Quizás no tenga aún la solera de la Feria del Belén, que ha cumplido un cuarto de siglo, ni la del mercado navideño de la Plaza Nueva, que se acerca a las dos décadas de existencia, acaso no disponga de los recursos del Mesías participativo de la Caixa y la ROSS, ni movilice a tanta gente, pero el concierto de Navidad de Artefactum empieza a convertirse en una de las tradiciones imprescindibles para los melómanos sevillanos.
Entre los seguidores del grupo, que son legión, acercarse a compartir un dulce navideño, una copa de anís (o dos), los chistes de José Manuel Vaquero y las músicas medievales en torno a la Navidad se ha convertido ya en un rito anual ineludible. Poco importa que, como este año, el concierto no presentara especiales novedades. Formación de quinteto clásico, repertorio una y otra vez repasado por el grupo y chistes ya tan conocidos por todos que dan hasta para la sana autoparodia (no es del todo cierto: el Pájaro Zanfón se supera cada año con nuevas ocurrencias y giros).
¿Y la música? Monodias medievales extraídas de algunas de las colecciones más célebres del acervo europeo e interpretadas con especial atención al sentido del color y del ritmo. El tratamiento básicamente coral de las laudas, piezas devocionales de carácter popular, y la alternancia entre solista (en coplas) y coro (en estribillo) de las cantigas, resulta riguroso con las fuentes. Pero entre los chascarrillos y la vivaz gracia de los virelais se colaron arrebatos de gran belleza lírica, como el carol inglés o el Ave nobilis de los Carmina Burana.
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