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Aroma de libertad

Derroche de interpretación y producción de La Cubana

Derroche de interpretación y producción de La Cubana / Joan Riedweg

Hacía unos cinco años que La Cubana no volvía a Sevilla. Desde Campanadas de Boda. Con Gente Bien, una comedia musical estilo Broadway, sólo hicieron temporada en Barcelona. Y se les echaba de menos. Fieles a su estilo ‘cubanero’ Adiós Arturo repite la fórmula que garantiza a este grupo catalán una conexión única con su público. A La Cubana le gusta el teatro de la vida real, de una boda pasamos ahora a un entierro. Algo más trágico pero que ellos se ocupan de aligerar y ‘alegrar’ hasta convertirlo en una especie de parque de atracciones en el que solo está permitido la diversión.

No creo que nadie vaya a ver los espectáculos de La Cubana para profundizar en temas filosóficos, o para cuestionarse graves problemas morales. Ni creo que ellos esperen eso. Este grupo que lleva sobre los escenarios casi 40 años es abrumadoramente profesional. Ofrece dos horas y media de fuegos artificiales en los que implican al público desde su llegada al teatro. Después de una primera parte, un concierto disparatado en el que se suceden ritmos caribeños, aflamencados o de comedia musical con loro (vivo) incluido, y cuando uno cree que la obra ha terminado, el escenario muta y la obra se prolonga con las intrigas de la familia ante la herencia del finado. Estamos ante una mega producción teatral, ante unos actores conocedores de todas las técnicas de las artes escénicas (bailan, cantan, interpretan) y que consiguen convertir el teatro en un gran carnaval donde poder olvidar nuestras propias vidas.

Ante esto poco se puede objetar. Se agradece que la obra se tematice según se esté en una ciudad o en otra. El amor a la revista como género es innato a La Cubana. La sensación de anarquía, de defensa de la libre sexualidad en todas sus manifestaciones convierten a Adiós Arturo en un mensaje necesario.

Sin embargo, se echa de menos un mayor trabajo de guión que acaba quedándose muy por debajo de la puesta en escena y de sus intérpretes y que resulta penosamente hinchado y alargado pareciendo que se prima más la cantidad que la calidad.

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