó a lanzar varias saetas de punta envenenada sobre el rey emérito, con motivo de su vuelta al país, en la introducción de Hijos de España, una maravillosa canción con reminiscencias de los suspiros de Estrellita Castro y la Piquer en la que Antílopez derraman mucha sal gaditana, a pesar de que ellos son de Isla Cristina, mostrándose a la vez como comparsa y chirigota, cambiando apenas un ápice su letra para dejarte helada la sonrisa que te asomaba en los primeros versos de una estrofa con el remate del último: España fiesta de presos, de ricos con depresiones; de pobres con sobrepeso… de niños sin ilusiones.

Nadie pensaba cuando se retiraron del escenario que nos quedaba una cascada de bises de cuarenta y cinco minutos más, esta vez sí, estructurados como un concierto más convencional, con otras ocho canciones que bien podían ser su greatest hits particular. Nos pidieron alguna canción favorita, pero a pesar de que todo el teatro fue un clamor gritando ¡Jose somos todos! ellos pasaron de nosotros comenzando con Suerte, a la que sus voces perfectamente conjuntadas hicieron fluir hacia otra dimensión, como cantan en ella. En la letra de la que siguió está la clave de la riqueza del concepto de Antílopez: cada luz una historia; y así fueron iluminando las historias contadas en Canción privada, Prefiero, Loco, con la que comenzó el acompañamiento generalizado de palmas del público al compás, que ya no les abandonó con La gatita presumida, Analfanauta y Activísima. Genial fue también la forma de repartir las frases que el público tenía que cantar con ellos en Prefiero; mientras las bandas habitualmente dividen a la gente entre hombres y mujeres o los que están a un lado u otro del pasillo, la división aquí fue de otra forma: ¿a quién le tocó la Moderna?, y se oyeron muchas voces cantarinas entre el público; ¿a quién le tocó la Pfizer?, y las voces se multiplicaron; ¿a quién la Janssen? y esta vez fueron muchas menos. Cuando preguntaron ¿y la AstraZeneca? solamente se escuchó una voz cantando tara tarararaaá para regocijo de todo el patio de butacas, lo que me permitió tener mis segundos de gloria como voz solista en el Teatro Lope de Vega ya que, aunque el abanico de edades de los asistentes era muy amplio, parece que su límite superior estaba en mis 65 y a nadie más le habían puesto la vacuna de la tercera edad. Cuando hicieron otro amago de marcharse el público volvió a corear por aclamación ¡Jose somos todos! y no tuvieron más remedio que acceder a terminar el concierto con Vuélcalo tó ya, la canción que contiene esa línea, y todo el teatro de pie cantándola con ellos, en un espectacular final para una noche que así lo mereció.

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