Crítica música

Belleza, intimidad y una vihuela

Femás 2010. Programa: Piezas de M. de Fuenllana, E. Daza, A. Mudarra, L. de Narváez, D. Ortiz, y A. de Cabezón. Vihuela: José Miguel Moreno. Fecha: Jueves, 11 de marzo. Lugar: Casa de la Provincia. Aforo: 50 personas.

Durante unos días, Sevilla será la capital mundial de la vihuela y de la cuerda pulsada merced a los cursos y conciertos que, a modo de ciclo interno, nos regala este año el Festival de Música Antigua. Lo cual no será sino traer a la memoria el papel que en su momento jugó la ciudad en el desarrollo musical de la España del Renacimiento en general y de la vihuela en particular, como bien señala nuestro compañero Pablo Vayón en las notas de este concierto.

José Miguel Moreno, uno de los mayores defensores de la cuerda pulsada antigua en nuestro país, planteó un interesante y didáctico programa a base de referencias sevillanas con obras para vihuela publicadas aquí (Mudarra o Fuenllana) o basadas en compositores locales del calibre de Morales, Guerrero o Vásquez, junto un breve homenaje a Antonio de Cabezón, de quien se cumplen quinientos años de su nacimiento.

Moreno demostró de forma brillante hasta dónde llegó el grado de refinamiento en la escritura vihuelístca española del siglo XVI y hasta dónde este instrumento se convirtió en el medio ideal para la expresión de los afectos humanísticos. Piezas de polifonía sacra, canciones cortesanas o tonadas populares acabaron transformándose en depuradas construcciones que, a pesar de su serenidad expresiva, conmueven y embelesan a casi cinco siglos de distancia.

Moreno conjugó en su interpretación la exactitud técnica con la variedad expresiva. Salvo algunas dificultades para limpiar el sonido en Vos me mastaste, de Vásquez/Fuenllana (una pieza de grandes exigencias técnicas por otra parte), el madrileño ajustó la pulsación y la digitación con precisión, con momentos de notable virtuosismo como los redobles de Morenica, dame un beso, la Gallarda de Mudarra o la famosa Fantasía del mismo canónigo de la catedral hispalense. En esta última pieza, atacada de forma pausada, Moreno supo clarificar los pasajes disonantes mediante la potenciación de los bajos, que son los que mantienen en realidad la coherencia armónica de la pieza.

Con todo, me quedaría con la faceta evocadora y poética del fraseo de este intérprete. Siempre dentro de los límites de la expresividad afectiva de esta estética (no estamos en el Barroco), su dosificación de las dinámicas, los sutiles juegos con el tempo y la gradación en la pulsación consiguieron momentos de absoluta belleza como la Canción del Emperador.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios